La cultura ancestral heredada ha supuesto una aceptación unánime en nuestro país en favor de la compra de vivienda. El general consenso sobre esa opción ha determinado que en la actualidad más del 75% de los españoles sea propietario de una vivienda. Sin embargo las limitaciones impuestas por la crisis, que apenas estamos superando, especialmente en los años transcurridos entre 2008 y 2016, han generado una modificación evidente en las tendencias de compra en favor del alquiler, aunque todavía esta opción sólo es preferida por el 22,2% de la población. El enorme desempleo acumulado en estos años y su precariedad y temporalidad, además de otros importantes aspectos, han impulsado esta opción de forma muy destacada hasta suponer un incremento apreciable del 2.8% con respecto a 2007, que además de reducir el número de transacciones de compra ha propiciado un alza ostensible del 5.1 % en los precios de alquiler con respecto a 2016.
Despejar la alternativa entre alquilar o comprar no sólo va a depender de la tradicional convicción de posesión que hemos señalado anteriormente sino, obviamente, de las circunstancias particulares de cada interesado. Indudablemente uno de los principales requisitos serán las disponibilidades líquidas del comprador para suplir la parte del precio no financiable por el banco más los gastos de formalización de las escrituras. Asi mismo, otra premisa primordial, será sopesar el período que, en principio, estimamos para un posible alquiler ya que, de entrada, no está indicado para períodos prolongados pues, en este caso, sería recomendable optar por la compra dejando la alternativa del alquiler para períodos de corto plazo, aunque siempre cabe la posibilidad de incluir una cláusula de opción de compra si no se tiene muy definida la duración del mismo, pero pudiera haber alguna posibilidad en el futuro.
Por otro lado también debemos ponderar otros factores que pueden incidir en la decisión más adecuada, tales como la estabilidad y perspectiva laboral de la persona, ya que los términos del contrato, indefinido o temporal, pueden ser determinantes para conseguir la financiación necesaria, si bien, la posibilidad de mejora laboral en un próximo futuro que conlleve un incremento salarial puede también ser valorada, aunque es probable que la financiación bancaria exija una garantía personal adicional. Esta posibilidad puede también plantearse en cualquier momento ya que la ayuda familiar, bien facilitando los fondos diferenciales o prestando su aval, podría facilitar la concesión crediticia necesaria.
En cualquier caso, una cosa deben tener segura los posibles compradores: lo que se deje de comprar ahora costará más en el futuro, pues la tendencia actual es claramente al alza según el general consenso de los expertos del sector. Y por otro lado, no olvidemos que el incremento del alquiler eleva la tendencia de compra, ya que tiende a equiparar el mismo con el recibo mensual a pagar por la financiación hipotecaria. Asimismo factores como la anuencia de compra de extranjeros, la inclinación a comprar de inversores nacionales interesados en obtener mayores rentabilidades para sus ahorros mediante el arrendamiento, el boom turístico, la recuperación económica y la mejora del empleo, son aspectos singulares que avalan los vaticinios señalados en forma de subidas del precio de la vivienda.