Por PEDRO MOLINA ALCÁNTARA / Hijo mío -o hija mía-, comienzo a escribir estas palabras el 19 de marzo de 2025, Día del Padre. Aún no existes pero, de alguna manera, yo ya pienso en ti y te quiero. Si alguna vez rompes la barrera de mi imaginación y te conviertes en alguien real, de carne y hueso; quiero que sepas que me moriré de felicidad, pero también de miedo. Te querré mucho, muchísimo; pero, ¿sabré quererte bien? Me voy a desvivir para que así sea porque quiero que seas una persona feliz, buena, laboriosa, honrada, sensata, saludable y muchas cosas más. Para conseguir éste, que será el mayor objetivo de mi vida, te querré mucho y bien, como ya te he dicho: quererte así implicará muchos besos, abrazos, buenas palabras, mi protección y mi cobertura siempre que la necesites: ahora bien, también te exigiré, te exigiré mucho y te educaré desde el cariño pero con autoridad y disciplina.
No te creas que será fácil para mí puesto que, antes de exigir, primero habré de ser un modelo de conducta para ti. De conducta recta y honorable. No, de tu padre no podrán decirte nunca que es un delincuente, ni un mal marido, un irresponsable, un inconsciente, un vago, alguien que se aprovecha de las demás personas, que es irrespetuoso con la gente o que lo han visto ebrio, drogado o haciendo el ridículo. Tampoco podrá decirte nadie que tu padre se gana la vida sin esfuerzo o de forma ilícita o inmoral. Y nadie podrá decirte tales cosas o similares porque sería una vil mentira, te doy mi palabra.
Cariño, reconozco que, a veces, no puedo evitar sentir dolor por no haber encontrado al amor de mi vida pese a no ser ya un pipiolo, precisamente. Reconozco también que muero por encontrar a alguien que quiera compartir conmigo este sueño, este objetivo, este proyecto… Y a veces pienso que es posible que nunca aparezca esa mujer de la que te he hablado, que es posible que nunca sea marido ni padre; sin embargo, debo confiar en que, más temprano que tarde, habrá un mañana que contenga un nosotros. Si Dios, la Providencia, el azar, quien sea o lo que sea pone a una buena mujer en mi camino y tenemos la fortuna de ser tus progenitores, construiremos un cálido hogar piedra a piedra y, como dijo el poeta, «golpe a golpe, verso a verso».