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Por JUAN MANUE C AMACHO BUENO / Limpieza, seguridad, climatización, iluminación, accesibilidad… todo ello hace un entorno cómodo y agradable. Eso es lo primero y al alcance de todos los Ayuntamientos para atraer público, por mucha ruina que se tenga. Miren cómo las grandes superficies cuidan todos esos detalles y triunfan. Por ahí ha de empezar un Ayuntamiento en vez de inventar tanta digitalización y hablarnos solo de ampliar aceras. Si no hay público no hay consumo, y si no hay consumidores las aceras podrán ser enormes pero vacías y tristes y los locales nichos cerrados.

Sólo es cuestión de interés y voluntad tener las calles limpias y sin restregones, sin excrementos, sin contenedores a la vista, sin pintadas, sin carteles a mansalva que atiborran farolas y escaparates de locales vacíos, etc. ¿Qué clase de centro es aquel donde hasta los particulares tienen que preocuparse de borrar las pintadas de paredes públicas o de fregar decenas de orines de los perros de la base de las farolas ante la despreocupación concatenada de alcaldes, concejales, técnicos y encargados? ¿No pasean por Jaén? ¿Qué clase de ciudad es aquella donde los propios políticos te dicen que no pueden actuar sobre escaparates de fachadas privadas para quitar los carteles que afean el entorno y parece que vivimos en un barrio abandonado e inhóspito? Que actúe la autoridad con firmeza, sancionando por tirar papeles o por todo lo incívico, aplicando los bandos, actuando de oficio cuando el particular tiene su fachada llena de porquería y pasándole luego la factura por la intervención, como cuando hay una casa en peligro de derrumbre. Con todo respeto lo digo, pero es incomprensible que hasta la propia Policía Local manche su ciudad dejando decenas de sus propias cintas de plástico en vallas, semáforos, etc, porque no las desanudan y les pegan el tirón, dejando los restos colgando ahí meses.

La seguridad no es más que ver policía por la calle atendiendo con cortesía al ciudadano. La climatización, que en los centros comerciales son máquinas de frío o calor, consiste en convencerse de que hay que llenar las aceras de árboles de gran porte para dar sombra al paseante y rebajar la temperatura, crear espacios verdes con encanto, con flores y plantas (trabajo me costó hace años convencer para poner macetas en las farolas) y fuentes ornamentales que con el agua brotando «refresquen» las sensaciones. La iluminación no es más que sustituir los leds blancos por otros de tono cálido para crear espacios acogedores, ya que Jaén es la única ciudad andaluza con ese tono frío que dibuja caras pálidas y calles tristes. Pregunten por qué en las zonas comerciales y calles céntricas de toda España se instalan tonos cálidos, lo que tiene mucho que ver con mejorar el aspecto de la gente e influir positivamente en los estados de ánimo e incitar al consumo.

Y añado que llevo años, sin conseguirlo, suplicando que se le ponga más luz al centro de Jaén, que paseas incómodo por la noche porque ni ves la cara de quien está a cinco metros, que colocan los brazos del Paseo de la Estación a una altura descomunal para abrir haz de luz y ahorrar farolas, dispersando la luz en la copa de los árboles y dejando a oscuras la calzada. Son incapaces de poner unos focos en la zona superior de los semáforos para dar seguridad en los pasos de peatones. Sólo el concejal Juan José Jódar me hizo caso un año y duplicó la luz en la Carrera. Observen como dentro de esos caperuces hay dos tiras de led. Luego vayan a Deán Mazas para ver que sólo hay uno y la plaza está triste, tirando a muerta, cuando se apaga la luz del palacio de los Vilches y no hay actividad de bares. Y así todo el centro. Esa es otra, en esta ciudad tienes que suplicar que el Ayuntamiento haga cumplir a la concesionaria la sustitución de los focos que se funden en monumentos y demás y nadie ha caído que han pasado más de diez años desde que se colocaron los leds en las farolas y muchos están desgastados. Todo suma, si embelleces, haces la ciudad más confortable y generas que los vecinos salgan a pasear y puedan consumir en los establecimientos para contribuir con el comercio local.

Y el tema de la accesibilidad, observen como todas las grandes superficies tienen enormes aparcamientos gratuitos. En el centro de Jaén no hay donde aparcar gratis, a veces ni pagando (y a precios astronómicos, lo que hace que quienes vienen de los pueblos prefieran un ahorro y la comodidad y se marchan al extraradio). Todavía no me he encontrado a político alguno que entienda que han de acabar el parking del Hípico y ponerlo de uso gratuito, al servicio de los clientes de tiendas, bares, restaurantes, etc. Un parking social, no recaudatorio, como ya disponen tantas ciudades para apoyar a su pequeño comercio y quedar en competitividad y comodidad con las macrosuperficies. Pero claro, te dicen que no porque el Ayuntamiento no tiene dinero para acabarlo, aunque luego lo hay para otras cosas y a nadie se le ocurre meterlo en fondos Next Generation u otros. Y aquí te añaden que hay que ponerlo de pago para facturar porque el Ayuntamiento está en ruina. Pues nada, no entienden que los centros comerciales ponen parkings gratuitos para dar el servicio y la comodidad y ganar luego el dinero en el alquiler de locales por la afluencia de consumidores. Hay paradas de taxi en todo tipo de centros comerciales, en el centro se ponen impedimentos, además de tener el tranvía en cocheras más de una década y una lamentable conexión del servicio de autobuses urbanos desde el Bulevar, el barrio más poblado, hacia el centro.

Por todo eso, y más, te encuentras decenas y decenas de locales vacíos en el centro de la ciudad. Toca examinar también el disparatado precio de alquiler o venta de los locales, los problemas que sufren quienes tienen comercios y empresas abiertas en el centro, donde hasta para descargar la mercancía ponen pegas y te limitan hasta las 11 de la mañana mientras en el resto de la ciudad te la pueden llevar por la tarde. Todo es un suma de que nadie se preocupa de pensar en lo básico. Hacen un centro incómodo para el usuario y para quien apuesta su dinero allí. Todo lo descrito anteriormente se cuida en las grandes superficies y provocan que acuda público, mientras en el centro ningún político se ha fijado en estas cosas baratas, básicas y que es el vademecum de atraer público: facilitar las cosas y crear un entorno agradable, atractivo y cómodo. Conozco al menos cuatro establecimientos que se han ido del centro porque los clientes les dicen que acceder es difícil, los transportistas les ponen achaques por los condicionantes para el reparto, por cosas como tener aceras rotas y sucias por el maldito granito poroso gris que es una oda a la absorción de la mugre, o que en la calle de Correos no plantaron ni un árbol de sombra y no hay quien pasee por allí desde el mes de marzo por el tremendo calor. Todo eso echa para atrás a quienes buscan alquilar locales. Si no hay paseantes, no hay ventas.

Luego tienes que en el centro no hay vida de lunes a viernes porque las familias jóvenes viven en el Bulevar porque tienen cocheras, piscinas, accesibilidad. Allí, en la zona norte, vive el 75% de la ciudad y en el centro y casco histórico muy poca población, siendo muchas personas mayores y teniendo numerosas viviendas vacías. Tampoco la Universidad ha ido nunca a meter vida y economía con 3.000 universitarios en facultades que podrían estar allí, como hay en tantas ciudades alegrando las calles y activando la economía del centro urbano, pero es que los profesores que vienen de Granada quieren evitar el centro para regresar a su casa rápido y se impone el modelo campus concentrado, de espaldas a la ciudad y también en la zona norte, como todo. El Olivo Arena también en el extrarradio, miles de personas que vienen de los pueblos, ven el partido y ante los atascos y al ir ya en coche se marchan sin pasear por las calles ni gastar un solo euro en tiendas o bares, por mucho que algunos suplicamos en su día que se emplazara este palacio de deportes en la plaza de toros o en el espacio aledaño al antiguo hípico para integrarlo dentro del casco urbano y generar economía local y visitas al patrimonio de la ciudad.

Luego tienes aquello de que ningún político ha procurado convencer a las marcas tractoras (Stradivarius también se marcha del centro en unos meses) para que permanezcan en el centro, a diferencia de lo que sí hacen alcaldes de otras capitales. Para colmo, en el centro te cobran el IBI de primera categoría porque siguen pensando que hay enormes ventas en esas calles y que pasan las mismas miles de personas que en los años 80, cuando es totalmente lo contrario. Y cuántos clientes son multados por parar un segundo en algún pequeño hueco para recoger un paquete rápido.

Existe una falsa realidad, que es la que observan muchos ciudadanos al tomar unas cervezas los sábados por la noche en el centro y verlo ese día lleno a rebosar, o los días concretos de Navidad, cabalgatas o Semana Santa. Piensan que así está el centro de lunes a viernes, todos los días y meses. Nada más lejos de la realidad. El comercio del centro está desangrándose y lo está pasando muy mal. Cada día me asomo en horarios distintos a la azotea de mi hotel en la plaza Deán Mazas y veo desiertas las calles de La Carrera, la plaza Deán Mazas y todo lo aledaño. Pasean personas mayores, cada vez quedan menos aún. No hay gente joven, no hay consumidores. Y nadie se ha preocupado de analizar todo esto que ocurre en el centro de Jaén. Sólo hay críticas a si se pone tal o cual centro comercial en las afueras, que son iniciativas privadas que tienen derecho a que se les conceda su licencia y que, por otra parte, también disponen firmas que antes sólo estaban en Granada y los jiennenses de la provincia se fugaban allí. Ahora vienen, pero no entran en Jaén. El problema es no hacer una ciudad digna, limpia, cuidada, cómoda, con pavimentos dignos y con materiales de categoría. Y cada día me encuentro a más personas que dicen que están buscando un local fuera del centro porque allí todo son impedimentos. Estoy enamorado del centro, pero mi hotel es el único de la ciudad al que impiden poner señalización de acceso, al que ponen trabas a la furgoneta de la lavandería externa que ha de ir a recoger toallas y sábanas, al que asustan a los clientes para llegar en su vehículo.

Y cosas así vivimos quienes aquí tenemos negocios, mientras vemos además que a partir de las seis de la tarde, de lunes a viernes, no hay ni un alma por nuestras aceras y tampoco ningún coche que circule para dar cierta seguridad de que alguien pasa… todo se queda tan muerto que te da miedo pasear por el centro, además porque no ves a policía alguno ni la iluminación acompaña con su tono frío y lúgubre y sin potencia. No hay público y eso es muy grave porque vacía locales y más locales. El centro de Jaén dista mucho de lo que sí se ha procurado políticamente en las demás capitales andaluzas. Habría que tomarse muy en serio el centro y el casco histórico y empezar ya por lo sencillo y básico. Salgan a pasear, vean la realidad y dejemos de echar balones fuera con tantos estudios y cosas que se llevan diciendo lustros y que no son más que parches para no afrontar las realidades inmediatas. Hay mucha dejadez, inacción y falta de imaginación. Se puede seguir escribiendo mucho más, pero hoy ya está bien.

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