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Si crees que la respuesta es SÍ debes saber que ERES FEMINISTA, porque así define la Real Academia de la Lengua Española el feminismo, simple y llanamente como la “ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”.

Muchas personas no saben que lo son y piensan que el feminismo es lo contrario al machismo, una actitud de prepotencia de las mujeres respecto de los varones, pero no es así. Lo que busca el feminismo es la igualdad de derechos entre ambos sexos.

Durante mucho tiempo yo pensé que no lo era y cuando me decían que era “una feminista” me lo tomaba casi como una ofensa y me veía dando explicaciones sobre el carácter moderado de mis planteamientos. Hoy sé que soy feminista, porque creo en la igualdad y la defiendo en todos los ámbitos, especialmente en el laboral, donde lo tenemos ciertamente más difícil.

Quien me conozca puede pensar que el ser mujer a mí no me ha perjudicado desde el punto de vista profesional y puede ser cierto, pero no lo es menos el que muchas mujeres en el mundo y muchas jiennenses en particular tienen enormes dificultades para encontrar un puesto de trabajo, por el mero hecho de ser mujeres.

Los datos no se prestan a dudas. La tasa de actividad femenina en la provincia en el año 2016 fue bajísima, un 46,89 por 100, frente al 62,08 por 100 de la masculina (más de 15 puntos de diferencia). Esto quiere decir que de cada 100 mujeres mayores de 16 años sólo 47 se incorporaron al mercado de trabajo, frente a los 62 hombres que lo hicieron de cada 100. Las cifras también nos dicen que esas mujeres, aun siendo menor en número que los hombres, lo tuvieron más difícil para encontrar un empleo ya que su tasa de paro se situó en el 37,42 por 100, casi 10 puntos superior a la de los hombres (27,95 por 100). Y todo esto a pesar de que las nuevas generaciones de mujeres están mejor preparadas que los hombres y tienen un mayor rendimiento académico. Aquí los datos también son contundentes, en 2010 (último año disponible) el 37 por 100 de las mujeres de 25 a 34 años tenían estudios superiores, frente al 25 por 100 de los hombres y en la actualidad, en la Universidad de Jaén, 55 de cada 100 matriculaciones son de mujeres. En el sector público, al que se accede por oposición, no existe esta discriminación, pero en el sector privado sigue existiendo.

Uno de los principales argumentos para no contratar a una mujer es el hecho de ser madre o, en muchos casos, el de estar en edad de poder serlo. Esto ha provocado que muchas mujeres opten por no tener descendencia o, en algunos casos, a posponer tanto la maternidad que el no ser madres deja de ser una opción para ser la imposición de un cuerpo de cuarenta años o más, que ha dejado de ser fértil. La tasa de natalidad baja año tras año hasta situarse en niveles que ya no garantizan el relevo generacional.

Creo firmemente en que hay que seguir trabajando para que la igualdad real se produzca, en primer lugar porque la crisis económica nos ha puesto de manifiesto que se pueden dar pasos hacia atrás y que los logros alcanzados con tantísimo esfuerzo se pueden perder fácilmente y, en segundo lugar, y no por ello menos importante, porque para llegar a donde estamos (para que las mujeres podamos votar, ir a la universidad, tener una cuenta bancaria a nuestro nombre, poder viajar o vender un bien sin que nuestro padre o nuestro marido tenga que autorizarnos, etc.) muchas feministas tuvieron que defender que las mujeres debían tener los mismos derechos que los hombres, en ocasiones renunciando a su libertad o a su vida, y no podemos defraudarlas.

Para que la igualdad sea una realidad la otra mitad de la población, los hombres, también deben reconocerse feministas y defenderla, por sus hijas, hermanas o madres ¿o no debemos tener los mismos derechos? Pues sigamos caminando. Como alguien dijo alguna vez, el primer paso no nos llevará a donde queremos ir, pero nos sacará de donde estamos.

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