Por IGNACIO VILLAR MOLINA / Cuando en mayo pasado el BBVA lanzó una OPA (oferta pública de adquisición) por la totalidad de las acciones del Banco de Sabadell como respuesta al rechazo de la proposición amistosa y pactada para conseguir la integración de ambas entidades, ya se intuía que este proceso abría una etapa incierta que exigiría de un dilatado período para alcanzar un desenlace final. Es por eso que en mi primer escrito, bajo este mismo enunciado, ya advertía, con toda seguridad, que debería haber una segunda entrega sobre este tema.
Los acontecimientos, desde entonces, lejos de propiciar un acercamiento que permita abrigar algún indicio de una solución definitiva accesible, han ampliado la discordia debido al enraizamiento de las posturas opuestas de ambas entidades. En cualquier caso ya de entrada el solo hecho de la presentación de la OPA y el consiguiente desacuerdo, activaba el protocolo obligatorio aplicable a estos situaciones en el que se incluye la intervención de determinadas instituciones como la CNMC (Comisión Nacional del Mercado de la Competencia), CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), el Banco de España o el Banco Central Europeo. En este contexto, por su condición más determinante, es preceptivo, como primer trámite, el pronunciamiento de la CNMC, con plena independencia del Gobierno, como defensora y garante de la libre y efectiva competencia y encargada de resolver los conflictos entre operadores económicos, quien recientemente ha emitido una resolución, como primera diligencia, en la que justifica el pase a la FASE II de esta operación, lo que supone un análisis más estricto que conlleva abrir un escrutinio con la apertura del proceso a la presentación de alegaciones de terceros y, eventualmente, del Gobierno, de competidores, clientes, reguladores, empresarios, y comunidades autónomas que puedan resultar afectadas, “debido a las circunstancias de la operación y su afectación potencial al mantenimiento de la competencia efectiva”, advirtiendo que “llevar el proceso a la Fase II no prejuzga las conclusiones definitivas que la CNMC puede alcanzar en relación con la operación de concentración por lo que quedan abiertos todos los escenarios en los que cabe: autorizar la transacción; aceptar compromisos; imponer condiciones; e incluso, prohibir la operación. No obstante, aún en el caso de que este organismo dé su visto bueno final deberán ser lo accionistas del Banco de Sabadell los que decidan si quieren vender sus acciones al BBVA en las condiciones ofrecidas al efecto.
En cualquier caso, todo parece indicar que los aspectos sobre los que puede incidir el análisis del organismo de Competencia comprendería los siguientes apartados: Riesgo de empeoramiento de las condiciones comerciales y prestación de los servicios bancarios en banca minorista (público en general, excluidas empresas); riesgo de exclusión financiera, (posible reducción del crédito para el segmento de pymes, -pequeñas y medianas empresas-), reducción de cajeros y riesgo operativo en el mercado de pago. Todo ello sin olvidar que la concentración puede afectar a la retribución de los depósitos, competencia con otras entidades, calidad de servicio a los clientes, atención al horario de operaciones de efectivo, tiempo de espera para ser atendido, incremento de las comisiones por diferentes operativas, (tarjetas, contratación de fondos de inversión u operativa de bolsa, etc..).
Para mayor perspectiva conviene dejar constancia de las posiciones que, hasta ahora, han resaltado las partes interesadas en este proceso, tanto los propios bancos inmersos en el mismo, como otros posibles afectados como consecuencia de esta operación de concentración de la oferta de servicios bancarios. Así el BBVA estima que la fusión tendrá un efecto positivo para España debido a formar un banco más operativo creando una entidad más sólida y eficiente; capturará sinergias sustanciales; creará una franquicia más fuerte y rentable con más capacidad de facilitar crédito a la economía real; ampliará la capacidad para competir en el entorno europeo y global generando más valor para todos los grupos de interés: accionistas, clientes, empleados y para la toda la sociedad en su conjunto. Por otro lado, aunque en el mes de cctubre el BBVA admitió la posibilidad de renunciar a la integración con Sabadell si llegaba a la conclusión de que las condiciones impuestas por la CNMC fueran inadmisibles, el hecho de que Competencia haya decidido hacer más extenso sus análisis ha permitido a la entidad seguir manteniendo la oferta de fusión ya que están convencidos de que la oferta es beneficiosa para todos los afectados por la misma.
Por su parte el Banco de Sabadell resume que su rechazo a esta operación básicamente se fundamenta en las múltiples incertidumbres que genera: posible pérdida de personal cualificado; clientes redundantes y oportunidades futuras de negocio; reafirmando, por otra parte, su absoluta confianza en su potencial, especialmente por su clara penetración en el segmento de pymes (el 50% de sus clientes en todo el territorio español, que en el caso de Cataluña alcanza el 66%). De otra parte este banco podría entorpecer la operación por la via de la recompra de acciones propias, ya que la ley de opas permite recuperar esta fórmula si lo aprueban sus accionistas.
Por lo que respecta al Gobierno, el ministro de Economía, mantiene su rechazo a esta operación basándose en el impacto negativo, no sólo en el empleo y en la reducción de la red de sucursales, sino que reitera y apoya la posición del Sabadell especialmente por lo que respecta al efecto limitativo que puede suponer en la concesión de financiación del segmento de pymes y los derivados a la propia competencia en el seno del sector.
De todos es sabida la postura de la UE respecto a la consolidación del sector bancario europeo. Así recientemente la Comisión Europea ha emitido un informe en el que incluye el visto bueno a la OPA de BBVA. Esta autorización se une a la del BCE, que dio luz verde a esta operación confirmando su apuesta por animar estos procesos en su objetivo por contar con entidades más solventes, completando estas consideraciones por boca de algunos de sus miembros que explican “no hacemos comentarios individuales, pero tenemos una clara visión sobre la consolidación para ganar escala global”.
Por otra parte, patronales, empresarios, neobancos y asociaciones de consumidores, fueron consultados en la FASE I coincidiendo en señalar duras críticas a la OPA del BBVA ya que esta operación entraña altos riesgos centrados en la reducción de la competencia en este sector, y el supuesto recorte del crédito para las pymes. Sin embargo la banca tradicional española emitió su opinión a favor de la integración de ambas entidades ya que, en su opinión, esta operación no entraña una contracción de la competencia ni de la concentración bancaria, añadiendo que en España ya no sólo opera la banca tradicional sino que hay neobancos y “fintech” que están ejerciendo una actividad de intermediación que alcanza ya a nueve millones de clientes.
En cualquier caso, todo parece indicar que no será fácil para la CNMC emitir una resolución final, decisión que deberá tomar en el plazo de tres meses, salvo períodos adicionales que requieran consultas complementarias. En mi opinión, cualquiera que sea ese veredicto debe estar presidido por una absoluta y total transparencia, ecuanimidad e independencia, sin que pueda sembrar dudas sobre la posibilidad de que presiones interesadas de cualquier tipo puedan influir en el mismo.