Por ANTONIO MARTÍN MESA / Al día de hoy a nadie nos cabe la menor duda de que el proceso secesionista en Cataluña está causando un grave daño a la economía catalana y, por extensión, a la economía española. Durante estos últimos meses y años se venía reiterando por los independentistas que su economía se vería reforzada si alcanzaba un status de república separada del Estado español. Ya sabemos que estaban equivocados o, lo que es peor, que faltaban deliberadamente a la verdad.
- Decía hace un par de años un prestigioso economista, Xavier Sala i Martin, que “la fuga de empresas de Cataluña si se declaraba la independencia era un farol”. Hoy vemos el alcance de su acierto: más de 1.500 empresas han deslocalizado su domicilio social y fiscal (Abertis, Gas Natural, Planeta, Catalana Occidente, Colonial, Bimbo, AXA Seguros, CaixaBank, MRW, Banco Sabadell, Criteria, Mahou-San Miguel, etc., por citar tan sólo algunas de las más conocidas). Es evidente que se faltó a la verdad.
- Se aseveraba que una Cataluña independiente podría permanecer en el euro, como lo estaban otros países que no formaban parte de la Unión Europea, tales como Mónaco, San Marino, Andorra y El Vaticano. No se decía que estos países no forman parte de las instituciones de la Unión Monetaria (Banco Central Europeo, MUS, MUR, etc.), ni que no gozan de autonomía monetaria, ni que sus bancos no disponen de la liquidez que proporciona el BCE, ni que sus depositantes no están cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos, entre otras muchas diferencias. De hecho, las primeras empresas en salir de Cataluña han sido los bancos (CaixaBank y Sabadell), alertados por una masiva retirada de depósitos de sus clientes. Es evidente que se faltó a la verdad.
- Sostenían los Puigdemont, Junqueras y compañía que una Cataluña independiente crecería más que hasta ahora. Pues bien, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) ya nos dice que la caída de ingresos fiscales (deslocalización de empresas, paralización de inversiones, etc.) y el mayor gasto público, provocará una drástica caída del PIB catalán. De hecho, ya se estima que las ventas de las grandes superficies han caído un 20 por 100 en Cataluña, que se encuentran congeladas las inversiones de 25.000 pymes, inquietas por su futuro económico, que las reservas turísticas experimentan una espectacular reducción, etc.
Lo que es más grave es que esta deriva independentista la vamos a pagar también el conjunto de los españoles. En efecto, la AIREF ya calcula que el impacto en el PIB español puede llegar a ser 1,2 puntos porcentuales, o lo que es lo mismo, una caída de la producción del orden de 12.000 millones de euros, así como un incremento del déficit público de 5.500 millones. De hecho, el Gobierno ya recorta tres décimas su estimación de subida del PIB para 2018 (2,3 por 100 frente al 2,6 de las previsiones anteriores), así como que el déficit público podría subir una décima (2,3 por 100 del PIB en lugar del 2,2 anteriormente estimado).
- Decía el Gobierno de la Generalitat que “una Cataluña independiente garantizará pensiones más altas que las actuales”. Las propias cuentas del gobierno catalán ya admiten que el saldo entre ingresos y gastos de la seguridad Social arrojó un déficit de 1.000 millones de euros en 2016, aunque la estimación de la Seguridad Social cuadruplica esa estimación y el Ministerio de Empleo cifra el déficit de Cataluña en pensiones y prestaciones en 6.704 millones. Es evidente que se faltaba a la verdad.
- Cataluña tiene una deuda autonómica de 78.800 millones de euros, que se elevaría hasta los 260.000 millones si se imputara la que mantienen con España. ¿Cómo harían frente a la misma? Emitiendo deuda pública? No lo creo posible, ya que sus emisiones están consideradas como “bonos basura” en los mercados internacionales. Es evidente que la “república del bienestar” que han proclamado los independentistas que se podría alcanzar, no es más que una burda mentira, ya que no han dejado de faltar a la verdad.