A Tito Hontoria
Por MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO / La belleza de la mañana ya comenzaba a asomarse por oriente. Los primeros rayos de sol apuntaban hacia mi montaña.
El sueño plácido como el agua que canta en la fuente. Un sueño hermoso, igual que los ojos del animal.
Otra vez, la señal: la niebla se hace fuerte —aun estando el sol en lo más alto— y se desliza entre los adoquines de la calle Santísima Trinidad. El lagarto vuelve a salir por la puerta del convento trinitario.
Apenas tuve tiempo de ojear el cielo cuando el mensaje fue claro. Había que desplazarse hasta la montaña. Mi amigo jurásico me esperaba en la quietud de las termas de Jabalcuz, de sus cuevas.
Caminé con celeridad por la calle del doctor Martínez Molina. El tiempo y el espacio se abrazaron y el resultado fue celestial —así lo canta el poeta Damiani en su poesía: Jesús de los Descalzos ascendía su belleza por el cantón de la Ropa Vieja.
Atravesé la Plaza de Santa María. Y estando cerca de la fuente de la Peña, un grito brotó de la cantera. El espíritu de los destronados yacía encadenado a la piedra, pidiendo tornar a la paz que le había sido robada.
Jabalcuz ya se veía cerca. La roca inmensa hermoseaba las estribaciones, a las puertas de la Sierra Sur.
Y en su cima unos ojos verdes comenzaron a descender por la ladera del falso volcán. El dinosaurio desde la profundidad de la cueva encontró el sendero divino que guiaba el agua hasta su reposo.
¡Qué alegría! ¡Qué gran milagro ocurrió! Otra vez el animal consiguió lo imposible: que los jardines de Jabalcuz se abrieran descolgados de la piedra y su belleza compitiese con el sol.
Pero la hazaña no solo quedó en la visión de los jardines. Enfrente, en el lugar en el que la carretera se convierte en curva, a la diestra, al pie de la montaña, las termas esperaban la llegada del bañista. Y al lado, en la puerta de una casería, María aguardaba con su sonrisa, dispuesta a hacer inolvidable la visita a la montaña.
Todo volvió a desaparecer, solo sigue colgado el cartel que anuncia una pronta restauración de los baños. Un anuncio que, incomprensiblemente, lleva más de cinco años prometiendo algo que no se ha cumplido.
Foto: Una concentración de vecinos hace ahora diez años, ante las termas de Jabalcuz. (MANUEL CUEVAS).