He dejado pasar un par de días conscientemente para que nadie pueda pensar que estas líneas son una reacción en caliente. También he querido ir recabando información y elaborar así mis propias conclusiones en relación con el COLCE.
Verdaderamente han sido cuarenta y ocho horas intensas en las que el torrente de informaciones me ha llegado a desbordar, máxime con el proceso que vengo padeciendo desde hace año y medio que, entre otras cosas, satura mi cabeza de manera rápida y contumaz, restando fluidez a las ideas. Pero a pesar de ello no quiero dejar pasar la oportunidad que me ofrece mi querido amigo Antonio Garrido para, desde este blog, dejar unas pinceladas que ya pueden ser reiterativas aunque creo necesarias para no olvidar el daño que se le ha infligido a Jaén de forma totalmente consciente y deliberada.
Justo el día en que saltó a los medios de comunicación el deseo de Córdoba de presentar su candidatura al Plan COLCE, María Cantos y yo habíamos sido invitados a Radio Guadalquivir a exponer nuestros puntos de vista sobre las posibilidades de Jaén y dar a conocer a los oyentes -que pudieran no conocerlo-, los pormenores del Plan. A micrófono cerrado comentábamos las nulas posibilidades de la provincia cordobesa debido a la premura de tiempo que imponía la propia Administración militar y la envergadura del proyecto que había costado meses elaborar, como cualquier técnico puede deducir fácilmente. En esa tranquilidad, en la renuncia de varias candidatas y en el silencio de Toledo habíamos instalado las esperanzas de Jaén unidas al impecable trabajo desarrollado a nivel técnico y social.
A la espera de la resolución salta la noticia ya sabida y se arma ad intra y ad extra. Nadie fue ajeno a la mano de Carmen Calvo y yo no puedo concebir la laxitud moral de una Vicepresidente del Gobierno que por puro capricho de cuna y supongo que partidista –porque los mentideros no le dan crédito alguno en la provincia que la vio nacer- para ganarse la estima de sus paisanos, es capaz de dejar el término justicia a la altura del betún y anteponer el interés propio al general de una tierra deprimida, en parte gracias a su propio partido. Pero no quiero entrar en el terreno de los partidos, máxime cuando me considero en las antípodas ideológicas de cualquier formación política de las que hoy integran el espectro político nacional. Uno tiene su propia concepción de Estado y sistema y nadie se la va a quitar.
Sin embargo, sí creo que el delito con mayúsculas perpetrado con Jaén está sirviendo para romper la unión que hasta ahora ha hecho progresar la opción del Santo Reino hasta donde ha podido. Me explico. Las redes arden; pero no es por un fuego purificador, precisamente, sino un burdo, absurdo y desaconsejable juego de reproches por quienes también tendrían que callar. ¿Culpables? Por supuesto. Para mí, dos: Carmen Calvo y Pedro Sánchez. Ya está. No me entra en la cabeza que en Jaén se supiera la jugada de Calvo y se mantuviera la callada por respuesta hasta que se hiciera oficial. De ser así, no puedo calificar la catadura moral y política de quién pudiera llegar a tanto. El latrocinio sufrido por nuestra provincia se está convirtiendo peligrosamente en arma arrojadiza que puede ser un boomerang. Divide y vencerás. ¡Mucho cuidado! Leo estupefacto acusaciones, justificaciones sin fundamento y comentarios de baja ralea por quienes están ahora indignados y no recuerdan cuando ellos eran los que provocaban indignaciones. Pretenden lazarnos a pelear con Córdoba y ya se están viendo resultados. Políticos del PSOE cordobeses bloquean a personas en sus redes, ¡se piden cabezas en Jaén!…
Hemos llegado lejos y no podemos permitir que nos venga larga la derrota premeditada y sufrida en el minuto noventa de partido. Ahora, más que nunca, Jaén tiene que ser un bloque compacto, haciendo lo que tenga que hacer, con la misma altura de miras que ha tenido a lo largo de este ilusionante periplo.
Nuestros políticos tienen que llegar –quieran o no- al fondo de la cuestión y contarlo, sin tapujos, a todos los ciudadanos. A mí y a muchos giennenses no nos vale la disciplina de partido; no pueden mezclarse conceptos porque nos convierten a todos en pseudoafiliados del partido en el Gobierno. Si alguien es alcalde, presidente de Diputación, diputado o concejal se debe a todos los que lo han votado y a los que no y tiene que hacerlos partícipes de todo aquello que deban y puedan conocer y, en segundo lugar –solo en segundo lugar- ponerse a las órdenes de su partido. En nuestro caso, estimo que no habrá informaciones clasificadas de ningún tipo en relación con el devenir del proyecto y tenemos que conocerlas. Es nuestro derecho. Igual que es nuestro derecho salir a la calle, con responsabilidad por la pandemia que nos asola y mostrar, en conjunto, el rechazo de la sociedad giennense a la cacicada de una política que, impunemente, ha apuntillado el futuro de Jaén. Posiblemente, como me dice un amigo ni le va a llegar. Puede ser. Además soy enemigo de las manifestaciones, pero hay ocasiones en que hay que salir a dar la cara y más justificada que ésta no la habrá en mucho tiempo.
Carmen Calvo y los suyos tienen su vida resuelta. Miles de giennenses no. Decía al principio que estoy en las antípodas ideológicas del total de los partidos políticos que existen en España, pero no olviden que cada cuatro años hay elecciones y la experiencia nos demuestra que nadie, repito, nadie ha dado nunca la talla por Jaén.