“Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa”

BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / “Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa” (Martin Luther King). No es difícil coincidir con esta afirmación que hace el que fuera Premio Nobel de la Paz de 1964. En efecto, aunque en la vida los mejores resultados se deben obtener diciendo siempre la verdad, porque nunca se debe cargar con el peso de la mentira, bien sabemos que las verdades a veces duelen. El excesivo ego, el miedo a cambiar y el delirio de infalibilidad, son, entre otras, fuentes de terquedad de algunos que no toleran escuchar verdades o simples discrepancias. No siempre es verdad el dicho de que quien calla otorga, lo que pasa es que conversar con según qué personas puede resultar frustrante. De todo lo cual se deduce que es cierta la afirmación de que al decir lo que se piensa se puede uno encontrar con legiones de enemigos. Hay una frase de Walter Rizo que lo recoge de otra manera: “La sinceridad puede convertirse en la más cruel de las virtudes si no es gobernada por la prudencia”. Otro pensamiento de Luther King: “Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no puedes caminar, gatea. Pero hagas lo que hagas, siempre sigue hacia adelante”…Por lo demás tal día como hoy de 1621 nacía el poeta y fabulista francés Jean de La Fontaine, que debe su fama a sus doce libros de Fábulas, conjunto de narraciones en verso protagonizadas por animales que actúan como seres racionales, y cuyo objetivo es ofrecer una enseñanza moral. Inspiradas en las fábulas clásicas son modelos del género y con ellas legó a la posteridad una visión irónica y un tanto escéptica de la sociedad. Unas frases que definen bien a De La Fontaine: “Todos los cerebros del mundo son importantes contra cualquier estupidez que esté de moda” y “La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia”…Otro escritor relacionado con este día es el británico Anthony Hope, fallecido el 8 de julio de 1933, cuya vida literaria se vio coronada por un gran éxito con su novela El prisionero de Zenda, que gozó de un gran favor popular, obra llevada al cine y que sentó las bases de lo que se considera el género de aventuras, al cual entregó Hope más de una treintena de trabajos. Dos testimonios para recordarlo: “A menos de ser un genio, lo mejor es procurar hacerse inteligible” y “Decir la verdad a quienes entienden mal las cosas, es ordinariamente divulgar la falsedad”…Vale la pena incluir en este elenco al escritor y poeta italiano Giovanni Papini, fallecido el 8 de julio de 1956, autor de El crepúsculo de los filósofos, Gog, El libro negro o Un hombre acabado. Animador de la revolución cultural y literaria que se produjo en su país a principios del siglo XX, destacó por su desenvoltura a la hora de abordar argumentos de crítica literaria así como de filosofía, de religión y de política. A él pertenecen estas sentencias: “El amor no es capaz de ver los lados malos de un ser; el odio no es capaz de ver los lados buenos” y “Quiero saberlo todo, y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría”…Finalmente, otro día como este de 1987 nos dejaba Gerardo Diego, un grandísimo poeta, miembro destacado de la Generación del 27, que mereció todos los reconocimientos, como el Premio Nacional de Literatura compartido con Rafael Alberti y el Premio Miguel de Cervantes, junto a Jorge Luis Borges. El santanderino Gerardo Diego es uno de los grandes referentes de la poesía española del siglo XX, en cuyo legado hay frases como estas: “Mis pensamientos son montes, mares, selvas, bloques de sal cegadora, flores lentas” y “Nada hay como un suspiro intercalado y entre suspiro y suspiro la melodía ininterrumpida”…Una cita de la escritora María Dueñas: “Pero ahora sé que el destino es la suma de todas las decisiones que tomamos en nuestra vida”…Y otra del poeta francés Theophile Gautier: “Amar es admirar con el corazón; admirar es amar con la mente”…El final queda reservado al escritor argentino Julio Cortázar: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”.