En el XVIII Congreso Nacional del PP que se celebrará del 10 al 12 de febrero se aprobará, casi seguro, una fórmula híbrida para intentar hacer callar y dar satisfacción a los dirigentes y militantes que quieren primarias al estilo del PSOE, aunque esa propuesta, en el fondo, creo que cambiará el escenario muy poco, dados el mecanismo interno y la férrea disciplina que imperan en el Partido. El aparato va a proponer un nuevo sistema de doble vuelta: primero urna para los precandidatos y luego compromisarios para elegir al presidente. Los afiliados que quieran votar en la “preselección” tendrán que inscribirse como “electores”, y sólo votarán esos que previamente conoce el aparato, no toda la militancia, lo que complica mucho más la participación, al tener que “señalarte”.
Tengo la esperanza de que algún día en mi partido se eviten votaciones a la búlgara, donde el candidato cosecha, en el peor de los casos, el 98% de los apoyos de los compromisarios, entre grandes ovaciones y vítores. En definitiva intentar que nada cambie, objetivo prioritario de los aparatos de todos los partidos políticos.
Pero, ¿por qué teme tanto el PP que se instauren las primarias?, ¿por qué no dar el voto a los más de 800.000 militantes? Hay muchas voces dentro del partido, aunque no lo digan en público, que reclaman las primarias y que la elección del candidato/a no sea siempre a dedo. Es necesario un Congreso abierto, donde todos los militantes puedan votar, no sólo los compromisarios, que previamente han sido designados, democráticamente, a dedo por el aparato. Todos los dirigentes del PP defienden que los militantes deben ser los protagonistas del Partido. Nada más lejos de la realidad. En realidad, tan sólo se nos requiere para echar una mano en la campaña electoral, repartir folletos, o hacer de interventor o apoderado 10 o 12 horas, y poco más.
De ahí la desafección política actual de los militantes, completamente apartados de la vida orgánica del Partido, salvo para pagar religiosamente la cuota de afiliado, que además este año no ha servido ni para poner la caseta de la feria de San Lucas.
¿Por qué las primarias no se instauran para elegir el candidato a la alcaldía en las próximas elecciones en las distintas localidades? En nuestro caso, Jaén, los militantes de Jaén tenemos mucho que decir en público lo que manifiestan en privado. Ese candidato a alcalde así elegido tendría sin duda el respaldo del PARTIDO y no el del Partido. El candidato a alcalde debe de contar con la aprobación de los militantes de su localidad, sus más fieles seguidores. Si a la pregunta: ¿consideran adecuado que el candidato a alcalde lo elijan los militantes de la localidad?, todos responden que por supuesto, ¿por qué no se hace?, ¿por qué tanto miedo a dar la voz a los militantes?.
No obstante, considero que la gran batalla estará en la limitación de cargos, que en mi partido se coleccionan como los dedales. El Congreso discutirá lo que está en boca de todos: la propuesta del presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, fiel defensor de la máxima “una persona, un cargo”. Y se defenderá lo sensato y razonable: la dedicación y exclusividad. Adivino una dura pugna con dos bandos.