Por IGNACIO VILLAR MOLINA / España es el mayor productor de aceite de oliva del mundo con una producción media que supera los 1,5 millones de toneladas al año. Sin embargo el consumo mundial de esta grasa sólo representa el 3% del total de aceites consumidos en el mundo. Las dos últimas campañas han marcado un hito histórico para el sector olivarero ya que la escasa producción ha determinado que su precio haya escalado a registros desconocidos. Así el Virgen Extra inició en noviembre de 2021 un rally alcista para el consumidor, comprado en cooperativas, cuando fijaba un precio de 3.44 euros por litro, IVA no incluido; alcanzó los 6/8 euros entre marzo y mayo de 2023, respectivamente, y culminó superando los 9 euros en agosto de ese mismo año.
Los inéditos datos de comercialización de la pasada campaña y el excepcional incremento del precio no sólo ha incidido de forma decisiva en los consumidores más asiduos al tener que soportar desembolsos mucho más elevados, lo que ha supuesto, según fuentes de sector, una caída del consumo de esta grasa de un 20%, sino que, según los productores, tampoco ha tenido un claro impacto en la rentabilidad de las explotaciones, cuestión sobre la que señalan que “no se ha producido un significativo aumento de sus ingresos al tener que encarar subidas muy destacadas de los costes de explotación con producciones escasas”.
Así, a juicio de AEMO (Asociación Española de Municipios del Olivo), el aceite se ha liquidado en ese período a una media de 5,85 euros por kilo en origen cuando los costes medios de explotación superan ese valor hasta el entorno de 6,22 euros, lo que, aclara AEMO, supone una actualización de los costes de explotación del sector ya que la última foto fija pertenece a 2020, cuando fijaba el coste medio ponderado de producción de un kilo de aceite en 2.42 euros, para una producción media en el entorno de 1.500.000 toneladas. No obstante, aclaran, que los costes señalados estarán también condicionados por el sistema de cultivo de cada explotación, que abarca desde el tradicional de montaña, pasando por el tradicional de baja pendiente y el intensivo, en sus diferentes modalidades de secano y regadío, lo que, finalmente, fija el coste medio entre los 3 euros que supone producir un litro de aceite en un olivar superintensivo a los 10 euros que debe pagar el productor de un olivar de montaña.
Los recientes datos facilitados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, relativos a las primeras estimaciones de producción de la próxima campaña señalan un volumen de 1.262.299 toneladas, lo que representaría un incremento del 48% a nivel nacional; esta estimación referida a Andalucía pronostica 1.021.000 toneladas, un 76.6/% más, destacando la asignación para Jaén con una producción de 445.000 toneladas, un 116% superior a la anterior y la mayor de todas las provincias.
No cabe duda que estas predicciones están supeditadas a una serie de factores aleatorios, entre los que cobra especial trascendencia las condiciones climáticas propicias para su maduración hasta la recolección, especialmente determinantes del volumen final de producción, del rendimiento y de la calidad de la cosecha. Sin embargo existe un amplio consenso que esas estimaciones serán confirmadas a final de esta campaña, que para los aceites tempranos ya se ha iniciado, lo que inevitablemente repercutirá en el precio final de venta para el consumidor. Los primeros indicios de esa flexión están ya siendo reales especialmente en las grandes superficies donde se publicitan ofertas que fijan el oliva virgen extra en el entorno de los 7,50 euros. Y es que no es sólo la incidencia que ha podido tener la rebaja del IVA en el precio de venta hasta el mes de septiembre, al 2% desde octubre hasta fin de año, sino que responde, en mi criterio, a las claras expectativas de una flexión más contundente del precio, lo que supondría, si se extiende a los puntos de venta de origen, una repercusión negativa más categórica para sus cuentas de resultados. En cualquier caso sirvan de referencia los precios ajustados en el sistema Poolred que para el aceite de oliva virgen extra, en la última semana, fijaba 6,74 euros/kilo, y de cuantía similar, según el registro del Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía que los situaba en 6,68/kilogramo.
Resulta obvio que unos volúmenes como los estimados deben tener una repercusión bajista en el precio de futuro, si bien el ritmo de flexión estará marcado tanto por el desarrollo de la comercialización de esta campaña, como por el comportamiento climático del próximo año propicio para mantener unas buenas expectativas de la cosecha, lo que podría determinar que para el próximo mes de abril-mayo podríamos ver precios en torno a los 4/5 euros, según algunas fuentes del propio sector.
Si bien hemos definido el aspecto climático como condicionante más determinante que puede influir en las perspectivas futuras de los precios, por su especial repercusión en volúmenes, rendimientos y calidad, hay otros factores que pueden también tener una trascendencia complementaria en la evolución de los precios del aceite. Me refiero al consumo interno, al volumen de exportación e importación, y a la producción en otros países, ya que, si en el primer enunciado el precio a la baja debe estimular el consumo con serias perspectivas de permanencia, supeditadas al ritmo que maquen las bajadas de precios, los otros dos temas también dejarán sentir sus efectos sobre la evolución de la comercialización de la cosecha.
No cabe duda que el sector olivarero ha mejorado en los últimos diez años sus expectativas competitivas en diversos aspectos, especialmente en la mecanización, que aporta el máximo ahorro de costes y la mayor eficiencia y sostenibilidad, apuesta por la calidad y la consolidación y penetración en nuevos mercados, sendas que deben seguir perfeccionando como objetivo permanente. Y por último, el sector debe seguir impulsando el emprendido proyecto de la concentración de la oferta como el mejor antídoto para hacer frente a un mayor oligopolio de la demanda, aspecto que tiene una especial repercusión en la comercialización, y, por ende, en la formación, ajuste de los precios y la rentabilidad de las explotaciones.
IGNACIO VILLAR MOLINA.- Socio Senior de Secot Jaén. Economista