Finalizado el período de presentación de los resultados de las empresas cotizadas en la bolsa de Madrid, con especial relevancia de las seleccionadas en el Ibex 35, cuyo resultado conjunto ascendió a 44.781 mm de euros, la primera conclusión que podemos obtener es que esos datos ratifican de forma contundente la etapa de recuperación de la economía española, y en segundo término que el análisis de esas cifras demuestra que la política económica aplicada por el Gobierno ha tenido un éxito que no sólo se ve refrendado por estos resultados sino que ha tenido una especial repercusión en la creación de empleo y en el grado de confianza de inversores y mercados motivo por lo que no resulta arriesgado convenir en que la mejoría de la cuenta de resultado puede ser extrapolado, en general, al conjunto de las empresas españolas.
Para mayor perspectiva, conviene recordar que en 2007, ejercicio que batió todos los registros, se contabilizaron más de 65.000 millones, contrastando de forma clara con los 13.400 contabilizados en 2012.
Aunque es evidente que no todos los sectores se están recuperando al mismo ritmo y con la misma intensidad, sí parece oportuno sugerir que, en general, las empresas deben aprovechar esta coyuntura tan favorable, para fortalecer su capitalización y consolidar su posición competitiva. Por otra parte, también deberían considerar si este raudal de beneficios no debería tener también un especial reflejo en las revisiones salariales que se produzcan a partir de ahora y no sólo porque en esos buenos resultados deben ser reconocidos los esfuerzos de los trabajadores que han soportado los últimos años subidas mínimas, sino también porque ese mayor flujo salarial reforzaría con toda seguridad la recuperación económica, consolidando la creación de empleo, y produciría un segundo efecto en forma de animar la marcha de otros sectores que, por el momento, no han acompasado su paso al de otros sectores. No obstante debemos coincidir en que es necesario que esas subidas salariales estén compensadas por un incremento de la productividad con objeto de mantener la posición competitiva de las empresas, especialmente en su actividad exterior.
En esta misma línea los recientes acuerdos asumidos por el Gobierno con algunos colectivos como los funcionarios, o los distintos cuerpos de la seguridad del estado, vendrán a reforzar las posibilidades de consumo y, por tanto, a apuntalar la recuperación económica que, por otra parte, supondrá generar más recaudación de impuestos tanto directos como indirectos.
No obstante, parece que esa sensibilidad estratégica mostrada por el Ejecutivo no ha tenido continuidad al decidir el índice de revalorización de las pensiones para este año. Estamos de acuerdo en que la situación del sistema, que es claramente deficitario, no se debería agravar más comprometiendo subidas superiores a las aplicadas en los últimos cuatro años, pero si el objetivo es reconocer esfuerzos y tratar de compensar la pérdida de poder adquisitivo, el colectivo lo merece tanto como los señalados anteriormente.
Y por otra parte, a nadie se le oculta que el objetivo final que subyace en el fondo no es otro que conseguir rentabilidad electoral, y, en este caso, parece una torpeza política excluir de esas mejoras a un colectivo integrado por casi diez millones de votantes que ahora tienen razones más que suficientes para justificar las protestas realizadas y que, de algún modo, hayan sido aprovechadas por otros partidos para obtener esa rentabilidad electoral que el gobierno puede haber perdido.