Por INMACULADA HERRADOR LINDES / Algo en lo que cualquier jiennense estará de acuerdo conmigo es en el hecho de que una de las mejores cosas que le ha pasado a Jaén en estos últimos treinta años ha sido su universidad.
Una universidad que nos ha permitido quedarnos en nuestra provincia para recibir una educación superior de calidad, sin tener que irnos a Málaga, a Madrid o a Granada, y que ha hecho posible que muchas familias hayan dado estudios a sus hijos e hijas sin tener que hacer grandes sacrificios o, haciéndolos, pero de una forma asumible y consiguiendo que la falta de recursos económicos no fuera un impedimento para su desarrollo personal, reduciendo desigualdades.
Una universidad que da empleo y fija en el territorio a más de un millar de docentes con una altísima cualificación y a quinientas personas profesionales de administración y servicios y a sus familias y mantiene en Jaén a 15.000 estudiantes, que alquilan pisos, consumen y viven en Linares, Úbeda y Jaén capital, o lo hacen en sus pueblos de origen, dentro de la provincia.
Una universidad en la que se han consolidado importantes grupos de investigación que hacen transferencia de conocimiento a nuestras empresas, a nuestras administraciones e instituciones y a nuestra sociedad en campos como la robótica, la biotecnología, la salud, la informática, las telecomunicaciones, las energías renovables, el patrimonio o la agroalimentación y que nos sitúan en una mejor posición competitiva frente a otros territorios.
Pues bien, esta universidad, nuestra Universidad de Jaén, con el nuevo modelo de financiación de universidades que quiere fijar la Junta de Andalucía perdería el 5 por 100 de la financiación anual que ahora tiene hasta 2026 y, en el mejor de los casos, no se incrementaría su financiación en los próximos años, mientras que otras universidades como la de Granada, Córdoba o Almería aumentarían sustancialmente su presupuesto. La aplicación del modelo, tal y como está establecida en estos momentos, no sólo genera enormes desequilibrios, sino que llevaría a la Universidad de Jaén a tener dificultades estructurales a corto plazo, con las importantes consecuencias que ello tendría para nuestra provincia. Y tengamos en cuenta que es un modelo que tiene otras fórmulas de aplicación posibles, igualmente razonables, en las que la Universidad de Jaén, en lugar de perder financiación relativa, la ganaría.
Llevamos mucho tiempo reivindicando una discriminación positiva para Jaén, pero si no la recibimos, al menos, no nos traten distinto, trátennos igual.