El consumo se considera como uno de los motores más destacados de la demanda interna y tiene una repercusión trascendental en la actividad económica, es decir, en el aumento de la producción de bienes y servicios de las empresas, redundando, finalmente, en la creación de más empleo y realimentando, a su vez potencialmente, el crecimiento del consumo.
Sin embargo su pujanza está supeditada a una serie de determinantes. Me estoy refiriendo a condicionantes tan destacados como los niveles salariales, el empleo y la calidad del mismo, la inflación, con especial significación de los precios del petróleo, los tipos de interés, que liberan recursos bien por reducir las amortizaciones de los préstamos cuando bajan, o por incrementar la retribución de los depósitos, cuando suben, los niveles reales de los impuestos, la mejora del acceso al crédito, sobre todo de los hogares, todo ello sin olvidarnos del aspecto psicológico que juega un papel esencial en las decisiones de consumo.
Si cada uno de estos elementos son trascendentes el más influyente se centra en la capacidad adquisitiva de los salarios que, en general, representan la mayor parte de las rentas de los hogares y cuyo auge, por tanto, tiene una especial significación.
Recientemente la Agencia Tributaria ha divulgado la estadística anual sobre el “Mercado de trabajo y pensiones en las fuentes tributarias”, del ejercicio 2015. En este informe nuestra provincia figura, por noveno año consecutivo, con el salario medio más bajo de todo el país, pues los ingresos salariales sólo alcanzan 12.141 euros, cifra que contrasta claramente con la media de Andalucía, cuyo registro es de 14.629, y, más ostensiblemente, con la media nacional, que se sitúa en 18.645 euros.
Salvando los criterios utilizados para la elaboración de estos datos, cuya etiología apenas cambiaría los resultados, el informe detalla que en nuestra provincia existen 261.861 personas asalariadas, lo que supone una mejora del 0,9% respecto al año anterior, concentrados preferentemente en los sectores de servicios y agricultura, figurando sólo unos 20.000 en el sector industrial.
Con independencia de otras lecturas que puedan realizarse de estos datos, en ellos podemos encontrar , en mi opinión, la explicación de la actual atonía de la actividad económica de nuestra provincia, en comparación con otras zonas del país dónde el consumo está recuperando el vigor necesario para impulsar el empleo, de forma más contundente, gracias a las posibilidades que facilitan los salarios medios más elevados y con crecimientos más significativos, en contraposición con los de nuestra provincia, que, como hemos señalado, son los más bajos en este ranking y sólo han crecido un 1.73% respecto al año anterior, registrando un decrecimiento del 10% si nos refiriéramos a los datos de 2008 a 2015.
Para finalizar permÍtanme, con independencia de otras consideraciones, centrar un tanto la atención en que si aceptamos que el consumo es fundamental para impulsar la actividad económica, deberíamos ser conscientes de que centrar nuestras compras o servicios en nuestra provincia contribuye a incrementar esta variable proporcionando más vigor a la actividad económica provincial, ya que , aun respetando las decisiones personales de cada uno, deberíamos pensar que cuando nos desplazamos a otras provincias más cercanas a efectuar nuestras compras les estamos regalando riqueza de forma gratuita.
CONSUMA EN JAÉN Y PREFERENTEMENTE BIENES Y SERVICIOS ELABORADOS EN LA PROVINCIA.