El otro día, fruto de uno de esos enlaces de youtube que te van llevando de un vídeo a otro y que al final ni te acuerdas de lo que pusiste al principio en el buscador, llegué a uno interesantísimo; se trataba de un documental que explicaba de qué manera podían llegar a influir los juegos de la infancia en la formación de la personalidad adulta. Y durante los 45 minutos que duró (que se me pasaron volando) me quedé absorta. Y cuando terminó, me entraron unas ganas inmensas de realizar mi propio estudio científico.
Me propuse averiguar hasta qué punto tenía razón este planteamiento aplicándolo a la sociedad jiennense. Sentía intriga por conocer el origen del carácter tan especialmente especial de sus gentes, y me puse manos a la obra.
Lo primero que hice fue fijar el objeto del estudio: la población de ambos sexos mayor de 35 años residente en la ciudad de Jaén. Y lo segundo, elaborar una breve lista de juegos infantiles con los que aquellos se hubiesen divertido al inicio de sus vidas.
El primero que me vino a la mente fue “A la una mi mula”, consistente en que te agachabas y todos los demás te pasaban por lo alto pegando un salto apoyando sus manos en tu espalda (y, encima, dabas gracias de que no te pegaran una patada en la cabeza). Terminabas con la espalda hecha mistos pero ni se te ocurría quejarte, (para que te pusieran otra vez de mula…, pues sí…).
El segundo, “El látigo”. Comenzaba cogiéndose todos los participantes de la mano, (pero no os equivoquéis, no era para ir más unidos, sino para infundir más fuerza al movimiento que conseguía tirar por los suelos al que iba de vagón de cola). La gracia consistía en que el último pegase un buen cepazo y los demás se partiesen el pecho del pobre damnificado. (Pocos leotardos rompí por las rodillas….).
Y el tercero y último: “Tantaramusa, la perra Catusa”. Os acordaréis, los que tengáis cierta edad, de que había que arrodillarse, todos los demás te daban lo que no está escrito de sostrazos en la espalda y además te mandaban a que hicieras algo (y tenías que hacerlo, por muy reticente que fueses o por muy absurdo que fuese el “mandado”.)
Ya tenía los sujetos del estudio, el objeto y me faltaba encontrar la relación. Mi misión era descubrir el enlace entre estos juegos y una sociedad a la que le suben el IBI y ni se inmuta, una sociedad a la que le suben el precio del agua y le da igual. Una sociedad a la que se le priva de disfrutar de su patrimonio y como el que oye llover. Una sociedad a la que fácilmente se le distrae con actos pomposos y superfluos. Una sociedad a la que se le engaña sistemáticamente en su cara y no pasa nada….
Fue como una revelación, un flash en mi cabeza: Por fin encontré la conexión: Cuando alguien se ha criado arrodillándose ante otro creyéndole superior, cuando alguien se ha criado recibiendo golpes sin inmutarse, cuando alguien se ha criado asumiendo órdenes sin sentido sin apenas rechistar, sin el mínimo atisbo de rebelión… No hay otro camino posible que no sea la formación de una sociedad conformista.
Y he aquí mi conclusión final: LA CULPA DEL CONFORMISMO DE LA GENTE DE JAÉN LA TIENE: TANTARAMUSA, LA PERRA CATUSA. ! EA!