Por MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO / Martínez Molina arriba, llegas a la plaza del Pato y coges la cuna abajo. La noche fue casi media, cuando todo terminó.
Te encuentras saliendo de los patios del Palacio de Villardompardo, la cola de nostálgicos, que unos minutos antes, recordaban la música de unos de los mitos más grandes que ha dado este país: Antonio Vega.
La procesión de melancólicos, ahora, realizaba el camino a la inversa: Martínez Molina abajo por la cuesta de la Ropa Vieja.
Cabizbajos y con el rostro sereno, seguía reproduciéndose en el almacén de su memoria, las imágenes que las letras del maestro les recordó.
Su ánimo rasgado como el perfil del cielo, necesitaba otro estimulo más, para digerir la belleza de una noche que empezó quebrando corazones. La fila de devotos de Antonio, según este que escribe, no tenía otra opción que ir al Pósito- el garito más fiel que nos queda de todo aquello que se fue- y pedir, no una copa, que también, sino otra canción del chico del Penta.
El casco viejo de Jaén, se convirtió en una sucursal de Malasaña. Desde muy temprano, cuando el día se hizo luz y mañana, los músicos y poetas de Jaén, crepitaban nerviosos ante la responsabilidad que otro músico- el gran Jesús García- le impuso.
El niño del Viento, Pandora, José Pedro Jiménez, Vicente Martínez, Nico, Nietos del Agobio, Arrabaleros, Rafa Hidalgo, Maribel Gutiérrez, otra vez García, Rosario Sabariego, Bushido y Julio Demonio, pusieron voz y brillantez a las canciones de Vega.
Los de arriba citados, crearon una magia musical con sus notas, elevando el concierto a categoría de obra total. Su arte acarició la hermosura vieja de la Torre del Concejo.
La procesión ya esta recogida en la plaza del Pósito, cada uno y una sobrelleva como puede las emociones de la noche. La madrugada es más de media y me acuerdo de la llamada de Vicente de Kavala: me dice que le pase el poema para poder hacerse una idea de cómo poder acompañarme con su música. Menos mal, querido, que me despertaste de mi eterna caraja; gracias a ti, lo pude acabar.
En la plaza Rosales duermen los pájaros, sueltos, en los árboles. La noche también fue poética.
Pues, en los Baños Árabe se escuchó otra voz, la de los poetas y poetisas de Jaén: Sonia Tirado, Lola Fontecha, Miguel Ángel Cañada, Paco Velázquez- ese gaditano de Jaén- Manuel Escudero, Chema García, Francisco J. Rabasco y Antonio Negrillo. Culminado todo, con la interpretación del magnífico actor Marcos Hita.
Su forma de sentir las letras del poeta Antonio Vega, fue el verso de luz, que abrió una noche, que ya será histórica en la ciudad de Jaén.
Y ahora, querido Antonio, escucha mi poema.
Me enseñaste las noches.
El cielo de Madrid.
Una chica mirando la ventana.
Mientras sales por la puerta de atrás.
Camino de Malasaña a vivir.
El Penta y el amor en tu jardín.
Música que alumbra el corazón de la ciudad.
Mientras, la tarde muere en las esquinas.
Crepúsculo de plata,
en el que nos paramos a soñar.
Recuerdo, querido,
nuestras madrugadas sin fin.
La dama blanca
tu sueño atrapó.
Larga es su sombra
por la que transita el terror.
La Parca eligió bien.
En las calles de Madrid
nunca se apagará tu luz.
Duermen las estrellas de abril.
Y busco en mi alma la chica de ayer.
En una plaza con nombre
imagino con pudor este poema.
El humo del cigarro me delata.
Pronto llegarán las claras.
Tu música, siempre eterna.
Foto: Una noche muy especial en el recuerdo y homenaje a Antonio Vega.