Imposible explicar en esta columna todo lo que atañe a la figura de los Reyes Magos. Lo que popularmente conocemos es lo que nos quedamos y no da aquí para abundar en la historia. Escribo a raíz de la iniciativa, inédita, del Ayuntamiento de Úbeda para hacer una cabalgata que denominan «inclusiva», donde situarán a Baltasar en primer lugar y no en el tercero, como es costumbre, historia o leyenda. No me malinterpreten pero, sinceramente, creo que ningún español se había planteado nunca que Baltasar fuera en tercera posición por un sentido denigratorio en razón de su color de piel. Como nadie se ha planteado que los pelirrojos sean menos que quienes tienen el pelo blanco y visto que Melchor abre la comitiva, por delante de Gaspar. No creo que los niños de España sean racistas por nombrar, de corrillo, a los tres Reyes Magos por el orden tradicional de Melchor, Gaspar y Baltasar.
La iniciativa de Úbeda, que tal vez pretenda buscar un resultado efectista en medios de comunicación y postularse en adalides de «defensa» de nuestros semejantes de color de piel más oscura, más bien provocará la inocente pregunta de los niños de por qué en su pueblo Baltasar va en primera posición. Y explicar el argumento de ver racismo donde no hay nada, es doliente porque ni niños ni mayores habíamos imaginado, ni por asomo, que alguien llegara a ser tan mal pensado como para dictaminar que Baltasar está relegado a la última posición por razón de que sea negro. Todo esto es rizar el rizo para llegar a planteamientos absurdos y extremistas. Más aún en un festejo con esencia religiosa, donde parecen trasladarnos la idea de que hasta el mismo Niño Jesús no supo encauzar la dignidad humana por el orden en que, supuestamente, se presentan los llamados Reyes, que no eran tales, sino Magos de Oriente. Es más, el evangelio de San Marcos es el único que recoge la escena de la adoración de los Magos, de manera tan breve que a lo largo de la historia se ha dado lugar a muchas interpretaciones, sin saberse si eran tres, cuatro (recuerden a Artabán), y hasta de diez y más se ha escrito.
En cualquier caso, querer ver connotaciones de racismo en algo tan puro e inocente como es la cabalgata de Reyes me parece indecente. Insisto: nunca me he encontrado a nadie que piense semejante barbaridad. Es más, me atrevo a reclamar y reivindicar el inmenso respeto de los cristianos y los católicos por todos sus semejantes, sin distinción de credo, raza o religión. Y queda patente cuando la tradición católica sigue adelante con Baltasar, el rey negro, al que nadie excluye, y donde se representan tres continentes (europeo, asiático y africano). Y, precisamente, muchos de los que predican la «inclusión» terminan por excluirlos, porque son incapaces de que lo represente un negrito de verdad y prefieren subir en la carroza a una persona de raza blanca para luego llenarle la cara de pintura color negro.
(Artículo publicado hoy en el diario Viva Jaén)