La dinámica económica global está confirmando los temores sobre una ralentización de la actividad económica global, que desde hace unos meses vienen anunciando diversas fuentes de toda índole. Tres aspectos más destacados ocupan el centro de las inquietudes que se proyectan sobre el futuro económico mundial.
Por una parte los últimos datos económicos publicados ratifican el enfriamiento general de la actividad económica, especialmente en áreas tan influyentes como EEUU o China o, incluso, la Unión Europea donde los principales países como Alemania, Francia o Italia, constatan que la evolución del PIB se ha estancado y aunque España aún mantiene el tono en este aspecto, diversos indicios proyectan serias dudas sobre su continuidad.
En segundo lugar, la escalada de las tensiones comerciales entre EEUU y China parecen deslizarse por una senda de una confrontación que en mi opinión no solo obedece a conseguir unos ajustes en los comunes intercambios comerciales inmediatos más ventajosos en detrimento de la otra parte, con todos los efectos negativos que puede generar, sino que transita por la línea de conseguir un objetivo más amplio y decisivo que no es otro que apoderarse del liderazgo tecnológico, lo que supone ser la referencia económica mundial en el futuro más próximo. Las presiones del presidente americano a su banco central, para que reduzca sustancialmente los tipos de interés, no son más que una excusa necesaria que puede estar justificada por mantener la paridad del dólar en términos competitivos, sobre todo después de la devaluación del yuan, sino un escalón más que permita a EEUU no perder opciones para ganar hegemonía tecnológica mundial.
Y, por último, los temores más que fundados a las consecuencias derivadas de un Brexit sin acuerdo planean sobre la economía mundial y aunque el impacto más negativo e inmediato afectará al propio UK y a la UE, su incidencia en la actividad económica se extenderá inevitablemente de forma global, lo que actuará como elemento potenciador del estancamiento económico que se vislumbra.
No debe parecer, por tanto, nada extraño que las bolsas mundiales estén cosechando registros negativos y que los mercados eleven su inquietud sobre la evolución de futuro, especialmente cuando constatan que la curva de tipos de la deuda americana a dos años, registra tipos superiores que el bono a 10 años. La próxima reunión del BCE promete ser de una especial trascendencia obligando a esta institución a implementar otras medidas trascendentes, como ya anunció su presidente en la última reunión, “todas las opciones están sobre la mesa”, sobre todo en lo que se refiere a los tipos de interés, dejando entrever que los mismos permanecerán en los niveles actuales, incluso más bajos, por más tiempo del previsto. Los próximos meses serán especialmente decisivos para el devenir de las economías mundiales. ¿Se trata solo de un enfriamiento más o menos serio que puede ser superado, o estamos a las puertas de otra recesión? Ya les contaré, porque hay mucha tela que cortar.