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Por MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO / Caminar por las zonas desfavorecidas de una ciudad es un ejercicio de responsabilidad que debería de hacer más de uno, y no sólo nuestros políticos. Con esta pequeña excursión, quizá conseguiríamos hacernos cargo de la situación tan compleja que sufren. La falta de servicios, la falta de infraestructuras y la falta de vivienda son sus mayores demandas.
Pero también existen otras que no vemos, y que son tan importantes o más que las anteriores. Me estoy refiriendo a la falta de empatía de muchos vecinos del mismo barrio.
Desde mi condición de antiguo vecino del viejo Jaén, y trabajador de una asociación del sector social puedo ver cómo la falta de respeto a estas personas, a la vulnerabilidad y a los técnicos que trabajamos, cada vez se extiende más, por parte de otros vecinos (pequeños propietarios de comercios…) que nos ven como una rara avis.
Nos acusa este vecino tipo, que carece de formación, y que, ciertamente, todo su patrimonio lo ha conseguido con esfuerzo y trabajo, de facilitar la vagancia de estas personas desfavorecidas. Y se le olvida al señor, que él, probablemente, estuvo o no en una situación similar, pues, posiblemente, sus orígenes también vienen desde abajo. ¿O desciende de la pata del Cid?
Querido amigo, la vida, a veces, se complica. No la arrastre usted más.
Tenga comprensión y respeto por su prójimo. Y cuando pase el Señor en procesión por su calle, háblele de las necesidades de sus vecinos, y no a sus amigos de lo bien que va el paso.
Pronto llegará la Navidad, duermen lo espíritus serenos y en paz. A lo mejor, se levantan y van a por ti, y te elevan por las cordilleras hermosas de tu barrio para que veas que la verdad no es absoluta, y la tuya menos.

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