Qué bien. El ayuntamiento en el último pleno ha aprobado una moción del PSOE apoyado por los comunistas de Podemos para que los perritos y otras mascotas estén más integrados en nuestras vidas, hasta el punto de posibilitar que nos acompañen en los transportes públicos, así como la creación de espacios públicos compartidos por personas y animales de compañía y en la que ha participado la asociación PACMA.
Qué ilusión ir en el autobús de Castillo con el perrito o el gatito al lado. ¿Y si le da al perrito gana de hacer caquita? ¿Y si se pone a ladrar? ¿Y si le muerde a un viajero?. Eso sí, le piden a Castillo que habilite espacios especialmente reservados para tal fin, dentro de la comodidad y del amplio espacio que tienen sus autobuses urbanos. Todo ello para dar cumplimiento a la Ley de Protección Animal de Andalucía.
¿Y la Sanidad Andaluza, qué dice de todo esto?, ¿es admisible que a un autobús urbano petado de gente se suba un perro o un gatito que a lo mejor es portador de pulgas, garrapatas, piojos, ácaros, sarna, moscas, mosquitos, chinches, gusanos, helmintos, nematodos, duelas, tenias, etc.. y no nombro a todos los parásitos intestinales (nematodos, trematodos, cestodos…) que pueden ir en la caquita por respeto a los lectores?, ¿tenemos realmente que soportar esta estupidez política?.
Asimismo, y con una moción y todo para darle más solemnidad a la gilipollez han reclamado, la adopción de medidas para la disposición de espacios públicos compartidos por personas y animales de compañía. ¿Para qué quieren espacios públicos destinados a ese fin, si las caquitas de perro se extienden por todo Jaén, por unas zonas más que otras y, lamentablemente, cada vez más?. El aumento de la población canina en las ciudades y, sobre todo, la falta de conciencia y civismo de muchos de sus dueños, han convertido a Jaén en pistas de eslalon en las que hay que ir esquivando los excrementos de los animales. Se trata de una penosa realidad cuya constatación sólo requiere abrir los ojos o afinar el olfato. Un verdadero problema para la limpieza de la ciudad y para la calidad de vida de los ciudadanos.
El comportamiento incívico de algunos dueños cuando pasean a sus perritos por Jaén, sin recoger la caquita en zonas públicas, debería empezar urgentemente a costarles alguna desagradable sorpresa en forma de multa. Es una lucha de mucho tiempo que, por desgracia, no consigue resolverse con las campañas de concienciación ciudadana y con el buenismo político habitual. Ni la campaña de Jerez fue suficiente: «Si no limpias el mojón, ojo a la sanción (de 75 a 500 euros)». Recuerdo las dos primeras “motos recoge cacas” que el Ayuntamiento compró en 2001 y que ya no veo por la ciudad.
La Policía Local debería de forma implacable denunciar a aquellos propietarios que o bien no toman las medidas para que sus perros no realicen las defecaciones en la vía pública o no retiran los excrementos una vez que se han producido las mismas. Simplemente en base a lo establecido en las Ordenanzas Municipales, en las que está perfectamente tipificada la infracción. El problema es sorprenderlos “in fraganti” o “in caganti” e identificarlos después con las pruebas que nuestro Estado de Derecho exige. En varias ciudades españolas se está estudiando la posibilidad de analizar el ADN de las cacas de perro para multar a los dueños. Todo un CSI de las cacas. Para detectar a los dueños a través del ADN de los excrementos de los canes, es necesario realizar análisis previos y añadir esta información al chip obligatorio. Un censo genético de mascotas para localizar a los propietarios de los canes que se cagan.
Otro debate sería la recogida de muestras. Propuesta quizás criticada por muchos por estrambótica, pero sin duda eficaz una vez elaborado el censo e incorporado al chip del perrito. A ese censo deberían sumarse todas las ciudades, para que la medida fuese universal y realmente eficaz, y así cague donde cague el perrito estará localizado. Y de camino que la Policía Local haga cumplir las Ordenanzas municipales, que todos debemos cumplir, en las que se recoge que los perritos de un determinado peso tienen que ir por la calle atados y con su correspondiente bozal.
De todo esto es de lo que realmente se debería de preocupar esta asociación en defensa de los animales y los munícipes que han propuesto y apoyado esta moción.