De otra cosa no podremos presumir en Jaén, pero de planes…sin problema. Y es que hace unas semanas se escuchaba cómo una vez más vuelven a rugir las rotativas partidistas con planes para salvar a nuestro Jaén, para sacarlo de autoimpuesto estado de letargo. Me hacía gracia escuchar cómo ya a principios del siglo pasado se trazaban planes para sacar a Jaén de su monocultivo, o rememorar los infructuosos planes E, o ver cómo se desempolvan la ciudad sanitaria, la estación intermodal, y mil cosas más cuando hay que levantar un poco de polvo o humo para que no se vean otras miserias.
Es frustrante ver cómo todo esto se va lanzando mientras en la ciudad existen montones de proyectos durmiendo el sueño de los justos por mala ejecución, planificación o nula financiación. Cuando no se ve, ni se espera, un modelo de ciudad ni un rumbo común donde depositar nuestras esperanzas. Esta ciudad es un barco que hace aguas, que anda con rumbo errático por un vasto océano buscando un puerto perdido que aún no se ha construido, donde la tripulación solo se dedica a mirar los pececitos en el agua y el capitán está en su camarote hartándose de ver el canal de televisión público del barco donde solo le hacen palmas…
La perspectiva no es nada optimista. Eso sí, como decíamos, planes no nos faltan aún a sabiendas de que no valen para nada, porque no cumplen ni los requisitos mínimos. Pero que no falten. El público está ansioso por entretenerse con el fuego cruzado de opiniones, fuegos artificiales.
Y después de los planes llega el olvido. Ese denso polvo blancuzco que todo lo cubre rápidamente, y que hace que nadie recuerde qué había debajo, hasta que nuevamente alguien sacuda el polvo y vuelva a pasearlos como si fuesen nuevos.
Es más que evidente que la ciudad debe cambiar, de una vez por todas, esta dinámica. Que la gobernabilidad de la ciudad quede en manos de varios mercenarios que solo atienden al sonido de sus bolsillos o a rifirrafes personales olvidando la más mínima decencia no se puede catalogar más que como piratería, o más bien patentes de corso (porque obviamente alguien los apoya y financia). Bienvenidos a la Mercenariocracia, donde lo que importan son los treinta denarios y una buena silla donde poder asentar las posaderas.
La dejadez de grandes sectores de nuestra población muy posiblemente causada por el hastío que de nuestro Ayuntamiento mana como si de pegajosa miel se tratase, por todos lados, y el simplista conformismo que reina en Jaén hacen que estemos como estamos, perdidos.
Empieza a ser hora de abrir los ojos y darnos cuenta de que los planes no valen para nada si no sirven a una estrategia a largo plazo, que no se puede replantear todo cada cuatro años, que no se puede usar esta ciudad como trampolín político ni como campo de prácticas de tiro político. Existen hoy día muchos “micromovimientos” en la ciudad que empiezan a tener un eco en sus calles, se empieza a gestar un sismo. Cada vez somos todos más conscientes de la necesidad de luchar en los que nos une, dejando de lado las diferencias. Nuestra situación lo demanda, nuestros vecinos lo necesitan, nuestro futuro lo exige. Hay ganas de estrategia, hay ganas de trabajar, hay personal muy cualificado, hay de todo lo que necesitamos y, lo más importante, hay cada vez más ganas de pisar tierra firme.