Por ANTONIO GARRIDO / Bueno, ¿y qué pasa de nuevo, que surge ruido con respecto a la declaración de los Paisajes del Olivar Andaluz como Patrimonio de la Humanidad? Es muy simple, hay todavía olivareros en distintos lugares de la provincia, a los que o no se ha informado o no se les ha quedado claro en qué les va a afectar a sus propiedades la posible declaración. Es algo legítimo, y hay un grupo de alcaldes que sienten la necesidad de alzar la voz porque tienen el deber de atender a sus vecinos. En su momento se llevó a cabo esta labor de información, absolutamente fundamental porque no se puede ni se debe hacer nada sin el conocimiento de quienes son dueños legítimos de los olivares. Pero ocurre que al frente del equipo que promueve la declaración, con la Diputación como gran impulsora, se entiende esta inquietud y hay instituciones, como la Universidad, que merecen toda confianza y está actuando para unir voluntades y salvar el proyecto, que una inmensa mayoría pensamos que favorece a los intereses de nuestra provincia. Que presenta algunas limitaciones, pero que en términos generales producirá más beneficios. Debe haber cuantas reuniones sean necesarias hasta que los olivareros afectados conozcan derechos y obligaciones.
Ya he comentado en alguna otra ocasión que con la declaración de los Paisajes del Olivar como Patrimonio de la Humanidad no comeremos, pero si se consigue, y todo apunta en esa dirección, se habrá ganado una batalla muy importante con el concurso de todos los actores, porque al margen de estas últimas discrepancias, si bien no ha sido tarea fácil, que todo hay que decirlo, ya que hubo que resolver dudas planteadas por organizaciones agrarias y propietarios de olivar, con derecho a preservar sus intereses legítimos, ha habido en torno a esta cuestión un amplio consenso y hay esperanza de que en 2025, si todo discurre bien, se produzca la declaración.
Un expediente de estas características, cuando se tiene la voluntad firme de que prospere, no se improvisa. De hecho han sido diez años los transcurridos en todo el proceso, aunque a decir de quienes lo conocen, el expediente es modélico, y, entre otras cuestiones de interés, se recogen las distintas tipologías del olivar andaluz y jienense desde que se tiene noticia de este cultivo, la época romana, hasta nuestros días.
La Diputación Provincial de Jaén, y su presidente, han sido los impulsores concitando el consenso de otras diputaciones, en concreto las de Córdoba, Granada, Sevilla y Córdoba, igualmente vinculadas con el olivar, y lo mismo ha ocurrido con las universidades andaluzas, especialmente la de Jaén, involucrada en la iniciativa, y otros diferentes colectivos relacionados con el olivar andaluz. En los últimos años, de hecho, se le ha dado un particular protagonismo como lema promocional de muchas actuaciones y de la propia Expoliva, al “Paisaje del Olivar, Patrimonio de la Humanidad”, para reivindicar un objetivo que parecía estar cada día más cercano, el reconocimiento al olivo, a su paisaje y a todo lo que supone para la economía y la cultura de muchos territorios, especialmente para Jaén, porque por algo somos la provincia con mayor extensión, con nuestro bosque olivarero, y la mayor productora de aceite de oliva del mundo, gracias a nuestros 66 millones de olivos (ahora ya se empiezan a contar 67), que lo dicen todo. Hay que agradecer tantas horas de impulso, imaginación y pasión para procurar y creo que conseguir, porque ya estamos más cerca, que algo tan nuestro tenga la consideración de universal.
Este, como tantos otros, no es un tema político, es un asunto de reconocimiento a lo nuestro, de autoestima y de sentimiento, de valorar lo que históricamente ha sido el olivo en la vida de Jaén. Es verdad que hay que mirar por el mar de olivos y al tiempo por la gente que lo habita, al final las personas deben tener más peso en las decisiones, pero en lo que nos ocupa siempre hemos entendido que la declaración era buena para Jaén. Y lo será.
Por cierto, llegó después y se ha situado en primera línea de salida. De la declaración de la Catedral como Patrimonio de la Humanidad la iniciativa se empezó a gestar en 2003, modestamente lo propuse en mi pregón de la feria de San Lucas de ese año, y aunque ha habido actuaciones, sobre todo las promovidas por la Universidad de Jaén, no se traducen en avances considerables. ¿Cuál es el problema? En el caso de los Paisajes del Olivar ha habido un gestor impulsando y urgiendo, en tanto que en lo relativo a la Catedral han pasado varios ayuntamientos y unos por otros la espera se puede eternizar. Hasta que no se nombre un gestor, un ‘project manager’ que persiga con claridad el objetivo seguiremos igual. El ejemplo que ha dado la Diputación se tendría que imitar o tendremos que arrojar la toalla.
Foto: Una imagen que habla por sí sola de nuestro incomparable mar de olivos.