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Un informe realizado por el Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada, recogido por el periódico económico Expansión, del día 18 de agosto, previene sobre el peligro que amenaza al aceite de oliva en España debido a su “acelerado proceso de banalización” que atenta con depreciar su valor real.

Tras destacar la trascendencia que el aceite de oliva supone para el sector agroalimentario español, debido a su destacada producción anual, que alcanza en términos medios 1.2 millones de toneladas, con un valor superior a los 4.000 millones de euros, señala la importancia y dependencia que representa para el desarrollo de algunas regiones españolas justo en el momento en que se manifiestan otras amenazas y riesgos severos para el sector, tales como el incremento de la producción, la caída de los precios y una reducción evidente del consumo en áreas tradicionalmente adictas a su consumo.

Este informe pone especial énfasis en destacar que competir por precio no tiene futuro porque esta vía elimina cualquier valor añadido que pueda generar este producto excepcional. La banalización de la venta del aceite de oliva como una commodity (mercancía) es una senda suicida en la que confluyen muchos actores. Uno de estos actores es el sistema comercial, ya que el aceite de oliva se está utilizando, cada vez con más frecuencia,  como un producto reclamo para atraer a compradores a las grandes superficies comerciales con ofertas tales como “lleve 3 y pague sólo 2” o “ la segunda unidad al 50%”.  Esta estrategia elimina el valor añadido que debería generar este producto, restándole buena parte de su importancia como alimento trascendental y depreciando su valor. Esta banalización se manifiesta claramente en el protagonismo que tiene el aceite de oliva en las marcas blancas, ya que más del 62% tiene sólo la marca del distribuidor y, lo peor, es que esta tendencia se está internacionalizando, ya que en Alemania representa el 75%, en USA, el 40%, en Francia, el 43% y en Italia, el 27%.

Un segundo actor implicado en este proceso depreciativo del valor del aceite es el propio sector olivarero ya que, a  pesar de que en los últimos años se ha detectado una sensibilización creciente centrada en producir aceites de alta expresión y máxima calidad, que permite la generación de ese valor añadido pretendido, los niveles alcanzados, hasta ahora, son netamente insuficientes para mantener la excelencia de este producto, pues una buena parte de la producción anual es vendida a granel a otros industriales o exportado a otros países que aprovechan este craso error para rentabilizar sus compras en España.

Por último, el tercer factor relacionado en la banalización del precio, es el propio consumidor. El informe destaca que ni el 10% de los consumidores son capaces de precisar las diferencias entre las distintas cualidades de la gama de aceites. Al final todo se considera  Aceite de Oliva y lo que, realmente importa, en definitiva, es el precio a la hora de comprar. La volatilidad de los precios hace bascular los niveles de consumo y, en estos momentos, según el informe, se detecta una reducción del consumo en torno del 15% en beneficio de otras grasas con especial redundancia en el aceite de girasol.

En conclusión, resulta necesario que todos los agentes implicados en este sector se coaliguen para evitar la permanente devaluación del valor de la mejor grasa para el consumidor.

 

 

 

 

 

 

 

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