Es verdad que en Jaén hay al menos un puñado de empresarios que merecen la pena, pero si se aumentaran y hubiera una docena como el que he tenido la oportunidad de escuchar esta mañana en la Institución Ferial, el catalán José Luis Bonet, el futuro creo lo teníamos asegurado como provincia. Y si el aceite de oliva de nuestra tierra utilizara la mentalidad que ha presidido la estrategia durante muchos años de la firma Freixenet, siendo como es nuestro oro líquido un producto de calidad excepcional, tanto o más que lo puedan ser los vinos espumosos, porque además tenemos a nuestro favor la consideración de producto bueno para la salud, hoy estaríamos a años luz del lugar en el que todavía nos encontramos, discutiendo en pleno siglo XXI y con un mercado enormemente competitivo, sobre las arcaicas subvenciones de Europa en vez de comernos el mundo vendiendo el aceite de oliva virgen extra y haciéndonos de oro gracias a él por ser capaces de obtener de nuestra riqueza todo el valor añadido.
El caso es que me ha resultado deliciosa la intervención de José Luis Bonet, presidente de Freixenet y del Consejo General de Cámaras de Comercio de España, invitado a participar en los Diálogos ‘Jaén Nuevo Milenio’ de Diario Jaén. Lo ha presentado, y no me parece casual, otra empresaria jienense de éxito, Rosa Vañó, directora comercial de Aceites Castillo de Canena, una firma de la tierra que con un aove de excelencia hace tiempo que conquistó los mercados internacionales y ha marcado la senda del único camino que corresponde a un producto tan atractivo como el aceite, la calidad.
Ante un auditorio en el que también hemos visto a bastantes empresarios, Bonet, un señor mayor pero que está muy lúcido y que tiene numerosos cargos de representación empresarial, debe ser por algo, ha dado una lección, pero lo ha hecho desde la humildad y tratando de aplicar para los intereses de Jaén el modelo de buenos resultados que ha tenido su potente firma.
Bonet se ha declarado “mitad monje, mitad soldado”, en el sentido de que se ha movido en el mercado de la Universidad y la empresa, tratando de aunarlos. Luego ha enfatizado la importancia que en el mundo del éxito empresarial se concede a las tres T (Talento, Trabajo y Tenacidad), con el que ha resumido la historia de Freixenet, compañía con más de cien años de existencia y que hoy representa nada menos que una producción de 175 millones de botellas y más de 500 millones de euros de facturación, y es la primera empresa del mundo en vinos espumosos de calidad, y la primera exportadora.
Ha hecho historia de su compañía y de los avatares propios de su trayectoria, en la que lo más importante de todo este tiempo ha sido una marca y buenas redes comerciales, factores que se pueden trasladar a cualquier otro sector, por ejemplo el mismo del aceite del que depende en gran medida la economía jienense.
El conferenciante ha señalado las líneas maestras para ser alguien en el mercado: si es empresa familiar debe funcionar la cohesión, sin la cual puede haber dificultades; otra premisa fundamental es la calidad, sin ella nada es posible, a su juicio España aporta una gran fortaleza en el sector agroalimentario y en el caso del aceite por descontado; otros aspectos elementales son la competitividad, la ambición, la innovación permanente, la internalización, la marca, la determinación y el esfuerzo, junto con la fortaleza y el coraje.
Si interesante y aleccionadora ha sido la charla, muy amena y que se ha hecho corta por la manera con que ha ido hilando los temas, el posterior coloquio igualmente ha dejado muestras del conocimiento y la experiencia de este gran empresario, quien ha sugerido a empresas como Castillo de Canena, a la que ha considerado modélica, la posibilidad de establecer alianzas con marcas de no tan alto nivel, y, desde luego, ha insistido en la necesidad de eliminar los graneles para que crezcan las expectativas de esta provincia olivarera, cuyo potencial observa como muy favorable si se hace bien el trabajo de transformación.
Es de esperar que sus consejos, los de un hombre sabio y uno de los empresarios emblema de nuestro país, no caigan en saco roto en una provincia tan rica, con un producto muy atractivo, pero que tiene aún mucho camino por delante, sobre todo si lo comparamos con lo que desde Cataluña una familia fue capaz de hacer con los vinos espumosos, muy buenos por cierto, pero a los que nada puede envidiar el oro líquido que nosotros poseemos. Otros lo quisieran, saquémosle más provecho, parece que pretendía sugerir el ilustre conferenciante, cuya presencia ha sido providencial y oportuna en este momento en el que el sector del aceite de Jaén empieza a despertar y necesita modelos y referencias.