Por JANA SUÁREZ / Estaba terminando el último libro, una novela histórica de Nieves Muñoz: Las damas de la telaraña. He de confesar que me ha emocionado, he llorado y he sufrido durante las 700 páginas, igual mi estado de ánimo no era el más óptimo para este tipo de lectura, sin embargo lo he disfrutado enormemente. No os voy a contar la historia, pero sí quiero contar, cómo me atrapó desde el primer momento, y cómo otras situaciones en mi vida por lo importantes que son, adquirían un matiz de esperanza inmenso, eso ya, abre tu punto de mira.
Quizás tratando de alargar el desenlace he esperado el momento más oportuno para terminarlo, idealicé acabarlo en una tarde lluviosa, pero no llegaba la lluvia, pensé, sacar un rato por la mañana y así con el ajetreo de comidas, no pensar demasiado en el final, pues no tenía claro si me gustaría o no. A mí me gustan los “finales felices”, puestos a elegir, me quedo con que el “bueno” se enamore de la “rubia” y sea un amor correspondido claro, y que el “bien” venza al “mal”. Lógicamente cada autor elije el final, como yo elegí el de los míos.
Hay libros que a priori por su temática, los dejo un poco apalancados para leerlos en un mejor momento, pero algo en este, me hizo abrirlo con premura, a pesar de ser muy voluminoso y no ser lo bastante cómodo para mí, puesto que me gusta tenerlo en la mano mientras lo leo, no soy capaz de leer con el libro apoyado en un soporte.
Cierto es, que algunos libros nos dejan un poso dulce o amargo, pero de todos aprendemos algo. En este caso y quiero pensar que es real, el sentido de la amistad mueve continuamente a sus protagonistas, es tan importante contar con un amigo en tu vida, o dos o tres…desde el principio al final.
He aprendido mucho de este libro, de los comportamientos humanos tan diferentes, los vemos y apreciamos en nuestro día a día y creo que en mi caso no le doy la magnitud que a veces hay que darle, los buenos son buenos y los malos son malos sin pensar que igual “esos buenos, no son tan buenos” y “los malos son malos” y punto. Los quiero lejos. Todos tenemos bondad y maldad y es curioso cómo lo que para mí puede ser algo bueno a otros les puede parecer todo lo contrario. Todo está en los libros, pero el punto de vista y con el criterio de cada uno, creo que lo podemos ver diferente. Hablo de cosas de no mucha trascendencia, lógicamente un asesino, un violador, es malo. Eso es incuestionable, y lo es para todos, como Teresa de Calcuta es una santa, porque a lo largo de su vida sólo hizo bien.
En numerosas ocasiones, estoy feliz con el final, otras sin embargo, lloro la pena de no poder cambiarlo. Ya tenemos bastante sufrimiento con pérdidas y enfermedades, busco por eso la utopía de la felicidad continua. En esta ocasión yo misma he podido elegir el final, y por supuesto, les he dado todo aquello que no han podido disfrutar en tantos años, eso sí, pensando siempre que la autora al poner el punto y final ha terminado la historia. Imaginar que un bebé no pase el sarampión después de una guerra solo es una pequeña licencia que me he permitido.
De cualquier manera, benditos esos libros que te dejan ese poso agridulce y te hacen pensar…