Por IGNACIO VILLAR MOLINA / Como he comentado en alguno de mis recientes artículos, la aversión al riesgo es uno de los más determinantes factores que sopesan los inversores, especialmente los más conservadores, para decidir dónde situar sus capitales con una adecuada rentabilidad. No obstante no es menor la importancia que debamos reconocer a otro aspecto fundamental: me refiero a la confianza que genera el entorno geopolítico y que, según su identidad, impulsora o depresora, puede incrementar o dañar su actitud inversora, no sólo para determinar el producto financiero adecuado en cada coyuntura, sino incluso en la continuidad de su actividad inversora.
Claro que cualquiera de estas reacciones alternativas estará siempre supeditada a los rasgos particulares de cada persona, pues resulta evidente que el efecto en su confianza no será el mismo. Unos, los más optimistas, podrán evaluar si esa situación geopolítica, que en estos momentos es muy compleja, puede resultar adecuada para aprovechar oportunidades, que, por otra parte, existen motivos suficientes para esperar que se restablezca una mayor estabilidad general que facilite las inversiones, incluida una subida de las bolsas, y una estabilización de los precios y de la inflación que propicie una mejor perspectiva de la actividad económica. Por el contrario los más pesimistas pueden tener una contundente estimación de que el escenario actual se asemeja más a un polvorín, si nos atenemos concretamente a los conflictos en curso que amenazan con extenderse a otras regiones de su entorno, a los altos niveles de inflación, y a unos tipos de interés disparados, circunstancias que conforman una incertidumbre que puede complicar este complejo contexto.
JPMorgan AM elabora un informe trimestral, basado en una encuesta, que trata de facilitar una visión actualizada de la confianza de los ahorradores españoles con respecto a sus intenciones de inversión en el futuro. El sondeo, que guarda cierta preferencia por conocer la opinión de los inversores respecto a la evolución futura de la bolsa, incluye datos muy interesantes respecto a otros productos de inversión que tienen, incluso, mayor expansión que la relacionadas con el mercado bursátil.
Cuando se les inquiere sobre los productos en los que invertirá en el futuro más próximo, un 42.1% se inclina por los depósitos o cuentas a la vista, un 16.6 % prefieren planes o fondos de pensiones, mientras que sólo el 12% optan por los Fondos de Inversión o una inversión inmobiliaria, estando igualados los que eligen tanto la inversión en bolsa con 10.7% y los que piensan en destinar sus ahorros a compra de bonos o letras del tesoro 10,1%, elección que está cobrando en los últimos meses una inusitada predilección, casi nunca vista, especialmente en los inversores particulares ya que, según los últimos datos conocidos sitúan las inversiones directas en Letras del Tesoro en 20.000 millones de euros, dado los altos niveles de rentabilidad que abonan.
La encuesta incluye un apartado para conocer qué tipo de productos financieros mantienen en sus carteras los ahorradores españoles en las que pueden concurrir, obviamente, varios al mismo tiempo, bien por una mejor decisión de diversificación de la inversión en varios productos para atenuar el riesgo, o simplemente porque es necesario mantener una cartera con características diferentes en la rentabilidad esperada o en el plazo temporal de la propia inversión. Así el 89.9% son titulares ahora de una cuenta a plazo o a la vista% un 38% ahorran en el Planes de Pensiones; mientras que un 24% han debido optar por los Fondos de Inversión en busca de rentabilidades negadas por los bancos en los depósitos a plazo; la inversión en bolsa es preferida por el 20.4%; otros diversifican y se inclinan por la inversión inmobiliaria, y, finalmente, las letras del Tesoro y Bonos son preferidos por 11.4%.
El panel que dibuja esta encuesta sobre el reparto del ahorro financiero de las familias confirma el perfil conservador de los ahorradores españoles, aspecto que es corroborado por la sorprendente acumulación del ahorro de los hogares en cuentas a la vista: más de 930.000 millones de euros permanecen en los balances de los bancos españoles obteniendo una rentabilidad mínima, y en una buena parte sin apenas retribución alguna.
Como colofón el informe de JPMorgan Asset Managent incluye unas observaciones finales que estiman que la agresiva subida de los tipos de interés, los altos niveles de inflación y la incertidumbre que genera el nuevo conflicto entre Israel y Palestina están ya impactando negativamente en la actividad económica en forma de una desaceleración más o menos intensa cuya mayor significación pueden concretarse en el dato del PIB. Así, según los últimos datos publicados, el PIB de la Eurozona sufrió una contracción del 0.1 en el tercer trimestre del año en curso lastrado por Alemania, pero también propiciado por el retroceso del crecimiento en otras economías más destacadas de la eurozona.
No cabe duda que el escenario actual no es el más propicio para mantener un consistente nivel de confianza entre los inversores. Este índice ha debido sufrir un revés importante desde octubre último cuando se inició el nuevo conflicto bélico cuyas dimensiones todavía están por definirse, si bien sus proyecciones, en caso de una escalada del mismo, podría dar al traste con la iniciada normalización que se estaba produciendo en las economías más importantes del mundo, una vez que se había constatado que el impacto sobre la actividad económica, sobre el empleo y sobre el consumo estaba siendo bastante aceptable, eludiendo los augurios perniciosos que pronosticaban una contracción más profunda.
En cualquier caso, en mi opinión, cualquier vaticinio sobre el futuro está supeditado a la evolución de las variables más determinantes y, en este punto, la dirección que tomen los acontecimientos, especialmente la Zona de Gaza, será concluyente. No podemos olvidar que si tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo han dejado la puerta abierta a nuevas subidas de los tipos, una vez decidida la congelación temporal por ahora, es debido a que, a pesar de que consideren que las duras medidas monetarias aplicadas han conseguido suavizar la tensión sobre sus respectivas economías y reducir su impacto negativo, no están nada seguros del sesgo que puedan tomar las circunstancias actuales.