Según cuentas las crónicas “El Espartero” (Sevilla 1865, Madrid 1894), fue un torero, que se caracterizó por su gran valor ante las embestidas de los toros, pisaba terrenos en el albero antes nunca explorados, por lo cual sufrió numerosas cornadas. Cuando en una ocasión le preguntaron por su valentía ante los astados, tratando de explicar tanto arrojo, contestó: “Más cornás da el hambre”. Frase que quedó para la historia y que hoy me ha parecido adecuada para titular e iniciar este artículo, con el que de nuevo me asomo a los medios de comunicación después de muchos años sin hacerlo.
Y lo hago, porque considero una obligación dada mi condición de ciudadano español, transmitir las preocupaciones que rondan mis pensamientos en estos días, les aseguro que nunca antes a lo largo de mi vida habían tenido la entidad de las que me ocupan ahora, no las hubiese hecho públicas si no tuviese la certeza de lo delicado del momento que vive nuestra querida España.
Tras cuarenta y tantos días de confinamiento a nuestras espaldas, los españoles estamos haciendo un gran sacrificio para tratar de eliminar al “Covid-19” de nuestras vidas.
Nunca pronunciaremos palabras, ni tendremos gestos suficientes para mostrar todo nuestro agradecimiento al personal que trabaja en los hospitales; sanitarios, celadores, capellanes, limpiadoras… etc., a la Guardia Civil, Ejercito, trabajadores de supermercados, farmacéuticos…etc., en definitiva a todos aquellos que poniendo en peligro sus vidas y las de sus familias, no están confinados y salen cada día de su casa hacia el trabajo con la única y gran aspiración de colaborar desde sus quehaceres, en salvar vidas y acabar con este maldito bicho.
Tampoco rezaremos lo bastante, ni transmitiremos suficiente consuelo a los familiares y amigos de los fallecidos, que no han podido ejercer su derecho a despedir como se merecían a sus seres queridos, algunos han fallecido en el anonimato, tras una brevísima enfermedad, sin el cariño de una mano amiga, en la más oscura de las soledades, afortunadamente parece que poco a poco la situación de colapso, absolutamente dramática que se estaba produciendo en los Hospitales, Ucis, Crematorios, Residencias de Mayores… etc. , va remitiendo y al día de hoy se atisba aún lejana, una mejoría que todos deseamos se vaya consolidando, aunque debemos ser conscientes de que queda mucho trabajo todavía por hacer, hasta que consigamos salir definitivamente de esta pesadilla.
Vuelvo al valiente torero “Espartero”, parafraseándolo, algunos podrían decir en relación a la posibilidad de infectarse con el Coronavirus, de hecho yo ya se lo he oído a algún indigente latinoamericano en la televisión:“A mí no me preocupa el virus, me preocupa mucho más el hambre”, o sea para esta persona, como para otros muchos, que ya conocen la hambruna, más “cornás” da el hambre que el Covid-19.
Y es que las desgracias no vienen solas, aplicando la Ley de Murphy, que como saben, dice “que si algo puede salir mal, saldrá mal“, esta terrible pandemia, no se limita a minar la salud de los que visita, sino que durante su vigencia va alimentando otra crisis en este caso económica que promete convertirse en una de las más “virulentas” que se han conocido, tal y como nos lo explicaba con su habitual maestría, el Catedrático de Economía Aplicada, D. Antonio Martín Mesa en una serie de artículos recientemente publicados en el Diario Jaén.
Si seguimos aplicando la Ley antes citada, la del ingeniero Murphy, esta situación apocalíptica nos coge en el peor momento, con un gobierno muy débil, que depende en su génesis de independentistas, filoterroristas, populistas bolivarianos, comunistas….. , en fin un elenco poco fiable a la hora de gobernar, a todos ellos les importa bien poco el devenir de nuestra nación, o a lo mejor no tan poco, ya saben, contra peor les vaya… mejor para mis intereses, “a río revuelto, ganancias de pescadores”.
Tenemos un vicepresidente que no tiene empacho en atacar a Instituciones del Estado, como el Poder Judicial o al Jefe del Estado, pilares esenciales de nuestra democracia, es decir desde el propio gobierno constituido en el seno y al amparo del orden constitucional, una alta autoridad del gobierno, como es el vicepresidente, trabaja para cambiar el orden democrático de libertades que venimos disfrutando desde hace más de cuarenta años, esto es así, lo manifiesta públicamente, sin tapujos, su ideario político se decanta por otros modelos de estado, no homologables a las democracias occidentales, que han fracasado estrepitosamente en distintas partes del mundo y sobre todo en países sudamericanos, y que se concretan en formas de gobernar que solo han proporcionado sufrimiento, pobreza y subdesarrollo a los que han tenido la desgracia de soportarlos.
A lo mejor ya entienden mejor la entidad de mis preocupaciones, si a lo ya descrito le sumamos que actualmente la oposición en España, se encuentra fraccionada en tres grupos, que si bien han sido capaces de alcanzar acuerdos en algunas autonomías, a nivel nacional, cada uno de ellos antepone y trabaja por sus propios intereses partidistas, lo cual diluye enormemente su eficacia, a la vista de la situación, supongo que coincidirán conmigo, en que nos encontramos en el centro de la tormenta perfecta.
¿Y esto qué solución tiene?, en mi humilde opinión, sería llegar a un gran pacto entre PSOE y PP, que garantice la gobernabilidad de España, durante la presente legislatura y arbitre los medios necesarios para que lo antes posible se alcance un gran acuerdo de estado que sirva para salir de la crisis económica y que a su vez dé tranquilidad a nuestros socios europeos y a los grandes inversores extranjeros para que nos echen una mano, tal y como está sucediendo en otros países de la Unión Europea, como Portugal o Alemania.
Y desde luego el partido en el gobierno, debería de prescindir de una vez por todas de sus actuales socios a los que antes citaba, comunistas, filoterroristas, populistas bolivarianos e independentistas. Con semejantes compañeros de viaje es imposible hacer frente con garantías de éxito a unos problemas de tanto calado como los que nos están asolando, por el contrario su presencia en el ejecutivo, contribuye a dificultar las tareas de gobierno, restando eficacia y añadiendo nuevos problemas, a los muchos que ya tenemos.
El momento que estamos viviendo requiere altitud de miras en nuestros representantes políticos, que apelando al sentido de estado, deben renunciar a sus propios objetivos, en favor de los intereses generales de los españoles, poniendo en el empeño lo mejor de cada uno, sin reservas.
No les quepa duda que si nuestros políticos abandonan personalismos mezquinos, y generosamente trabajan unidos, en beneficio del bien común, a cambio obtendrán el premio más valioso, me estoy refiriendo, aparte de la enorme satisfacción del trabajo bien hecho, al agradecimiento y el respeto de todos los españoles.
Foto: El Periódico