La vara fue una unidad de longitud utilizada en España. Equivalía a 3 pies. Cada región de acuerdo a sus necesidades o simple aislamiento tenía distintos valores para la vara: su longitud oscilaba entre 0,8359 metros la vara de Alicante y los 0,768 m. la de Teruel. No obstante, la más empleada era la vara castellana o vara de Burgos, de 0,835905 m., tres veces el pie castellano de 0,278635 m., todo ello según nos indica la famosa enciclopedia Wikipedia. Por otro lado, en la famosa Ley del embudo se hace referencia a una injusticia surgida en alguna confrontación o disputa, en la cual una de las partes recibe un trato mucho más ventajoso que la otra. Los anglosajones hablan de “double standard” o “doble vara de medir”, en una disputa para hacer referencia al tratamiento dispar, oneroso para una de las partes, que sufre un juicio o una evaluación mucho más severa que la otra.
Esta doble vara de medir o la famosa ley del embudo la observamos a diario sobre todo en la esfera política. Dependiendo de donde venga el fraude, la corrupción, la titulación, el máster…la vara de medir es distinta. Esta teoría ha llegado a su máxima expresión a raíz del escándalo del dichoso máster de Cristina Cifuentes, que no seré yo quien la defienda, y si es cierto que se ha cometido la más mínima irregularidad en la obtención del mismo, no sólo debe dimitir de todos sus cargos y pedir públicas disculpas antes de irse a su casa. Pero curiosamente mientras, la izquierda de este país, siempre con una supuesta superioridad moral y ética sobre la derecha, pide la cabeza inmediata de la presidenta de la comunidad de Madrid, no pide simultáneamente la dimisión de la alcaldesa de Córdoba por su indignante mentira de decir que era Maestra o la del secretario general del PSOE de la Comunidad de Madrid (PSM), José Manuel Franco, que falseó su currículum y se inventó nada menos que una licenciatura en Matemáticas, tan solo al alcance de unos pocos. Ayer tarde Julen Arzuaga, diputado del partido proetarra EH-Bildu en el Parlamento vasco, ha modificado el suyo en el portal de transparencia de la cámara de Vitoria: ha pasado de tener un máster especialista en Derechos Humanos a contar con un curso en la materia. No se trata del “…y tú más” sino de Justicia y equidad. Tan chorizada es una cosa como la otra y si Cristina debe de dimitir sin haber terminado la investigación judicial abierta sobre el máster, todos estos ya están tardando en coger las maletas y largarse, y así debería de estar solicitándose por los mismos que atacan a Cristina. ¿Con qué cara va a defender Franco (ya hay que tener mala suerte llamarse así un socialista) la moción de censura contra la presidenta de Madrid cuando él durante muchos años se ha atribuido una titulación, no un máster, falso? Hay que tener la cara como el cemento. ¿Por qué Cristina sí, y los demás no? La incoherencia es evidente.
Es inaceptable que ningún movimiento feminista del 8M y compañía, todos de izquierdas, hayan salido a defender la brutal paliza propinada por los proetarras a las dos mujeres de los Guardias Civiles en Alsasua. ¿A esas mujeres no se las defiende? ¿no son mujeres? Ah claro, es que son de derechas, se supone. La incoherencia es evidente, y normalmente siempre proviene del mismo lado. Y lo peor es que muchos partidos y organizaciones apoyan a estos macarras terroristas. Sin duda una sociedad enferma. Ellos son superiores, incluido el bufón de Rufián.
Hoy hemos tenido constancia de la guerra fraticida abierta en Podemos para el control del Partido. Iñigo Errejón, el de la Beca-Black, y la defenestrada Bescansa han planteado sin tapujos un pulso a Iglesias. Pero claro, ellos dirán que es un debate democrático legítimo, y cuando lo mismo se produce en el seno del PP es una crisis sin parangón. Dos varas de medir para el mismo hecho. Si son ellos los que se rajan y apuñalan es que están desarrollando un derecho elemental; si se hace por los del PP se reduce a un grupo de extrema derecha peligroso y profesional de la bronca. Podríamos poner infinidad de ejemplos. La izquierda es así. Que alguien nos proteja de estos caraduras que aplican dos varas de medir dependiendo de quién se trate y de qué se trate.