Lo cierto es que estas fechas, primeros de noviembre, invitan a la reflexión y al recogimiento y, como hiciese en su tiempo Edgar Allan Poe, me vienen a la mente una serie de argumentos envueltos en un halo, mezcla de misterio y terror, que daría para unos guiones que, en manos de la persona adecuada, se convertirían, sin duda, en best seller a nivel mundial.
Títulos como «El planetario estrellado» o «El parque acuático sin agua» no paran de martillear mi cabeza. Y es que Jaén se ha convertido, como leí hace poco, en un escenario perfecto para representar la noche de Halloween sin necesidad de atrezzo adicional.
Pero claro, como todo en esta vida, siempre hay un detonante, un big bang que despierta y hace saltar la chispa. En mi caso sucedió hace un par de días, ojeando en el facebook me topé con una noticia que me llamó poderosamente la atención: Venía a Jaén el planetario móvil más grande de Europa. (Silencio ). Y lo más sorprendente es que daba la sensación de que se iba a convertir en todo un hito para la ciudad.
Contaba con todos los ingredientes para gozar de la aceptación generalizada del noble pueblo de esta tierra. (Más silencio ). Mi subconsciente dio un respingo al reconocer una palabra que parecía que jamás volvería a asociarse con Jaén: «planetario». Y, de pronto, me vi envuelta en un flash-back en el que, primero, aparecía en medio de la presentación de un novedoso diseño, consistente en un planetario para el casco histórico; después, me encontraba en mitad de otro evento, en esta ocasión se trataba de la exhibición del anteproyecto de ese mismo planetario; y, por último, estaba sentada aplaudiendo la tercera muestra del fabuloso proyecto estrella del Plan Urban para Jaén, consistente, otra vez, en el mismo planetario…
Recuerdos nítidos de actos y más actos que viví, hace años, y que permanecían, por lo visto, dormidos dentro de mi cabeza, esperando el momento oportuno para desperezarse. Y con una tristeza teñida de azul, como sus techos, rememoré que algunas de esas presentaciones se llevaron a cabo en el bello Salón Mudéjar, y otras, en el Patronato Municipal de Asuntos Sociales… Qué magníficos marcos para tan grandes mentiras… Actos llenos de personalidades ilustres, de buenos equipos de sonido, de power point a todo color…, de maquetas, folletos, planos…, de gente ávida, como yo, e ilusa, como yo, también, deseosa de llenar el casco histórico de Jaén de vida, de cultura, de alegría… «El proyecto estrella del Plan Urban», así se vendió, y así lo compramos… El Planetario de la calle Elvín, en el corazón del barrio de San Juan… Incluso, recuerdo, que hubo una moción aprobada en sesión plenaria que, por unanimidad, instaba a agilizar los trámites para su construcción. (Más silencio). Un silencio que ha sido mantenido por todos los equipos de gobierno, un silencio que ha pesado como losas sobre las quimeras de toda aquella panda de ilusos que, como yo, creía a vendedores de humo…
Y ahora estamos aquí, esperando a que el planetario móvil más grande de Europa se digne a posar su base sobre nuestro Santo Reino. Y el que era nuestro por derecho, el de verdad, el anunciado, el aprobado, el proyectado, el redactado y el financiado…, muerto en un cajón, dando compañía a otras ilusiones nonatas.
Curioso lo que sucede en Jaén… Pero claro, después de haber disfrutado, durante el asfixiante verano jiennense, de unos maravillosos toboganes de plástico dentro de un recinto destinado a ferias y congresos…, a sabiendas de que casi nueve millones de euros, nuestros, fueron despilfarrados para la no construcción de un parque acuático de verdad y que, abandonado, desangelado y desmantelado, está tan muerto como el planetario…
¿Cuál es el final de estas historias de terror? Pues, por suerte, tenemos dos opciones: o seguir oyendo a los mismos vendedores de humo, malos cuentacuentos que nos prometieron, una y mil veces, fuertes cimientos y que, al final, nos han traído plástico…, o resucitar la ilusión que nos espera en los cajones…, como una bella durmiente.