Un decenio se mide en años. Si hablamos de Jaén también se mide en proyectos, logros, fracasos, frustraciones, promesas, incumplimientos y un largo etcétera. Y en esa medida la balanza se inclina con claridad hacia el debe respecto al haber.
Echar la vista atrás es necesario, aunque en demasía doloroso cuando se trata de esta ciudad, para saber hacia dónde vamos o hacia dónde deberíamos ir. Por ello hay que contarlo e incluso en ocasiones, recordarlo, que es una forma de volverlo a contar. Y en eso es deseable la mirada de un periodista.
Ya conocen esa frase hecha de los periodistas y su condición de notarios de la realidad. Matizable, porque más allá de dar fe el periodismo requiere también de conocimientos, observación y análisis y por supuesto, fuentes creíbles, y eso es aplicable a la información y a la opinión; aunque en esta última el autor puede constituirse en fuente. A eso hay que unirle el rigor, la honestidad y el buen escribir.
Algunos de ustedes también conocen esa afirmación de Kapuscinski de que “los cínicos no sirven para este oficio”¹ del periodismo; que hace mucho tiempo y pese a algunos se convirtió en profesión con todo lo que eso debería sumar.
Se puede ser cínico desde la ironía o el desencanto y eso no invalida para ser periodista. Otra cosa es ser mala persona, lo que te impide ser un buen periodista y otras muchas cosas. Y sin embargo, eso no evita que haya personas ejerciendo el periodismo, que incluso se autodenominan periodistas, que son malos profesionales y por encima de todo, malas personas. Algo que como bien saben no es patrimonio en exclusiva de profesión u oficio alguno, porque para desgracia general hay superávit de desalmados.
No es el caso de Raúl Beltrán. Él es uno de esos periodistas que confirma que ser buena persona no le resta ni un ápice a sus bondades como periodista y viceversa. Si al poeta Cernuda y a tantos otros les dolía España, esta España nuestra y mía, a Raúl le duele Jaén. Y le duele en lo general y en lo particular. Y le mosquea que “por los siglos de los siglos”³ esto parezca no tener solución. Gobierne quien desgobierne y mande quien desmande.
Escribe Saviano en su “Gomorra” que “la ética es el límite de los perdedores”². Y Raúl sabe mucho de eso, porque no pasa las líneas rojas que diluyen al periodista y dejan paso al profeta, al especulador o al portavoz. Y es triste hablar de ética para referirse al ejercicio del periodismo, porque es algo que se presupone, pero la realidad demuestra que a los que renuncian a ella en esta profesión les va bien, incluso muy bien, y que aquellos que no la pierden de vista están de una manera u otra condenados.
Sus 10 años de artículos de opinión son una radiografía nítida de Jaén, en la que más allá de la bondad o la mala uva de sus protagonistas lo que se refleja es la incapacidad para la gestión, la opacidad, la ausencia de un proyecto de ciudad y/o la prioridad a los intereses de unos pocos en detrimento del denominado interés general. Y también evidencia que aunque lo de medir el tiempo sea relativo, en esta ciudad las hojas del calendario tardan más en caer, los granos de arena deben pesar más y las agujas del reloj dan la sensación de marcar las horas hacia atrás. De modo que esos 10 años parecen ayer.
No soy optimista de cara al futuro porque el hoy se empecina en golpearnos en el rostro (incluso en el Santo Rostro) y la realidad nos muestra que pese a quien pese no es cuestión de ideología sino de voluntad, y esa desaparece a la par que se acomodan las posaderas en los sillones institucionales. Tampoco creo en plataformas milagrosas, porque cuando te pones de perfil tarde o temprano a todos se nos acaban viendo las costuras; y algunas son visibles para el observador desde el principio de los tiempos.
Aún así, comparto el dolor de Raúl por esta tierra y coincido en su aplauso de “lo fértil” y su denuncia de “lo estéril y lo mezquino” como finalidad del periodismo. Ignoro si el último fin, pero, sin discusión, uno de ellos.
Le dice Hugo Pratt al Corto Maltés a través de uno de sus personajes: “Lo que tú buscas no existe”4; con la esperanza de que el marinero renuncie a marcharse y fije el ancla. Y puede ser cierto, pero ello no impide la búsqueda. Llegando a la paradoja de que algo comience a existir por el hecho de ser buscado. Esa búsqueda es la razón de ser del periodismo. El periodista busca la verdad, aunque no siempre logre encontrarla. Pero un buen periodista no abandona nunca la búsqueda. Por muchos decenios que haya que descontar.
1.- “Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo”, Ryszard Kapuscinski. Anagrama. Colección Compactos, 2005.
2.- “Gomorra”, Roberto Saviano. Penguin Random House Grupo Editorial, 2019.
3.- “Por los siglos de los siglos, Jaén ¿Amanece tras la crisis?”. 10 años de artículos de opinión, Raúl Beltrán García. Líberman Editorial, 2019.
4.- Corto Maltés. “El mar de oro”, “Un águila en la jungla”, Hugo Pratt. Editorial PlanetaDeAgostini, 2018.
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