Durante el año 2017, ya a término, hemos asistido a dos movimientos corporativos en España dentro del sistema financiero: La absorción del Banco Popular por el Santander y el otro, la absorción de BMN por Bankia. El primero de gran importancia por sus implicaciones sobre la concentración, el otro apenas afecta al mercado, aunque con notable presencia en nuestra provincia.
El sector bancario español destaca, dentro del marco europeo, en dos vertientes: Por la intensidad de la consolidación desde el inicio de la crisis en 2008 (con la consiguiente reducción del número de competidores) como por el aumento de la concentración (incrementando las cuotas de mercado de los bancos integrados).
En concreto, según datos que destaca el catedrático de economía Maudos, el número de entidades de crédito ha caído un 43% (de 362 a 207), siendo la reducción superior a la que ha tenido lugar en la eurozona (un 25%). En paralelo, ha aumentado casi 20 puntos porcentuales la cuota de mercado de las cinco mayores entidades, lo que supone un crecimiento del 19%, casi el doble que el de la eurozona.
El llamado índice de Herfindalh (un indicador de concentración que se utiliza como guía para autorizar los procesos de fusión) ha aumentado un 89%, lo que contrasta con el aumento del 5,1% en la eurozona. Con este último indicador, a finales de 2016 la concentración del mercado bancario español era un 28% superior al de la eurozona, cifra que aún se considera moderada según el BCE. No nos debe sorprender pues, asistir durante el 2018, que ya tenemos en la puerta, a seguir presenciando procesos de integración en el sector bancario. ¿Hasta cuándo?, es la pregunta del millón. Los expertos aventuran que no quedarán más de las entidades que se cuentan con una mano.
A pesar de los niveles de concentración ya alcanzados por España seguimos sin superar niveles que se consideran altamente concentrados pero hay una cuestión que no se mide: La distribución por provincias, tremendamente desigual en nuestro país. El ya mencionado índice Herfindahl enmascara estas diferencias. Así, utilizando información de la distribución provincial de las red de oficinas de las entidades de depósito (bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito), la imagen más reciente tras los dos movimientos corporativos de 2017 (Popular y BMN) muestra que en más de la mitad de las provincias españolas, el mercado está altamente concentrado superando el valor recomendado por el índice.
Que los procesos de consolidación en el futuro sigan produciéndose no es alarmante ni debe preocuparnos. Quizás sea más operativo y rentable que nos adecuemos a niveles bancarios europeos con oficinas más grandes, más competitivas y operativas. Pero en ese caso, el análisis de la concentración bancaria a nivel nacional debería ser completado con otro a nivel regional. Confiamos en que las autoridades monetarias velen por estas diferencias para salvaguardar las normas de la competencia.
Siempre he pensado que en España, a diferencia de la eurozona, tenemos un estanco y una oficina bancaria en cada esquina. Esto es impensable en el resto de países. Por mi experiencia profesional en el sector bancario, una de las barreras típicas que aducen los clientes en la captación por la competencia es el consabido “mi banco actual me pilla en mi misma acera, a dos minutos…”. España tiene una estructura bancaria distribuida en muchas oficinas de tamaño pequeño y eso, señores, tiene que cambiar. Hay exceso de instalación que repercute en baja rentabilidad. Cada vez es menos importante la red de oficinas como canal de competencia, dado que las tecnologías permiten acceder vía on line a los servicios y productos financieros. A ello se unen las fintech (la tecnología aplicada a las finanzas) y los GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple), que se han introducido como otros elementos de la competencia dentro de los mercados bancarios.
No obstante, como apuntan todos los expertos en la materia, sería conveniente que hubiera más fusiones transfronterizas en el contexto de la unión bancaria europea, ya que como reclama el BCE, no suponen un aumento de la concentración de los mercados nacionales (a diferencia de las fusiones domésticas) y por tanto no tendrían efectos negativos sobre la competencia.
Desde ya, mi querido Jaén, Bankia y BMN son una, y esto, paisanos, es bueno para el sector y para la clientela.