Por ANTONIO GARRIDO RUIZ / Decía Xavi Hernández que la Supercopa de España podía significar un punto de inflexión positivo para una temporada bastante gris del Barcelona. Nada más lejos de la realidad. La Supercopa no ha hecho más que ahondar en la crisis del Barça y en la confirmación de la diferencia competitiva que hay entre el equipo de Ancelotti y el conjunto de Xavi, que lejos de estar en construcción como viene sosteniendo el técnico catalán, parece más bien en demolición.
Vinicius fue la pesadilla de los azulgranas. La pierna ejecutora encargada de derribar un muro defensivo culé cada día más blando. Nada que ver con la fortaleza en la zaga que demostró el Barcelona la temporada pasada y que le valió para ganar la Liga del ‘unocerismo’. El brasileño marcó el primero en un mano a mano propio de un partido de benjamines, corriendo durante 30 metros absolutamente solo. Anotó el segundo tanto tras un pase de la muerte de Rodrygo y provocó el penalti que sentenció el encuentro antes del descanso con su particular ‘hat-trick’. Minutos antes, Lewandowski daba esperanzas al Barça con el 2-1, pero fueron muy efímeras.
La segunda mitad se jugó por los mismos derroteros de la primera. El Barça, con una posesión estéril y el Madrid machacando al espacio. Rodrygo castigó con el 4-1 definitivo tras aprovechar un error grosero de Jules Koundé. El Madrid las tuvo para sonrojar al Barça con la célebre ‘manita’ pero perdonó, incluso jugando con uno más durante 20 minutos por la expulsión de Ronald Araujo.
Xavi Hernández siempre ha sostenido que más allá de ganar, es importante el cómo. Su Barça no tiene ni una cosa ni la otra. El 4-1 en la final de la Supercopa no es más que la guinda de la nefasta temporada del Barcelona. A 7 puntos del liderato en la Liga y, eso sí, aún vivo en Copa y Champions. Veremos hasta cuándo. El Real Madrid mientras, a lo suyo. Ganan, convencen, con un proyecto sostenible y un futuro brillante. Que aprendan en Can Barça.
Foto: Vinicius celebra uno de los goles. (EFE).