BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / “A la sombra del mérito se ve crecer la envidia” (Leandro Fernández de Moratín). En junio de 1828 murió un considerado autor indispensable del siglo XVIII español (nació en 1760). Amigo de Jovellanos y protegido de Godoy, fue poeta, prosista, ensayista, pero por encima de todo Moratín fue un gran hombre de teatro. Falleció en París, donde se encontraba en el exilio en 1815 al ser acusado de afrancesado. De entre sus obras destaca sin duda la comedia dramática El sí de las niñas. Por lo que respecta a la frase inicial sobre la envidia, seguramente recuerdan otra cuya autoría está disputada, que dice “nunca grites tu felicidad tan alto. La envidia tiene el sueño muy liviano”. En efecto, entre los considerados pecados capitales, la envidia es uno de los peores, porque este sentimiento va dirigido hacia los demás y a la vez contra nosotros al considerar que somos inferiores, logrando que nos sintamos infelices y desdichados. Todos perdemos. La envidia es social y moralmente reprochable por lo cual nadie reconoce sufrirla, aunque el filósofo Khalil Gibran acertadamente afirmó que: “El silencio del envidioso está lleno de ruidos”. El diccionario de la RAE define la envidia como tristeza o pesar del bien ajeno, ese deseo de imitar o superar las acciones ajenas. Es reconocida como una de las mayores causas de infelicidad, porque la envidia siembra diferencias y odios, alimentándolas de ira. Ojalá nunca nos acerquemos a esta actitud tan destructiva…Quien sí nació un día como hoy, de 1740, en la ciudad de París, fue Donatien Alphonse François, más conocido como el Marqués de Sade, escritor de vida licenciosa, que se pasará, por este motivo, casi toda su vida en prisión. En sus obras mezcla la pornografía, la violencia y el crimen, con un discurso filosófico en pos de la libertad y en contra de la moralidad, la religión y la ley. Sus ideas escandalosas y su atípico comportamiento dieron lugar a la aparición de los términos sadismo y sádico. Dos frases para que conozcan la talla del marqués: “No está en mi poder cambiar como soy. Y si lo estuviera, no lo haría”, o “Mi forma de pensar, según dicen, es repudiable. ¿Acaso creen que me importa?”…También merece un recuerdo el novelista y poeta británico Thomas Hardy (2 de junio de 1840). La primera obra de este autor y también la más lozana con un naturalismo de tono pesimista y un notorio talento para el retrato psicológico y costumbrista de ambientes rurales y personajes complejos, fue Bajo el verde bosque, y uno de sus mejores libros poéticos, una bonita historia de amor, está recogida en la obra Lo que queda de una vieja llama. Dos frases de este estupendo escritor: “La felicidad no depende de lo que uno tiene, sino del buen uso que hace de lo que tiene” y “Hay una condición peor que la ceguera, y es ver algo que no es”…Leí una entrevista en El País con el escritor turco y Premio Nobel de Literatura en 2006, Orhan Pamuk, y habla de que se encontraba escribiendo una novela sobre las pandemias cuando sobre el mundo se desató esta atroz amenaza del siglo XXI, por lo que va a tener la oportunidad de nutrirse de una situación vivida. El escritor reconoce que durante este tiempo ha tenido miedo. Y añade: “A veces soy optimista, y pienso que la humanidad tiene una inteligencia para resolver estos problemas, pero otras veces pienso que la humanidad tiene inteligencia pero las organizaciones y las grandes unidades son menos inteligentes que la humanidad, y en cierta manera estamos muriendo porque no hay un Gobierno mundial que pueda manejar esta situación”…Una frase del escritor Mark Twain: “La palabra precisa tal vez sea efectiva, pero ninguna palabra jamás ha sido tan efectiva como un silencio preciso”. Y otra de Martin Luther King: “Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada, más rápido que un favor”. Todavía una más, esta vez de Marcel Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”…Para terminar como corresponde, una comprometida cita de la filósofa y escritora Ayn Rand, que todos podríamos imitar en algún momento: “La pregunta no es quién va a dejarme; la pregunta es quién va a detenerme”.
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