Por ANTONIO GARRIDO / Uno de los más importantes logros culturales que se han producido en la provincia en los últimos años, ha sido, sin ninguna duda, la vinculación con la figura de Miguel Hernández, autor del poema “Aceituneros” y de una obra sencillamente espléndida, que ha representado en la práctica recuperar todo su legado literario. Hay que felicitar por ello a la Diputación y a su presidente, Francisco Reyes, porque el organismo provincial no se ha conformado con barrer para casa con ese enorme tesoro cultural, sino que, cumpliendo el compromiso adquirido con la familia del poeta de Orihuela, se le está dedicando desde el primer momento todo el interés para custodiar, preservar y difundir su obra.
Y lo mejor de todo, a mi modo de ver, esta recuperación de Miguel Hernández, entrañablemente vinculado a Jaén, ha sido sentida como propia por los jienenses, en una inmensa mayoría, que valoran la brillante gestión realizada. Ya hay un Museo en Quesada que es un atractivo más desde el punto de vista cultural y turístico, pues no podemos olvidar que Josefina Manresa, el amor de Hernández, era natural de este precioso pueblo, cuna también del gran Rafael Zabaleta.
La Diputación, que para este tipo de cuestiones es modélica y sabe cuidar hasta el último detalle, ya promovió una Fundación precisamente con el fin divulgar a los cuatro vientos el legado literario de Miguel Hernández. Ahora, cuando se cumplen 80 años de su muerte, de nuevo nos sorprende favorablemente con un programa de actividades muy amplio, en el que destaca el recuerdo al poeta del pueblo en los 97 municipios de la provincia, de manera que no quepa duda del agradecimiento que esta tierra siente por haberse podido apuntar esta impresionante conquista.
Es un orgullo que podamos honrarnos con tan importante y singular herencia, que pienso se ha quedado en uno de los lugares, sino el que más, donde se quiere y se admira al poeta. La Fundación es otro garante de que la vida y la obra de Hernández serán de Jaén para siempre. Y lo tendremos cerca para recordarnos, precisamente entre los jienenses a los que a veces decimos que nos falta ambición, que no cabe abdicar, pues como nos alentaba Miguel Hernández “Jaén, levántate brava…no vayas a ser esclava, con todos tus olivares, andaluces de Jaén”. Pues con Miguel Hernández y su legado, que si está aquí es por algo, sumamos un nuevo motivo, en nuestra condición de orgullosos de nuestra tierra, el de haber hecho un jienense más a uno de los grandes personajes de la literatura española del siglo XX.
Si Hernández levantara la cabeza se sentiría orgulloso de ser en la consideración popular, hijo adoptivo de Jaén. Ha sido un gesto valiente y decidido de la provincia, como diría el propio poeta en ‘Viento del pueblo’: “Una gota de pura valentía, vale más que un océano cobarde”.