“No existe nada que odien más los mediocres que la superioridad del talento»

BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / “Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esta tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta” (Haruki Murakami). ¿Se acuerdan? No es la primera vez que traigo esta sugerente cita del escritor japonés de su libro Kafka en la orilla, que aunque tiene su propia temática viene a cuento porque nos habíamos convencido de que cuando la adversidad terminara nada sería igual, pues como sugiere Murakami, las tormentas cambian a las personas. Ahora me cabe la duda de si para bien o para mal, si realmente después de todo este tiempo habremos aprendido alguna lección. Basta con mirar a nuestro alrededor para lamentar que los buenos propósitos se quedaron en el camino…En este día traigo al recuerdo a la escritora y poeta española del Romanticismo, Gertrudis Gómez de Avellaneda, nacida tal día como hoy de 1814, que nos dejó frases como estas: “A la sociedad nadie va a lucir sus virtudes” y “La mayor virtud no compensa el defecto del talento”…También un 23 de marzo, de 1881, nacía el novelista francés Roger Martin du Gard, que fue Premio Nobel de Literatura, y heredero de la novela realista tradicional del siglo XIX. Un texto de su autoría: “La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse”…En este mismo día nació el dramaturgo y maestro español de la Generación del 27, Alejandro Casona, al que recuperamos en estas sentencias: “No es más fuerte la razón porque se diga a gritos” y “No hay ninguna cosa seria que no pueda decirse con una sonrisa”…Otro personaje más ligado con este día es el escritor estadounidense Kim Stanley Robinson (23 de marzo de 1952), ganador de los más prestigiosos premios del género de ciencia ficción. En su obra maestra Trilogía de Marte narra la colonización del planeta_rojo por el ser humano. Nueva York 2140 es su última novela, y en ella el viejo Manhattan se convierte en una especie de Venecia a consecuencia del calentamiento del planeta. En general en su producción literaria habla de distopías, capitalismo, ecología y ciencia. He aquí algunas de sus expresiones: “El ser humano no es un caso perdido”, “Estamos atrapados en el resto de la biosfera. No es una distinción válida decir ‘humanidad’ y ‘medio ambiente’ como si los dos no fueran parte de lo mismo” y “En este momento el mundo es una especie de ciencia ficción que todos escribimos juntos”, al hacer referencia a que en su criterio “la ciencia ficción es el realismo de nuestro tiempo”…Otro personaje imprescindible de citar es el escritor francés Henri Beyle Stendhal, fallecido el 23 de marzo de 1842, autor valorado por su agudo análisis de la psicología de sus personajes y la concisión de su estilo, por lo que está considerado uno de los primeros y más importantes referentes literarios del realismo. Sus principales obras son sus novelas Rojo y negro (Le Rouge et le noir) y La cartuja de Parma (La chartreuse de Parme). Le recordamos con estos dos testimonios: “El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio” y “No existe nada que odien más los mediocres que la superioridad del talento: esta es, en nuestros días, la verdadera fuente del odio”…Aún queda un nombre que añadir, el del poeta chileno Nicanor Parra, fallecido hace seis años años, y cuya obra ha tenido gran influencia en la literatura hispana. Entre sus premios figura el Cervantes y también ha sido candidato en varias ocasiones al Nobel de Literatura. Dos frases para reconocerlo: “El error consiste en creer que la tierra era nuestra, cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la tierra” y “Dime cuáles son para ti las diez palabras más bellas de la lengua castellana, y te diré quién eres”…La cita final es hoy de la escritora británica Mary Shelley, de su libro El último hombre: “La naturaleza, nuestra madre, volvía sobre nosotros su rostro amenazante. Nos demostraba sencillamente que, aunque nos permita asignarle leyes y someter sus poderes aparentes, ella, moviendo un dedo, podía hacernos temblar”.