Por IGNACIO VILLAR MOLINA / La estabilidad emocional es un factor crucial de nuestro bienestar individual y buena parte de su naturaleza guarda una relación directa con mantener una adecuada estabilidad financiera y económica. En parecidos términos cabría expresarse si nos referimos a una empresa cuya estabilidad general tendría una dependencia mayúscula de su equilibrio financiero y económico. Así cuando nos referimos a la estabilidad económica estamos aludiendo a la solvencia que tiene una persona o una empresa y más concretamente al conjunto de bienes que integran su patrimonio. En otro caso, si estamos definiendo la estabilidad financiera queremos expresar el nivel de liquidez inmediata de que disponen, tanto las personas como las empresas, para hacer frente a los compromisos de pago adquiridos por diversos conceptos, es decir queremos expresar su capacidad de hacer frente puntualmente a sus pagos concertados.
Estando estrechamente relacionados ambos conceptos pueden desempeñar funciones diferentes ya que una empresa o un particular pueden tener una gran solvencia económica pero una débil situación financiera y viceversa. Y es que mientras la primera se refiere al patrimonio acumulado durante la vida del agente, la segunda tiene que ver con la liquidez inmediata que permite atender las deudas contraídas. No son pocas las ocasiones que, tanto empresas como familias, se ven inmersos en situaciones comprometidas e indeseadas porque, a pesar de tener mucho patrimonio, no pueden hacer frente a sus endeudamientos ya que carecen de la liquidez necesaria y no pueden monetizar de inmediato, por diversas razones, todo o parte de su patrimonio.
Por tanto, en ambos casos, la meta deseada estriba en conseguir una estabilidad financiera que no sólo nos capacite para hacer frente puntualmente a los pagos, sino que su fortaleza permita también superar perturbaciones o correcciones bruscas inesperadas, aspecto que abre una exigencia adicional en forma de reserva de liquidez independiente del flujo de efectivo necesario para atender los pagos inmediatos concertados.
Para conseguir este punto de equilibrio será necesario someter la gestión y el control de las finanzas, tanto familiares como de la empresa, a una disciplina básica que, en este caso concreto, responde a unos ítems que pueden ser en algunos aspectos coincidentes, pero que en otros requieren de matices diferentes.
Así, si nos referimos a las medidas necesarias que una empresa debe observar para conseguir y mantener una adecuada estabilidad financiera y económica, básicamente debe prestar la mayor atención a su liquidez y para eso será necesario instalar una adecuada planificación y un control exhaustivo del flujo de caja para tener una clara visión de la situación financiera y poder anticiparse a cualquier problema inesperado. Este objetivo demanda, por otro lado, establecer presupuestos realistas, considerando fluctuaciones en la demanda, obstáculos y contingencias que puedan afectar al flujo de caja. Así mismo se deberían diversificar las fuentes de ingresos evitando una alta dependencia de un cliente o un grupo de clientes muy concentrado. Igualmente resulta necesario verificar un análisis continuo de los procesos internos para identificar posibles ineficiencias en áreas de la empresa que permitan reducir costos para mejorar la eficiencia, lo que, en definitiva, se traducirá en incrementar la productividad y la competitividad. El control de los inventarios y la rotación de los mismos puede añadir valor añadido a la gestión final en forma de un mayor beneficio si se ajustan las existencias a las ventas medias evitando excesos de stocks innecesarios. Para conseguir un adecuado equilibrio del flujo de caja generado por el plazo de pago de las compras y el de las ventas, la financiación que se obtiene de los proveedores debe ser lo más amplia posible pero, al menos, que guarde cierta correlación con las facilidades de pago que debamos aplicar a los clientes. Obtener ventajas calculadas de posibles pagos anticipados a proveedores que redunden en un beneficio adicional en forma de mejor precio de compra o en ganar en prelación para obtener las primeras producciones.
De igual forma cabe ofrecer pagos anticipados u otras facilidades a clientes con las debidas seguridades para lograr su fidelidad. En caso de necesitar financiación ajena considerar exhaustivamente si es necesaria para un corto o largo plazo, lo que dependerá del destino de los fondos ya que no es lo mismo necesitar financiación para necesidades temporales de tesorería que para hacer inversiones en activos fijos (ampliaciones o compra de instalaciones, compra de maquinaria, vehículos o cualquier otro elemento de igual naturaleza…). Al mismo tiempo, en este supuesto, negociar con la entidad condiciones en consonancia con la naturaleza del destino de los fondos, y con la importancia que el banco le tiene asignado como cliente, razón por la que es conveniente hacerse imprescindible para su entidad (siempre existe un margen reservado para los mejores clientes). La actualización e innovación continua de los procesos de toda índole, y una cuidada relación con todos los recursos humanos que logre una total identificación con los objetivos de la empresa, y una permanente actualización de la formación, es una exigencia ineludible que cualquier empresa debe seguir para mantener una prevalencia destacada con sus competidores.
No son muy dispares las recomendaciones que podríamos hacer para las familias para lograr un adecuado equilibrio de su posición financiera y económica. Planificar y acomodar sus gastos a los ingresos totales de la unidad familiar debe ser la primera premisa que se erige como referencia continua de su estabilidad. Controlar el endeudamiento, si fuera necesario, y adecuarlo rigurosamente a la capacidad puntual de pago que nos permitan nuestras posibilidades resulta una pauta ineludible. Para eso es necesario que la financiación necesaria se adecue en plazo y forma a las características y exigencias del destino previsto para ese gasto. No sólo se recomienda la eficiencia en el gasto a las empresas, sino que esa debe ser una inquietud permanente en el núcleo familiar para eliminar gastos superfluos o innecesarios. Ser eficiente no quiere decir que debamos renunciar a gastos lúdicos, de ocio o extraordinarios, si bien será siempre necesario mantener un adecuado control especialmente del uso de las tarjetas y, por otro lado, asumir, si las circunstancias lo permiten, la conveniencia de crear un fondo de reserva que nos evite ser sorprendidos por circunstancias inesperadas. Por último, debemos tener muy en cuenta que es importante mantener una buena relación con nuestra entidad bancaria. Está claro que los bancos siempre buscan obtener el mayor beneficio de cada cliente, por eso debemos pretender obtener el mejor trato y condiciones en nuestra operativa con nuestra entidad más habitual, especialmente si debemos solicitar una financiación.
La experiencia nos aconseja que es bueno diversificar entre varios bancos pero también parece aconsejable que cuanto más beneficios generemos a ese banco mejor seremos valorados a la hora de que nos apliquen las condiciones de un préstamo o una hipoteca. La utilización de productos adicionales como contratación de seguros, fondos de inversión, uso de tarjetas….deparan una rentabilidad añadida a la entidad. Por último, es conveniente conocer las condiciones que ofrecen otros bancos para poder negociar con una base sólida, incrementar los conocimientos financieros para poder medir el alcance de los productos de inversión que te ofrecen para tus ahorros o comprender el “lenguaje propio de los bancos” en cuanto a términos y otros aspectos que pueden estar solapados o de difícil comprensión habitual. En cualquier caso: ¡haz valer tu importancia como cliente!.