Desde hace muchos años tenía ganas de escribir sobre el tranvía fallido de la capital, y hoy gracias a la oportunidad que me da mi buen amigo y compañero de crónica Antonio Garrido, quiero reflexionar sobre él desde la perspectiva de quien, siendo andujareño, sufrió las obras y ahora su larga paralización.
Viajo desde hace muchos años con frecuencia a la capital del Santo Reino y siempre lo hago por autovía, por lo que las obras del tranvía las soporté todo el tiempo que duraron. Eran molestas pero comprensibles y ellas iban a modernizar la capital para sacarla de un atraso en infraestructuras viarias e incluso facilitar el tráfico por la misma.
Por la prensa provincial también seguí sus avances y desarrollo, la puesta en pruebas del tranvía y me alegré enormemente; por fin mi provincia y su capital iban a ponerse al nivel de otras similares o incluso igual a algunas de mayor número de habitantes. ¡Por fin Jaén podía iniciar su deseada salida del atraso casi ancestral!; sin embargo, craso error. Enseguida los intereses creados y el caciquismo me volvieron a la dura realidad. Un juez suspende la puesta en funcionamiento del tranvía. Luego viene el inmediato cambio político en el Ayuntamiento y los nuevos gestores, que se habían opuesto a la referida infraestructura, la paralizan hasta la actualidad. La política una vez más, y van muchísimas, impide el progreso de Jaén.
Sé que alguien dirá que también hay otros localidades donde el tranvía está parado o no se puso en funcionamiento, pero ese es su problema y no debería ser el nuestro. Mal de muchos consuelo de tontos; eso ya no nos sirve, es el puro conformismo que mantiene el atraso de esta nuestra provincia.
Un motivo para que no funcione el tranvía es que su recorrido es muy corto y que debería haberse hecho interurbano hasta Martos. Es verdad, puestos podría haber venido hasta Andújar; sin embargo, lo que hay es lo que hay, nos guste más o menos. Por lo que una vez invertidos muchos miles de euros, el funcionamiento debió de llevarse a cabo, por encima de todo tipo de intereses. Se nota que los dineros eran públicos y que nadie es el responsable de una mala gestión, por tanto a pelearse unos y otros por ver quién paga su funcionamiento y todas las consecuencias que de él se derivan.
Hoy cada vez que voy a Jaén capital, veo unas vías y una infraestructura para un tranvía, abandonadas. Enterándome por la prensa de los robos que en ellas se han producido, así como en los propios vagones, por lo que si un día quiere circular se tendrán que invertir más miles de euros públicos, por lo que el coste final de la puesta en servicio será muy elevado.
Por tanto el tranvía de Jaén es un reflejo inequívoco de lo que su provincia en general es; la última en todo, la que le “quitaba el sueño” a un señor que nos gobernó cuarenta años, nos lo sigue quitando ahora a todos los jiennenses, y lo peor es que no veo cuándo podremos “dormir”.