Por ANTONIO GARRIDO / MERECE la pena, aprovechando que se cumple este año y por estas fechas, el 44 aniversario del inicio de las actividades de lo que en sus inicios fue Universidad Literaria de Verano de Baeza, adscrita a la Universidad de Granada, hacer un breve recorrido sobre la trayectoria, sobre todo en este ámbito universitario, de la ciudad, en este periodo, justo desde la llegada de la democracia a la vida de los pueblos. El de Baeza es un caso singular de transformación, a lo que últimamente ha contribuido decisivamente su declaración, en el año 2003, junto con su hermana Úbeda, como Patrimonio de la Humanidad.
En el verano de 1979 se iniciaron, con una atención especial al Renacimiento, las actividades de la Universidad Literaria de Verano, que fueron una realidad gracias a la visión de un gran alcalde, el recordado José Luis Puche Pardo, elegido por las siglas de la Unión de Centro Democrático (UCD) pero que tuvo el respaldo político en aquel momento del que fuera gobernador civil, Enrique Gómez Palmero, y de la Universidad de Granada, al frente de la cual estaba el profesor Antonio Gallego Morell. Un grupo de colaboradores (no me atrevo a relacionarlos por temor a olvidarme de alguno, aunque imposible olvidar a Luis María Diosdado), se encargaron de materializar las primeras actuaciones con un grandísimo entusiasmo, entre ellas el sonado curso de español para extranjeros, con lo que se ponían las primeras piedras en el anhelado proyecto de devolver a Baeza lo que un día le fue usurpado, el ámbito universitario, aunque ahora lo sea no en una Universidad convencional, sino en lo que se ha ido transformando en lo que hoy es, una de las sedes, la ‘Antonio Machado’, de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), que mantiene un claro compromiso con Baeza y se ha manifestado como un referente de calidad en su amplia y variada oferta, ubicada por cierto en dos soberbios edificios monumentales, el renacentista Palacio de Jabalquinto, auténtica joya, y el antiguo Seminario Conciliar de San Felipe Neri. Fue en el año 1994 cuando se creó la Universidad Internacional de Andalucía, uniendo la antigua Universidad Iberoamericana de La Rábida (Huelva) y la Universidad Antonio Machado, en Baeza
Este lunes, día 21 de agosto, se ha puesto en marcha la tradicional cita con los cursos de verano, uno de sus grandes referentes, aunque la actividad abarca a todo el año, con una variada oferta académica, cultural y artística, dirigida fundamentalmente a la especialización del posgrado, sin olvidar las actividades de investigación, formación continua y extensión universitaria. En esta edición y hasta el 8 de septiembre se van a desarrollar 16 cursos de verano, 8 cursos y 8 encuentros. En esta primera semana el programa se centra en la poesía, inteligencia artificial, envejecimiento activo y protección fiscal del medio ambiente, con una destacada nómina de ponentes.
Baeza se lo ha merecido, lo ha ganado a pulso, por la respuesta a su Universidad y por el propio vigor y retos que se han operado en todos estos años. Baeza era una ciudad de pasado, refugiada tal vez en exceso, en su recato. Hasta al mismo Antonio Machado, profesor de Francés que fue en su Instituto, entre 1912 y 1919, le costó trabajo reconocer el poso íntimo de este pueblo hasta que llegó a enamorarse al fin de los campos de Baeza. La apuesta de futuro cambió la faz de Baeza, que debe en gran parte el impulso a los alcaldes de la democracia, el ya citado José Luis Puche, y después, por este orden, Eusebio Ortega, Javier Calvente, Leocadio Marín, Lola Marín y que a buen seguro continuará el actual regidor Pedro Cabrera. Lo cierto es que Baeza empezó a crecer y a funcionar, y hoy no es solo esa atractiva y evocadora Patrimonio de la Humanidad, sino bastante más que eso, es una población de presente y, sobre todo, de futuro. Bien es cierto que Baeza, incluso en sus peores momentos, en los que se le veía languidecer a pesar de sus potencialidades, ha sido una ciudad con vocación de pluralidad, muy abierta. Su plaza siempre nos pareció como una gran Torre de Babel, y sus soportales, testigos del tránsito de gentes que la convirtieron en lo que sigue siendo, el corazón de Jaén, con un peso y una huella indelebles.
Precisamente al cumplirse 44 años del inicio de los Cursos de Verano tiene sentido rescatar lo que fue la antigua Universidad de Baeza, que duró alrededor de tres siglos, y constituye un legado histórico, el de una institución que fue afamada, vieja e influyente. Y de alguna manera lo ocurrido desde 1979 representa el testigo de una larga trayectoria que figura con letras de oro en los anales de un gran pueblo que evoca tantos hechos destacados a lo largo del tiempo. Ahora se abre la oportunidad de que cientos de personas arriben a este espléndido municipio, para recorrer la que es sin duda una de las ciudades más hermosas de Andalucía y de España. Una huella imborrable, una más de las que el tiempo ha regalado a Baeza y los baezanos. El caso es que la gran conquista tuvo numerosas vicisitudes, amagos de supresión, hasta que llegó el momento de la despedida con un decreto fulminante de Fernando VII que así lo determinaba.
Magnífica idea la que se ha tenido para rescatar esta página gloriosa de la historia de Baeza, su antigua Universidad, que puede seguir invitando a hacer alguna apuesta esperanzadora en torno a si sería posible en el escenario actual que lo mismo que existe la UNIA, la propia Universidad de Jaén, en atención a los tres siglos de vida de la institución baezana, pudiera plantearse establecer en la ciudad algún grado o disciplina para sellar el compromiso con el pasado de prosperidad y cultura, en pleno siglo XVI, que marcó para siempre el esplendor, la belleza y la monumentalidad de Baeza. No me parece una utopía, y por el contrario tiene plena justificación en la historia y en la propia infraestructura con la que hoy se cuenta. Sería la mejor noticia para la ciudad, que el “Gaudeamus Igitur” se recupere de las tradiciones añoradas.
La antigua Universidad de Baeza fue fundada por bula del Papa Pablo III en 1538, y se trataba de una de las cuatro fundadas en el siglo XVI, junto a Sevilla, Granada y Osuna, en el marco de una programación de fundaciones universitarias que se extendió por toda España, que se encuadraba en el grupo de “universidades menores”, frente a las “universidades mayores”, como las de Salamanca (con la cual estableció lazos la de Baeza), Alcalá o Valladolid. En la fundación, según se recoge en diversas crónicas, participó el clérigo local Rodrigo López, notario y familiar del Papa Pablo III, y en un principio solo fue un colegio de primeras letras. Pero llegó San Juan de Ávila a Baeza, magníficamente formado, y con muchas ganas de afrontar retos educativos, y fue de su mano cuando la Universidad tomó verdadero impulso, de ahí que al poco de su creación ya obtuvo licencia para impartir los estudios de humanidades, que le abrió la puerta a la expedición de los grados de bachiller, licenciado y doctor en artes y en teología, enseñanzas de las cuales se encargó el propio Juan de Ávila.
Con el tiempo se fueron creando nuevas cátedras de retórica, gramática, griego, filosofía o teología escolástica. Tan reconocido fue en su tiempo que el actual patrón del clero fue patrono de la Universidad de Baeza desde 1540. Sus primeros alumnos continuaron su labor docente y lograron convertir a este centro en referente en toda Andalucía. Sin embargo tampoco faltaron obstáculos, uno de los más importantes, la llegada de la Inquisición que acusó a parte de su claustro de “alumbrados” y varios de ellos fueron encarcelados, el propio Juan de Ávila estuvo un año en prisión, hasta que se abandonaron las causas al no poderse probar las acusaciones y la vida universitaria pudo seguir su curso. Por cierto, ya que la Universidad de Jaén tuvo el hermoso gesto de sumarse a la conmemoración del 450 aniversario, por deferencia a Baeza, cabe recordar que la Universidad baezana ganó un pleito contra quienes intentaban fundar una institución similar en Jaén. El caso es que la gran conquista de Baeza tuvo numerosas vicisitudes, amagos de supresión, hasta que llegó el momento de la despedida con el aludido decreto de Fernando VII que así lo determinaba. Su sede definitiva, el soberbio edificio que hoy es Instituto de Enseñanza “Santísima Trinidad”, en cuyas aulas enseñó Antonio Machado, quedó huérfano de la vida universitaria que marcó a la Baeza de siempre.
Foto: Imagen de la fachada de la sede Antonio Machado de la UNIA, en Baeza, donde hoy se ha iniciado la programación de verano.