Resuenan por diferentes canales los ecos esperanzados de muchos jiennenses que acudieron a la populosa manifestación del 17 de Junio. Observo un nivel de satisfacción como si sólo el hecho de haber conseguido concentrar tal número de asistentes hubiera ya significado la
consecución de las justas reivindicaciones que se esgrimían en ese acto.
Sobran argumentos para respaldar esta acción popular que, por fin, ha movilizado a una parte de la sociedad jiennense para hacer patente su hartazgo ante esa indolente, dolosa y consciente relegación de que está siendo objeto Jaén y su provincia por parte de las administraciones del estado y autonómicas de cualquier color político. Por si fueran pocas y evidentes todos las pretericiones contabilizadas a lo largo de los años, todavía podríamos esgrimir los resultados de las estadísticas y ranking que se publican periódicamente para consolidar el derecho a las justas reivindicaciones donde nuestra provincia ocupa siempre los últimos lugares en cualquiera de las variables de bienestar social, medios y niveles educativos y sanitarios, renta y riqueza per cápita, etc… Ahí quedan las últimas informaciones publicadas relativas a los niveles de paro en las que Linares aparece como la primera ciudad española con el mayor índice seguida muy cerca por Jaén capital.
Otro dato que también contribuye a reforzar nuestra débil posición socioeconómica estructural y que avala nuestras quejas, nos lo facilita el análisis de la composición del empleo provincial, ya que, según los datos de la Seguridad Social al cierre de 2016, de 240.682 afiliados, el sector de la agricultura y los servicios copan el 85% del total y sólo el 10% corresponde a la industria, siendo casi marginal el nivel de la construcción. Especial mención cabe hacer sobre el empleo en la capital donde casi la mitad de los trabajadores, 26.679 de un total de 63.372, trabajaban para alguna administración, correspondiendo una magnitud parecida al sector servicios, siendo casi testimonial el correspondiente a la industria.
Efectivamente sobran razones para clamar por este trato discriminatorio que se ceba con nuestra provincia, sin embargo no debemos obviar que el desarrollo socio económico también depende del nivel de la iniciativa privada que impulsa la acción económica. Y, en este aspecto, también cabría asumir nuestra desidia, adormecimiento y conformismo ya que, como he repetido en algunas ocasiones, nos hemos acomodado a este estado de cosas desaprovechando algunas oportunidades cercanas y para muestra valga, por ejemplo, que la mayor parte del filón de la industria auxiliar que era requerida en su momento por el sector aceitero haya sido asumido por empresas foráneas, como demuestran los registros de las
empresas de esta índole que acudieron a la última edición de Expoliva.
En cualquier caso, la marcha del 17 de Junio debe ser el principio de un cambio de actitud que debe tener su continuidad en un seguimiento del comportamiento futuro de las administraciones implicadas y en el cambio de nuestra actitud respecto al aprovechamiento de las oportunidades que depare nuestra dinámica económica. Y una última cuestión sin ánimo de enfriar esperanzas e iniciativas, somos más de 113.000 habitantes en la capital y, por otro lado, muchas de las reivindicaciones que se reclaman tienen carácter provincial, por tanto unir fuerzas siempre ha dado mejores resultados.