Por ANTONIO GARRIDO / El cantante Raphael, su esposa Natalia Figueroa y toda la familia, han vivido un día de felicidad y emoción al recibir el artista linarense y universal el máximo reconocimiento que concede la Universidad, en este caso la Universidad de Jaén, el título de Doctor Honoris Causa. Lo que más me ha impresionado del solemne acto celebrado en el Aula Magna de la institución académica, en la que no cabía un alfiler, ha sido la cantidad de aplausos que se le han dedicado a quien ya es una leyenda en el panorama musical gracias a sus 64 años en activo, en varias ocasiones han sonado las palmas y se han prolongado en el tiempo. Otro detalle que no me ha pasado desapercibido es que a pesar de sus innumerables premios en España y en el mundo entero, no ha perdido una característica personal, la humildad, incluso la timidez, en cada momento en que le tocaba asumir protagonismo rápidamente volvía al lugar que le había sido asignado por el protocolo en el escenario. Una ceremonia muy bien medida y en la que en distintos momentos han sonado los acordes de algunas de las canciones más conocidas del emblemático artista.
Magnífica la laudatio del ya Excelentísimo Sr. D. Rafael Martos Sánchez, a cargo de la profesora doctora doña Isabel María Ayala Herrera, titular de Universidad, del Área de Didáctica de la Expresión Musical, que ha empezado escogiendo una ocurrente frase de la canción “Hablemos del amor”: “Qué nos importa, qué nos importa, aquella gente que mira a la tierra y no ve más que tierra”, y tiene su explicación, fue el tema que defendió en Eurovisión allá por el año 1967. Después la profesora ha recordado que todos alguna vez hemos tarareado alguna canción de Raphael, y lo ha retratado como un icono de la cultura popular hispana de los últimos sesenta años. La distinción que hoy le ha sido concedida fue refrendada por unanimidad en los órganos de la UJA y acogida por el equipo de gobierno y el rector al frente. Isabel María Ayala además de reconocer los indudables méritos del personaje ha justificado que su Honoris Causa da respuesta a la misión de extensión cultural, “tan crucial en esta sociedad compleja, sin perder de vista el diálogo con el territorio”. Y ha añadido: “Otorgar la distinción Honoris a un artista como Raphael es despojarnos de las ansias de rendimiento que los gobiernos tecnocráticos nos venden como avance social”. “Raphael -ha dicho a continuación-, se ha movido hábilmente entre un plano ‘oficioso’, al no ser sus canciones incómodas para la censura franquista, y la transgresión, no solo por la poética de su gesto o su concepción sui géneris del espectáculo, sino por lo reivindicativo de temas como Digan lo que digan, que sin llegar a ser canciones-protesta han sido declaradas como himnos por diferentes colectivos en la democracia”. Tras hacer un recorrido por su biografía, desde su nacimiento en Linares, se ha referido al proceso de la carrera de “el niño de Linares”, hasta alcanzar los escenarios más sobresalientes del mundo entero, también al frenazo a causa de su enfermedad, calificándolo de “inagotable, único y controvertido”, que goza del respeto de todo el gremio, sean o no afines, por su abrumadora trayectoria. Ha terminado señalando que en realidad la concesión del Honoris Causa constituye un regalo, “sin ambages” para la propia Universidad que lo otorga.
Ha sido la primera vez que el actual rector, Nicolás Ruiz, preside la entrega de un Doctorado Honoris Causa, que está lleno de simbolismo, porque no solo se le entrega el título que lo justifica, también la medalla doctoral “símbolo del corazón que se ennoblece con el magisterio que en este momento se os confiere”; el birrete, tantas veces laureado y honrado por tan grandes e ilustres maestros; y además los atributos que son el Libro de la Ciencia y la Sabiduría, el anillo, que en los pasados tiempos era un símbolo en estas venerables y solemnes ceremonias; y los guantes blancos, como símbolo de pureza y fortaleza, así como de dignidad, Raphael ha jurado y ha prometido, las dos fórmulas a la vez.
El nuevo Doctor Honoris Causa ha agradecido el “honor y la emoción inmensos” por este gesto de la Universidad de Jaén y ha vuelto su mirada a sus primeros pasos en la música “cuando apenas intuía que mi voz podría convertirse en un vehículo para contar historias y transmitir emociones”. Después ha confesado que “ser artista es poder transmitir lo que a menudo no puede expresarse con palabras”, ha dicho que su voz ha sido siempre su mejor aliada, y que ha buscado en todo momento ser un intérprete que conmueve, sacude, despierta sentimientos, y ha continuado: “He procurado mantenerme fiel a mí mismo, resistiendo las modas pasajeras y las opiniones que intentan encasillar”, al tiempo que ha dedicado frases de agradecimiento a los compositores, a los que llama “sastres” que han confeccionado su repertorio “a medida”. Por último ha dedicado el Doctorado a “todos aquellos que, como yo, han encontrado en la interpretación una forma de dar sentido a sus vidas”.
Luego de unas palabras pronunciadas por la consejera de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Catalina García Carrasco, que ha felicitado a la UJA por su crecimiento y “al gran Raphael” por toda una vida dedicado a la canción y siendo un embajador de Jaén, “luchador nato contra viento y marea”, ha sido el rector, Nicolás Ruiz, el que ha cerrado el acto, con un emotivo discurso dirigido al público en general y a su paisano Raphael en particular, ya que ambos son linarenses. Tras reivindicar, como suele hacer siempre, el papel de la UJA como motor del desarrollo de la provincia, ha hecho referencia a los ocho siglos de universidad española que con sus luces y sus sombras es un excelente legado, y en cuanto al título de Doctor Honoris Causa encierra una clave, la salvaguarda del Libro de la Sabiduría, que referido a Raphael ha puesto de relieve “su maestría y talento”, le ha llamado “el eterno Raphael”, y con el título otorgado va unido el respeto y la admiración a su brillante trayectoria, que pasa a engrosar la larga lista de personalidades que han obtenido el mismo tributo por parte de la UJA.
Ha recordado a los asistentes y al propio homenajeado, que la de Jaén es una universidad joven, pero al tiempo una institución reconocida y valorada dentro y fuera de España, y especialmente en nuestro territorio por la sociedad jienense que la tiene como un sentimiento de orgullo, y ha dicho más, que esta provincia será en gran medida el reflejo de su Universidad, agradeciendo el respaldo en este día de las instituciones en un acto en el que se venía a reconocer la fuerza de la palabra, calificando a Raphael “como uno de esos seres de luz”. “Las fiestas son más divertidas cuando cantamos ‘Mi gran noche’, ha abundado el rector, para añadir que como ocurre en toda gran obra, y este es el caso de Raphael, sus canciones en cierto modo han dejado de ser suyas para convertirse en patrimonio colectivo. Tras llamarlo “artista total”, le ha agradecido también como paisano que nunca se haya olvidado de dónde viene, y ha alabado su carisma, cercanía y humildad. Se ha unido al abrazo colectivo y, en lo que me ha parecido un mensaje bien directo, ha reivindicado, como es el caso de Raphael, “rebeldía e inconformismo, porque Jaén lo necesita”. Para concluir, el Rector Magnífico ha elegido la letra de una canción: “Estamos aquí para quererte, para adorarte. Gracias, digan lo que digan”.
Al finalizar Raphael ha estado en la foto de familia con la comunidad universitaria y acto seguido lo han asediado asistentes y admiradores que se han sumado al conocer la presencia del artista. Muy en su papel, junto con su familia y una representación de Linares que le ha acompañado, amén del “todo Jaén” que no se ha querido perder el acontecimiento, el emblemático cantante ha dejado su estela, siendo “aquel”, es decir, el mismo. Hoy he recordado tanto con él como con su esposa Natalia, las dos ocasiones en que siendo yo responsable de Ideal en Jaén le concedimos sendas distinciones, fuimos pioneros en distinguir al linarense: Ideal del Año e Ideal del Siglo XX. Es verdad lo que se ha recordado hoy, jamás se ha ido de su tierra, y sus canciones forman parte, como esa mítica “Mi gran noche” a la que ha aludido el rector, de la banda sonora de nuestra vida, desde los años sesenta hasta hoy mismo y con vocación de durar mucho más.
Foto: Un primer plano de Raphael, el nuevo Doctor Honoris Causa, que ha sido el gran protagonista hoy en la Universidad de Jaén.