En mi última reflexión en esta tribuna trataba de analizar la situación actual de la economía jiennense poniendo de manifiesto, una vez más, los arraigados desequilibrios socio- económicos que arrastra nuestra provincia en la evolución de las principales variables económicas que persisten en situarnos en el furgón de cola de los rankings publicados. Por otra parte, en numerosas ocasiones, también me he referido a las herramientas que, desde hace bastantes años, se han implementado para tratar, por una parte, de identificar las causas que impiden una convergencia con la evolución de otras provincias y, de otra, marcar el rumbo a seguir elaborando los proyectos necesarios para conseguir ese objetivo.
Fue precisamente el nacimiento de la Fundación “Estrategias” en 1998 tras la elaboración del I Plan de Desarrollo el primer paso que permitió impulsar los dos Planes Estratégicos de la Provincia de Jaén que, si bien, han permitido avanzar en el proceso de convergencia deseado no han alcanzado los niveles previstos, pese a ser los instrumentos más adecuados para lograr estos objetivos. Si bien en el período 2000 a 2006 tanto el PIB como la renta familiar disponible per cápita, el consumo privado y los niveles de empleo crecieron a un ritmo superior a los relativos a Andalucía y España, la regresión generada por la reciente crisis económica, que aún padecemos en nuestra provincia, ha supuesto un freno a ese proceso de convergencia determinando que de nuevo ocupemos los últimos lugares en todas las clasificaciones publicadas recientemente, y, lo que es peor, a estas alturas, cuando muchas provincias de nuestro país ostentan ya niveles parecidos previos a la crisis o, incluso, superiores a los que tenían anteriormente al inicio de la misma.
La atonía del consumo, la insuficiente actividad del comercio, el bajo tono del turismo, la falta de emprendimiento y creación de nuevas empresas, el lento progreso de la adecuación de las infraestructuras, son claros ejemplos, entre otros, de las secuelas que tienen especial reflejo en una economía tan débil como la de nuestra provincia, aspectos que, además, se ven negativamente reforzados por la falta de inversión pública de las administraciones implicadas.
Por tanto, al conmemorar el 20 aniversario de la Fundación Estrategias, aun admitiendo las positivas secuelas que han supuesto la confección de los Planes Estratégico implementados, cabe plantear cuál sería nuestra situación en su defecto y, sobre todo, sugerir la necesidad de profundizar en las causas que han impedido obtener un mayor provecho de esas herramientas, ya que todo parece indicar que no sólo hemos sido postergados por las Administraciones Públicas sino que también deberíamos aceptar que buena parte de esos exiguos resultados son imputables a la insuficiente acogida que los numerosos proyectos propuestos han tenido en el ámbito de la iniciativa privada.