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BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / “Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” (Antoine de Saint Exupéry). La frase es del aviador y escritor francés, autor de la célebre obra El principito, la inmortal fábula infantil de contenido lirismo e ilustrada por él mismo, sobre el sentido de la vida, de la amistad y el amor, autor que nació un día como hoy del año 1900. La cita inicial significa que el valor de las cosas no siempre es evidente y lo realmente importante en la vida no es lo material, sino lo intangible, que te hace la vida diferente, como el amor. Nos dejó citas maravillosas, como estas: “El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va” o “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día cada uno pueda encontrar la suya”…Un recuerdo asimismo para el poeta malagueño Manuel Altolaguirre, perteneciente a la Generación del 27, nacido un 29 de junio de 1905, muy considerado gracias a su poesía cálida, cordial y transparente. Un ejemplo: “Huyo del mal que me enoja buscando el bien que me falta. Más que las penas que tengo me duelen las esperanzas”…Otro personaje literario que merece atención es el poeta cordobés Pablo García Baena, nacido el 29 de junio de 1923, perteneciente al Grupo Cánticos, y que cuenta entre otros galardones con el Premio Princesa de Asturias de las Letras, en 1984, y el titulo de Hijo Predilecto de Andalucía, en 1988. Su poesía posee un acento gongorino y sensualidad e incluye la temática religiosa de los ritos y las procesiones. El escritor García Baena depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado que permanecerá guardado hasta el 12 de mayo de 2065. Es una de las personalidades que deja un objeto personal en la antigua cámara acorazada de la sede central del citado Instituto. Estos son unos versos de su poema Elegía: “Yo sigo en mi ventana,/y tú soñando en otro mientras Chopin suspira,/ahora que no arde en mi quinqué la luz/ y que a los dos nos une la lluvia con sus lágrimas”…Otro recuerdo al fallecimiento en este mismo día de 1979, de otro grande, el vasco Blas de Otero, uno de los principales representantes de la poesía social y la poesía intimista de los años cincuenta, autor, entre otras muchas obras, de Cántico espiritual y Esto no es un libro. Nos ha regalado para siempre citas maravillosas como estas: “No. No dejan ver lo que escribo, porque escribo lo que veo” o “Ni una sola palabra brotará de mis labios que no sea verdad. Ni una sílaba que no sea necesaria”. Y unos versos de su poema Me queda la palabra, al que pondría música Paco Ibáñez: “Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra”…Alguien más al que sumar a la lista es el escritor estadounidense de gran fama en todo el mundo Irving Wallace, que nos dejó en este mismo día de 1990, y había vendido 250 millones de copias de sus novelas, entre ellas El séptimo secreto, La segunda dama o El Premio Nobel. Wallace fue un hombre inquieto e interesado por conocer paisajes, hombres de diferentes culturas, y las particularidades extrañas, heterodoxas y marginadas de la historia del mundo. Se define en esta expresión: “Ser uno mismo, y sin temor de ser correcto o incorrecto, es más admirable que la frialdad de la cobardía o la sumisión al conformismo”…Y como colofón el recuerdo también de una excelente actriz, Katharine Hepburn, fallecida en 2003, quien, gracias a su talento pasó a la historia como una de las más importantes del cine estadounidense, en cintas tan célebres como Adivina quién viene a cenar, La reina de África, El estanque dorado, Mujercitas… y es recordada además por su espíritu independiente y su actitud indomable, que la colocaron a la cabeza de las mujeres de su época. Un par de frases sirven para retratarla: “Mi mayor fortaleza es el sentido común” o “Nunca te des por vencido. Crea tu propio camino”.

EN EL PRINCIPIO
Blas de Otero

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

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