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Por IGNACIO VILLAR MOLINA / En un artículo reciente, solo dos meses antes, teorizaba sobre la evolución del precio del aceite de oliva cuando su trayectoria bajista amenazaba con un descenso continuado tras la publicación de los aforos que se conocieron en aquellos días. La previsión de una cosecha cuantificada en 1.262.299 toneladas, se está viendo confirmada, incluso mejorada, especialmente en la calidad ya que buena parte del  aceite producido es virgen extra.  

En aquel momento ya los precios de las operaciones de ventas a granel en origen realizadas, confirmaban la temida cesión bajista al marcar 6.74 euros por kilo de aceite, registro confirmado también por el observatorio de precios de la Junta de Andalucía que lo situaba en 6.68%. Si ya estos niveles suponían una significativa caída, la preocupación en el sector se ha disparado ya que aquellos niveles han seguido claramente esa tendencia, según señala actualmente Infaoliva, si atendemos a los precios medios de las últimas operaciones de venta en los últimos días del mes de diciembre que rondaban el entorno de los 4,23 euros/kilo. No obstante, a pesar de este comportamiento absolutamente errático, según fuentes del sector, recientemente se han cerrado algunas operaciones de exportación a granel en origen, concretamente para el mercado italiano, entre 5 y 5,20 euros, aunque no parece que tengan la contundencia necesaria para frenar la clara tendencia descendente.  

Aparte de la fundada inquietud que marcan estas cifras, el verdadero temor es que ese abrupto descenso que marca el granel en origen se extienda a los precios para los consumidores. Hasta ahora los precios reales para particulares, constatados en diversas cooperativas, se sitúan entre 6,30 y 7 euros para el aceite ya producido en esta cosecha. Ante estas evidencias el consenso de los mismos productores y fuentes bien informadas del sector consideran que el final del declive del precio actual puede encontrar fondo en el entorno de los 5 euros para el consumidor particular, aunque algunas fuentes del sector lo sitúan en 6 euros para defender la mínima rentabilidad del olivar tradicional. En cualquier caso resulta necesario profundizar sobre las razones que están provocando este significante y descontrolado viraje de los precios, aunque, en principio, haya un casi total consenso en que los niveles de 9/10 euros de los últimos meses eran absolutamente insostenibles.

Uno de las principales motivos que está impulsando este colapso de los precios está centrado en la demanda externa, ya que el consumo interno no da señales contundentes de que se haya incrementado con la suficiente firmeza como para impulsar la caída, si bien es natural que muchos hogares estén retrasando las compras en base a la inevitable trayectoria que están registrando los precios del granel en origen y a los precisos pronósticos de algunas fuentes del sector que, como señalamos anteriormente, fijan el stop del precio en los cinco euros por kilo para los consumidores particulares. Las miradas, por tanto, están centradas en los envasadores, comercializadoras y, en menor medida, en los propios productores no adscritos a cooperativas, ya que en muchos casos, el temor a un descenso más abrupto de futuro les puede estar aconsejando liquidar sus producciones  antes de que los precios bajen más, y, especialmente, en aquellos cuya dependencia para atender sus gastos básicos dependa de la venta inmediata del producto, si bien, a pesar de que los productores insistan en ajustar el finiquito inmediato, las almazaras industriales intentan aguantar sus posiciones vendedoras negociando con los agricultores posponerlo unas fechas, para no seguir arrastrando los precios a un nivel sin sentido.

Estas consideraciones unida a las amplias diferencias de producciones y costes que hay entre las distintas clases de cultivos, también pueden estar incidiendo decisivamente en los precios. Los datos son concluyentes: de obtener 3.000 kilos por hectárea en el olivar tradicional a los 14.000 en intensivo ya puede ser un factor determinante, especialmente si a este aspecto añadimos la diferencia abismal del costo entre ambos sistemas de producción, ya que, según AEMO (Asociación Española de Municipios del Olivo) oscilan desde los 2.81 euros/kilo del olivar en seto regadío, cuya superficie abarca ya el 6/7% de la superficie dedicada este cultivo y un 11/12% de la producción, hasta los 4.61 euros/kilo del de  montaña, pasando entre los 3/4 euros/kilo en olivares tradicionales de baja pendiente según regadío o secano. Sin embargo, en mi opinión, a falta de la pujanza del consumo de los hogares, sí es verdad, como hemos señalado anteriormente, que la demanda externa puede estar ejerciendo una fuerza más intensa ya que mientras el consumo interior entre octubre y noviembre alcanzó 79 toneladas, las ventas exteriores se deslizaron hasta 111, tendencia que, según la revista OLEO, puede mantenerse en el conjunto de la campaña ya que prevé que la comercialización en el mercado interior alcanzará las 190.000 toneladas, y las exportaciones sumen hasta 275.000 toneladas.

No parece por tanto, que la responsabilidad de esta situación deba  atribuirse a las cooperativas, a pesar de que la atomización de la oferta entre almazaras particulares y cooperativas pueda ser un factor determinante. En España existen 1.828 entidades productoras de aceite de oliva, de las cuales 908 son cooperativas y 920 almazaras privadas. De hecho los olivareros estiman que la  subida exponencial que tuvo el aceite fue debida a la especulación que sufrió el producto conformando una situación totalmente anómala que ahora se repite cuando los precios viran en sentido contrario: “Hay compradores que quieren ganar dinero rápido comprando barato”, asegura Cristóbal Cano, responsable de olivar de UPA, y añade: “Vemos una situación artificial y por eso hay que hacer un llamamiento al sector productor para que no se deje llevar por una espiral de precios a la baja”. En parecidos términos se manifiesta José Luis Avila, de COAG:  “Un precio de 5 euros no cubre los costes de producción, por lo que ahora los precios no deberían bajar de los 6 euros”.  

En definitiva, todo parece indicar que los vectores que están impulsando la caída de los precios tienen su origen en la decisión de los agricultores, no adscritos a cooperativas, en un contexto bajista natural después de haber escalado cotas desconocidas e insostenibles en los últimos meses. Las estimaciones de cosecha, y los movimientos especulativos de otros actores que aprovechan esos resquicios de la oferta para obtener grandes beneficios, pueden estar en el centro del panel de responsabilidades, estrategias que en absoluto han sido seguidas por las cooperativas. A este escenario hay que añadir el impacto de las 200.000 toneladas que produce Portugal, en su mayor cuantía producido en cultivo superintensivo, que juega una seria influencia en el mercado español a todos los efectos.

No obstante, no cabe duda que, una vez más, la atomización de la oferta y la falta de unión de los productores, se erige como un factor esencial. En este aspecto el Consejo Sectorial de Aceite de Oliva, insta a la responsabilidad y a la prudencia en los mensajes que se difunden sobre el mercado. Es necesario evitar actuaciones especulativas interesadas solo en obtener el mayor beneficio, para lo cual la mejor herramienta es consolidar la fuerza negociadora de los productores y potenciar su situación para defender la rentabilidad de sus explotaciones. Y, cómo no, insistir en el rango de calidad de los aceites respaldados por la distinción DOP (Denominación de Origen Protegida). Sin embargo la cuestión que me suscita más inquietud para conseguir la consolidación de la oferta, y por ende la fuerza negociadora de los productores, es cómo converger en un precio de venta que satisfaga a los diferentes tipos de cosecheros cuando las diferencias de producción y costes de explotación marcan diferencias tan dispares.  

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