Por ANTONIO GARRIDO / Parece que fue ayer y ya han pasado 20 años del 3 de julio de 2003 cuando las ciudades de Úbeda y Baeza fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad. El secreto de las dos maravillosas ciudades es que en ningún momento se vinieron abajo en su sueño. La UNESCO le negó en una primera ocasión, le puso pegas, pero lejos de amilanarse, un equipo competente, con Pedro Galera como impulsor del expediente, lograron volver a ilusionar a las dos poblaciones y a la segunda oportunidad consiguieron el propósito porque lejos de desfallecer, no faltó el impulso, el ánimo, la ilusión.
En este tipo de objetivos tan importantes, y es en lo que debiera tomar nota la capital, hay que tener claro que no se pueden tener en cuenta las adversidades, porque cuando no hay fe en un objetivo, sin el apoyo de un clamor popular, cualquier proyecto está condenado al fracaso.
Por tanto mi enhorabuena a las tan queridas para mí ciudades de Úbeda y Baeza, Baeza y Úbeda, porque están disfrutando de las mieles del éxito, y los resultados son bien visibles, y en los últimos días han preparado programas de lujo, con el concurso de sus respectivos vecindarios, para celebrar la efeméride que cambia por completo el presente y las perspectivas de futuro de tan entrañables poblaciones.
Cierto es que las dos ciudades merecían el reconocimiento de que fueron objeto por ser emblemas del Renacimiento, pero han sabido durante todos estos años mantener con dignidad los títulos de que fueron dotadas, Patrimonio de la Humanidad, que han confirmado plenamente hasta el día de hoy, y no faltan ambiciosos proyectos de futuro. Ahora no hay más que darse una vuelta por cualquiera de las dos espectaculares poblaciones monumentales para observar los cambios que se han experimentado y el orgullo que tienen sus moradores y toda la provincia, que sentimos envidia sana de un proceso ejemplar. En estos días se celebran fastos, en efecto hay un antes y un después del 3 de julio de 2003, han aumentado los visitantes de manera exponencial, y no se sienten defraudados, todo lo contrario.
Viví los años previos con entusiasmo, adherido a la idea y, en lo que pude, colaboré con tan loable iniciativa. Todavía recuerdo la celebración de los Ideales del Año en lugares tan emblemáticos como el Hospital de Santiago de Úbeda y el Palacio de Vandelvira de Baeza, con un suplemento especial de apoyo inequívoco a la causa, en realidad no podía hacer menos por esas dos ciudades a la que siempre estuve tan vinculado y que son grandes referentes en mi vida profesional y personal.
Al descubrir Úbeda y Baeza los enamorados de lo bello empiezan a formularse preguntas tras quedar embelesados por la ciudad baezana y completamente impresionados en la ubetense. Se trata de dos ciudades orgullo para todo el mundo y el tradicional señorío de los dos pueblos de La Loma se ha tornado ya en excelencia. Dice el tango de Gardel que “veinte años no es nada”, pero en este caso se puede afirmar con rotundidad que estas dos décadas han sido el inicio de un camino sin retorno que da vida y proyección al centro geográfico de la provincia y un orgullo para toda ella.