DE RONDA VENGO lo mío buscando, la flor del pueblo, la flor de mayo, verde, blanca y verde. ¡Ay! que bonica verla en el aire, quitando penas, quitando hambre, verde, blanca y verde.
Sea el verso de Carlos Cano quien nos ayude a rememorar los años pasados, cuando nuestro país comenzaba un camino, un sendero, abierto a la esperanza, una vez que la transición de un régimen a otro propiciaba una mirada al futuro.
En el escenario de los sueños, Carlos Cano, con su voz, aplaudía el mañana, mientras los “grises” pretendían poner orden a la libertad, que el pueblo en un solo grito, reclamaba. Iban rompiéndose las cadenas del pasado, a la vez que ilusionantes entregas se unían en esfuerzos reivindicativos.
Es lo que escribía este periodista, -octubre de 1981-, con motivo de un programa especial llevado a cabo en Jaén para la Cadena COPE titulado Andalucía, una realidad, una esperanza, cuando los andaluces fuimos convocados a un referéndum de ratificación del Estatuto de Autonomía para Andalucía. Insistiendo, entonces, en la necesidad de dar la Autonomía a la región andaluza para recobrar su papel creador y dejar de ser un mundo de subdesarrollo.
Obligado era acercar a nuestros días el “Ideal Andaluz” de Blas Infante, para sentir y desear “que las ciudades andaluzas se derramen por el campo y se abran las dehesas y los cotos al pueblo, ansioso de permutar sus energías con las energías de la naturaleza. De esta alianza sagrada, de estas nupcias benditas entre el trabajo y la tierra, han de brotar las esencias que harán revivir poderosas las energías agonizantes del pueblo andaluz.”
Han pasado treinta y siete años del referéndum. Cabe preguntarse, ¿se ha cumplido lo que ayer era una esperanza? Esta travesía de gobierno autónomo ha dado solución a los males crónicos que padecíamos?. ¿Ha cambiado la vida de los andaluces?. En lenguaje coloquial se diría que lo conseguido, no es ni mucho menos todo…pero vamos tirando.
Convendría, desde luego, traer a la memoria el matiz argumental que el profesor Duro Cobo advertía en 1980: “Es obvio que los efectos que se produzcan en el campo de la economía regional, solo serán observables a largo plazo por lo que habrá que esperar a la hora de enjuiciar los efectos inducidos por los nuevos modelos de funcionamiento económico”.
Por su parte, el catedrático Antonio María Calero señalaba años atrás: “El autogobierno andaluz, como cualquier otro, no es ninguna panacea, ningún remedio automático que, por su propia virtud va a solucionar los problemas de esta tierra”.
“La Autonomía es un derecho reconocido por la Constitución, y como tal debe exigirse; pero una vez conseguida, es simplemente un medio, un instrumento que hará posible administrar la realidad existente hasta conseguir una Andalucía más justa”.
Cierto es, afirma este oficiante de noticias que vivió la transición, y ahora fija sus ojos en nuestra realidad, que Andalucía es potencialmente mejorable. Que no basta lo conseguido; el empeño de todos tiene que dar sus frutos. Hay que pedir a la política realidades y no difusos proyectos de oportunismo electoral. Que el andaluz sueña, pero despierto, no se olvide.
El legado patrimonial que ofrece Andalucía no se sustenta en idioma distinto, pero sí en siglos de creatividad vivificadora. Globalizado el mundo, queremos tener voz propia en esa Europa de las regiones y dar ejemplo del ser andaluz. Porque nuestro hecho diferencial se llama universalidad, nuestra forma de actuar, la solidaridad. Somos el pueblo más avanzado de una cultura universal, individual y colectiva. Andalucía mueve fronteras. Ya lo venimos demostrando.
*Juan Antonio Ibáñez es periodista