Por MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO /
He leído el libro, al cobijo de las medianoches. Una vez que mis hijas llevaban un tiempo largo durmiendo.
El silencio de la calle empedrada hacía hermoso este momento. No hay nada tan fantástico como empezar una nueva lectura.
Escribir, en estos tiempos, es un acto de honor, un ejercicio de valentía que solo está al alcance de unos pocos elegidos.
Nuestro escritor, Miguel, pues a pesar de ser este libro su ópera prima, es un escritor de verdad. Con cuajo y oficio, capaz de hilar acontecimientos que trasmiten emociones, que nos cuentan algo. Porque escribir es contar, es aleccionar, es, en definitiva, influir en el corazón de los lectores para que sean buenas personas.
Sin embargo, hay algo que, también, es muy importante: a todos los lectores, no sólo a los más avezados, les gusta leer bonito. La estética de la escritura es como la armonía en la música, esencial.
Y esto lo consigue nuestro amigo Miguel. La construcción de las frases, la creación y desarrollo de los personajes, los mensajes que se adivinan a través de los diálogos son las flores más hermosas que tiene la historia.
El titulo nos dice que estamos ante una novela juvenil, sin embargo, no es verdad.
El libro, que tiene una profundidad oceánica, es muy recomendable para lectores adultos. Para que recuerden que el amor, la empatía, la amistad, la aceptación del diferente, el sufrimiento del que abandona su tierra son valores universales a los que todos estamos conectados.
Por eso, querido Miguel, eres un valiente. Un león con alma de avestruz que, siempre, ayuda a los más desvalidos.
El poeta Javier Lostalé dijo en el patio de los Baños Árabes, que los licenciados en derecho, por su dominio del lenguaje jurídico, eran los mejores poetas.
Y yo, salvando las distancias con el maestro Lostalé, digo que los trabajadores sociales tienen la capacidad más asombrosa para poder narrar, para poder contar, y, sobre todo, para dar vida y lugar a los desheredados de la tierra.

Me resulta muy gratificante calificar esta novela, también, de cuento. El relato corto es uno de los géneros literarios con mayor dificultad. Comprimir en un espacio tan corto la historia y saber trasmitirla con su consiguiente mensaje es un arte. Así que, querido amigo, desde este momento eres capaz de realizar otra novela más extensa, pues eres un gran dominador de la materia prima. Eres, como he dicho antes, un escritor que lleva toda su vida dándole forma al lenguaje, inventando historias que nos hacen pensar, saber cuál es el lugar que tenemos que ocupar en el mundo.
Por tanto, no es de extrañar que la naturaleza sea la piedra angular de este relato, y, concretamente, una Isla en la que se aprecian todos los ecosistemas, produciéndose un gran paralelismo entre los humanos y los animales.
En el cuento, Miguel describe una monarquía que, en cualquier momento, puede convertirse en una cosa pública; pues el protagonista es alguien que escucha a todos los que le rodean, y lo más importante es que sabe escucharse a sí mismo. Aceptarse como es, y luchar por un mundo en el que la diversidad sea lo más hermoso.
Es este un libro de lectura recomendada, que debería leerse en la siesta de verano o en las de invierno; en las escuelas por el profesor que cuida de los niños, en talleres de igualdad que organizan los trabajadores sociales.
Es, en definitiva, un cuento de cabecera que los padres deben leer a sus hijos y a otros padres.
Muchas gracias.