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JAÉN, 24 DE OCTUBRE DE 2017

No sabemos lo que el futuro va a deparar a Manuel Fernández Palomino (Jaén, 1962), funcionario de la Diputación por oposición, desde el año 1988, y desde 2002 afiliado al PSOE, donde en los últimos años ha sido concejal del Ayuntamiento antes y ahora portavoz socialista, cargo que simultanea desde hace un lustro con la responsabilidad de la secretaría de la agrupación local de su partido, donde en esta etapa ha contribuido a normalizar a una organización que no pasaba por su mejor momento y que ahora está más preparada para asumir un relevo en el liderazgo, una vez que Fernández Palomino ha decidido, es de suponer que de común acuerdo con el secretario general provincial, apartarse a un lado, para poder dedicarse con mayor dedicación a otras tareas, en principio a la secretaría de Participación y Movimientos Sociales, donde su experiencia indica que se puede mover como pez en el agua.

Su labor orgánica la ha hecho compatible con la portavocía del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Jaén, que requiere dedicación y con la vicepresidencia segunda de la Diputación Provincial, donde además lleva una de las áreas más dinámicas, un poco la joya de la corona de la institución, la de Promoción y Turismo, donde tiene un papel relevante porque el cargo requiere estar muy al tanto y acudir personalmente a las promociones que se realizan tanto en territorio nacional como en el extranjero. A este empeño, donde tanta experiencia ha adquirido en un sector apasionante y muy agradecido, le ha puesto Fernández Palomino una gran dosis de ilusión y los resultados ya son medibles, la provincia suena y cuenta, y por supuesto con ella sus grandes fortalezas, los monumentos, los paisajes, la historia, la cultura, el oleoturismo, la gastronomía…puede decirse del personaje que iba para alcalde, y puso para ello toda la carne en el asador, pero se quedó en embajador y hace su papel rayando la excelencia.

Lo cierto es que una ciudad tan apasionante como Jaén necesita un alcalde, y lo tiene, pero una provincia tan maravillosa y con tantas posibilidades como la nuestra, también precisa de una persona enamorada de su tierra que sea capaz de contagiar el valor de nuestro mejor escaparate y lograr de esta manera buenos resultados, que empiezan a ser visibles.

No sé si Manuel Fernández se siente frustrado por no haber podido llegar a la Alcaldía de la ciudad en la que nació. Creo que a estas alturas debe ser consciente del comportamiento de la sociología de Jaén y de la dificultad, que no imposibilidad, que conlleva hacerse con el poder en el Consistorio de la Plaza de Santa María. “Tengo muy claro que voy a ser alcalde de Jaén”, leo estas declaraciones de la última campaña electoral y recuerdo a un Fernández Palomino entregado a la causa, entusiasmado. Antes había escrito la que era su hoja de ruta, que en gran medida define al personaje y su talante más humano: “Estoy empeñado en cambiar Jaén con su gente. Enterrar la tristeza y hacer crecer una autoestima escondida. Tenemos que hacer latir de nuevo el corazón de la ciudad. Con otras formas de hacer política. Con la gente. Y para hacer que ese corazón vuelva a latir, hay que construir y aprovechar oportunidades que permitan a la gente vivir, trabajar, convivir, ser felices en la ciudad donde quieren ver crecer a sus hijos. Esa es mi obsesión”. Mensaje emotivo, marca de la casa.

Esta era su carta de presentación a los jienenses. Sinceramente hubiera merecido llegar a la Alcaldía en cualquier momento para tener la oportunidad de convertir en realidad un sueño. Pero no ha sido posible, y pienso que el político, que ha crecido como tal en los últimos años y que se ha vuelto más pragmático, ahora sin dejar de lado la vida municipal, porque era su vocación y sigue siendo su compromiso, está haciendo un importante esfuerzo para cumplir con la encomienda que recibió en la Diputación de llevar a todos los rincones el buen nombre de Jaén y de toda su provincia. Está haciendo este papel como si en realidad no se tratara de un trabajo, porque es fácil percibir que se lo cree y lo siente, y cada paso hacia adelante compensa sobradamente su plena dedicación.

En el Ayuntamiento cuenta también con personas que le asisten con solvencia, como es el caso, entre otros, de Mercedes Gámez, la viceportavoz, que en todo este tiempo nos ha sorprendido muy agradablemente por su conocimiento de los asuntos del municipio y porque tiene discurso, a veces en un tono combativo, y si no que le pregunten al concejal de Hacienda, Manuel Bonilla, pero es el principal grupo de la oposición y tiene que fiscalizar la actuación del gobierno. El mismo Fernández Palomino, siempre tan prudente en su papel de liderazgo municipal dentro de las filas socialistas, también a veces ha endurecido su dialéctica, así están las cosas en un Ayuntamiento que tiene que afrontar situaciones de dificultad, pero en términos generales el portavoz del PSOE es cuidadoso con las formas y cuando tiene que dar un sí al gobierno local lo hace por responsabilidad, aunque al alcalde le agradaría que esto ocurriera con más frecuencia, si bien ahora el regidor respira mejor porque cuenta con votos suficientes para sacar los temas adelante.

En las coincidencias y en las discrepancias, porque esto no va de adhesiones inquebrantables y además soy un ciudadano que va por libre y que trato de ser objetivo al valorar a las personas y a los hechos, creo que Manuel Fernández Palomino es de esos políticos rara avis, que tienen pocos enemigos, del que la gente en general tiene buena impresión y esto es fácil de constatar en las redes sociales donde cuenta con centenares de seguidores y cada vez que lanza un mensaje es amplificado al instante con toda clase de elogios para el personaje. Le tengo por un político muy consciente, honrado y buena persona, que es lo mejor que se puede decir de alguien que se dedica al servicio de la colectividad. Que un político sea buena persona no soluciona ningún problema, ya lo sabemos, pero en la actividad política y en la vida se necesitan personas íntegras, honestas, llenas de humanidad, como es el caso que nos ocupa. Por desgracia ya estamos hartos de advenedizos y de aprovechados, de esos que acuden a la política a medrar a costa de lo que sea menester.  

La interrogante ahora es quién va a ocupar sus puestos. En el PSOE, para la secretaría local, se pone en marcha la carrera sucesoria que tiene que dirimirse en el próximo mes de noviembre. Con toda rapidez se ha producido el anuncio de Julio Millán para aspirar a la secretaría general local. En redes sociales ha puesto el siguiente mensaje: “Comprometido con mi partido, con Jaén y con su gente, presentaré candidatura a la Secretaría General del PSOE de Jaén. Ilusionado”. De inmediato se ha producido una oleada de apoyo, una evidencia del aprecio que se le profesa, con multitud de mensajes bien expresivos. Millán lleva años en lista de espera, ha experimentado en el Ayuntamiento como concejal, como delegado de la Junta, ahora como parlamentario y miembro de la ejecutiva regional. Parece que han querido hacerle el rodaje y goza casi de devoción en la familia socialista. Algo debe tener el agua cuando la bendicen.

No se sabe por el momento si alguien más dará el paso al frente, aunque no parece probable que ocurra desde el ámbito de la oficialidad. En cambio sí se da por seguro que lo intente uno de los llamados “sanchistas”, José Sánchez, que es ahora el sector crítico en la provincia, una paradoja porque Pedro Sánchez es el secretario general de todos los socialistas, pero esa es otra historia. ¿Y qué pasa con Mercedes Gámez y con Rafael Valdivielso? La primera podría haber sido la sucesión natural de Fernández Palomino llegado el momento, pero hay que contar con los planes del jefe Reyes, y a quién le dé las bendiciones. Respecto a Valdivielso, sin restar méritos a los otros dos hasta ahora citados, es el que tiene más recorrido, el más político de todos, con don de gentes, con una contrastada capacidad de trabajo y eficacia, el más activo delegado de la Junta, y el que podría ser un buen adversario para la lista del PP, más aún si la encabeza su buen amigo Javier Márquez. Lo que quiero decir es que no es cierto que todo el mundo valga para un roto y un descosido, unos valen para unas tareas más que para otras, pero en los partidos varios pueden ser los llamados y pocos los elegidos, hay claves que sólo se interpretan en el ámbito estricto de las organizaciones. En el caso que nos ocupa los tres nombres, en resumidas cuentas, están en el cartel.

En definitiva, le deseo mucha suerte a Manuel Fernández Palomino en la nueva etapa que se le abre en la vida orgánica e institucional. No me cabe la menor duda de que esté donde esté habrá una persona y un político con un firme compromiso con su Jaén y que, utilizando sus propias palabras, se hace a un lado, porque no hay que aferrarse a los cargos y hay que saber dar paso a gente nueva, de refresco, que merece la oportunidad de demostrar de qué son capaces. En este caso el objetivo es tratar de llegar a la Alcaldía, no hay otra aspiración de mayor calado, no es fácil, pero mejor si se pisa a fondo el acelerador.

Foto: Manuel Fernández Palomino.

 

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