El bitcoin o la criptomoneda es el término que recibe una unidad monetaria creada -allá por el año 2009- como medio de pago en las transacciones digitales y que reúne unas características muy peculiares que se apartan del resto de sistemas de pago tradicionales.
Un bitcoin se caracteriza por ser descentralizado y no estar respaldado por ningún gobierno o banco central y además, carece de seguridad jurídica.
Hasta la invención del bitcoin era obligado que todos los pagos en el comercio electrónico se canalizaran a través de entidades centralizadas de confianza, generalmente bancos y otras empresas financieras, que gestionaban el seguimiento de todas las transacciones.
La criptomoneda ha dado el salto desde el ciberespacio a comercios ubicados en distintas ciudades del mundo (Nueva York, Londres).
Los principios fundamentales de este dinero digital son:
-21 millones: Esta cifra es la cantidad de unidades límite. Nunca podrán emitirse más de 21 millones de bitcoins.
-Sin censura: nadie puede prohibir o censurar transacciones válidas.
-Código abierto: el código fuente de Bitcoin siempre debe ser accesible para todos.
-Sin permiso: nadie puede impedir la participación en la red.
-Pseudoanónimo: no se requiere identificación para participar en la red Bitcoin.
-Permutable: cada unidad es intercambiable.
-Pagos irreversibles: las transacciones confirmadas no pueden ser modificadas ni eliminadas. Se genera un histórico que nunca se pierde.
Y a pesar de conocer estos principios, todo el mundo se pregunta qué es exactamente esta moneda que despierta tanta curiosidad. Corren ríos de tinta y mares de rumores sobre las golosas ganancias de los admirados propietarios de la virtual moneda pero… ¿es esto real o estamos ante el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, versión espacio financiero virtual? Las historias de éxito (reales o inventadas) que rodean a esta moneda parecen ciencia ficción.
Inversores a pequeña escala, domésticos y anónimos, se disputan con los tiburones financieros el pastel del volátil universo de los mercados. La criptomoneda empezó a moverse en Internet a un precio irrisorio; 95.-€ la unidad en 2013. Cuatro años después rondaba los 11.000.-€ esa misma unidad. Afamados expertos financieros insisten en que puede llegar a un contravalor de 100.000.-€. “No hay nada en la historia de la humanidad que se haya revalorizado tanto ni tan deprisa, y en su existencia está el potencial para cambiar el sector financiero del planeta de una forma que no podemos imaginar” según palabras de Amber Baldet, la brillante desarrolladora tecnológica de las redes sociales que se atreve a codearse y discutirle al mayor banquero de inversión de la Tierra, Jaime Dimon, de JP Morgan.
También florecen, por contra, cada día más, corrientes expertas que advierten que el bitcoin es la mayor burbuja especulativa de la historia de la economía y que esas unidades se quedarán en nada y harán perder millones de euros a sus propietarios.
Los bitcoins no son tangibles como los billetes en papel o las monedas de metal, son claves alfanuméricas kilométricas que se archivan en un paquete informático llamado walletdat y que acreditan quien es el propietario y su histórico de adquisiciones y ventas.
Cada vez que alguien anónimo, en alguna parte del mundo, comercia con un bitcoin, un gran número de ordenadores se ponen en marcha para evitar el fraude, respaldar las operaciones y garantizar su seguridad a través de un sistema que se llama blockchain. El blockchain es un sistema que registra cada transacción dentro de una interminable lista donde se recoge todo el histórico de la criptomoneda desde su nacimiento. Como explica un ingeniero informático de una startup financiera: Imagina que cada vez que sacas un billete del cajero viniera en el mismo billete una lista de todas las manos que lo han tenido antes desde que se imprimió y la lista de todos los que garantizan que es un billete de curso legal. Así, cuando lo utilices, el que lo recibe sabe que es dinero legal y te devuelve con otro billete que reúne las mismas anotaciones.
Lo que parece claro es que se trata de un experimento social financiero que se está desbordando y que incluye a los GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) dejando al margen al sector financiero tradicional, que tiene alentadores y detractores en defensa y ataque, respectivamente, de esta divisa digital que está de moda. Y como toda moda, no sabemos si será efímera o ha venido para quedarse como las aplicaciones de pago de los móviles, la banca online o todo lo que ya se tramita a golpe de smartphones. ¿Es el blockchain el futuro de las transacciones económicas y financieras? Nadie lo sabe… Yo, por lo pronto, voy a hacerle un bizum a mi hijo de su asignación semanal.