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DESDE hace unos años estamos embarcados en una iniciativa tendente a solicitar para el primer monumento jienense, nuestra Catedral, la declaración como Patrimonio de la Humanidad, en la convicción de que méritos le sobran, y además el entorno, el propio casco antiguo de la ciudad, es un gran compañero de viaje para complementar la oferta evidentemente atractiva desde la más elemental objetividad. Otra cosa es que no se haya materializado antes la propuesta, aprovechando que el año 1992 abrió en Andalucía un cierto entusiasmo por el Renacimiento y que incluso la Catedral fue el escenario de una exposición irrepetible, que ahora debería actualizarse con carácter permanente al tiempo que se nos debiera caer la cara de vergüenza de haber permitido que un trabajo tan valioso y que vendía tan bien la riqueza renacentista, que tan buenos resultados ya operan en Úbeda y Baeza, con el aplauso de toda la provincia, haya estado estos años olvidado en cualquier rincón como otra muestra palpable de la desidia que siempre nos caracterizó.

Antes que nada, pues, lo correcto es felicitar al Ayuntamiento de donde salió la iniciativa formal, tomando como referencia el quinto centenario del nacimiento de Andrés de Vandelvira, el irrepetible arquitecto que dejó su sello y su impronta no sólo en la Catedral de Jaén, que es una preciosísima joya valorada por todo el mundo, sino en Úbeda, Baeza y otros lugares de la provincia. Como es una realidad a todas luces conocida que los jiennenses nos sabemos mover a modo de impulsos y cuando encontramos un referente que llene nuestro interés y atención, no nos extraña lo más mínimo el masivo consenso social, yo diría que incluso el clamor unánime que se ha estado recogiendo en la calle, entre colectivos de todo tipo y ciudadanos anónimos, algunos sin  entender en principio el alcance de lo que se pretende, pero convencidos, y esto es lo importante, de lo que podría denominarse militancia jienense, de que sea lo que sea va a ser bueno para el monumento y para Jaén, también para Andalucía y para España, digámoslo todo y más ahora en que algunos reduccionismos pretenden quitar de un plumazo lo que es de todos y a todos corresponde.

Nosotros queremos un Patrimonio de la Humanidad para ofrecérselo primero a nuestra provincia y después para que sea otro exponente de la riqueza artística andaluza y española. Y universal, porque eso es lo que significa Patrimonio de la Humanidad.

El Ayuntamiento no sólo debe liderar el entusiasmo de los jienenses para que éste no decaiga en ningún momento, sino que ha de tener un especial sentido de la diplomacia –en esto le podrán asesorar en la propia Curia- para no herir susceptibilidades de ninguna administración y tratar de sumar en vez de restar. La ciudad debe saber que la posición y el apoyo de la Junta de Andalucía y del Ministerio son decisivos, pues en este tipo de declaraciones no todo depende de la bondad del monumento o de la joya como es el caso, y tampoco de las miles de adhesiones que reciba. Hay, cómo no, elementos políticos e incluso pactos de Estado, y para ello todo será más fácil si desde el primer momento hay sintonía, y en este caso es bien cierto que el fin justifica la aceptación de los caminos que conduzcan a la última palabra de la Unesco y a la firma de los papeles oficiales, sobre todo cuando ya hemos tropezado con dificultades que a la postre alargarán el proceso.

A todas y a todos los jienenses nos eleva nuestra moral ciudadana este impulso, que se nota más, y bien que lamento decirlo, porque aquí lo normal es la discrepancia, la actitud general de los políticos la mayoría de las veces de espaldas a las preocupaciones de los vecinos, en fin, donde no existen motivos suficientes como para hacer profesión de fe de nuestro orgullo de jienenses.

Por ello, como buen impulso que es y ojalá que dure, será fundamental que la ciudad participe como ahora está ocurriendo, en todo el proceso, y lo sienta como una satisfacción legítima. Ahora que se crean asociaciones de amigos para casi todo, es un motivo de satisfacción que desde hace unos años exista por fin la Asociación de Amigos de la Catedral, con el objetivo de velar por ella de manera permanente

Y debe procurarse que cada vez que se monten los andamios se rentabilicen con unas inversiones acordes con las necesidades de manera que sea, como es, emblema para los cristianos jienenses y para cuantos, todos, admiran la belleza arquitectónica del soberbio monumento de Vandelvira. Podríamos copiar la experiencia de Burgos, donde la ciudad se echó a la calle para defender con uñas y dientes, si era necesario, el más óptimo estado para su primer templo diocesano. Por eso a ver cuándo empezamos a ver a los mecenas apoyando con su dinero lo que para todos tiene tanto valor material como sentimental. Se inicia, pues, la cuenta atrás para la aspiración legítima y eminentemente popular. Si todo va bien las buenas noticias pueden llegar en la primavera de 2014 y será en forma de anexión al conjunto que ya forman las ciudades de Úbeda y Baeza, que ha sido el camino más corto para hacer realidad este ambicioso proyecto.

 

 

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