Un instrumento que es de vital importancia para la ciudad es su modelo de planeamiento, su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Sin él se puede empezar a diseñar el futuro a base de ocurrencias, sueños y fantasías. Es impensable que en una ciudad moderna, que pretenda avanzar, se siga actuando con un Plan que data de 1996. Un PGOU marca la filosofía y el modelo de ciudad no de un mandato municipal sino de un futuro a medio y largo plazo, y esa es una responsabilidad que tienen que asumir quienes rigen hoy el Ayuntamiento, ya que los intentos de antes por diferentes razones fracasaron. La política que sirve es la que toma la iniciativa y piensa en las próximas generaciones en lugar de en las próximas elecciones.
Por lo demás está bien reunirse con sectores sociales y hablar sobre dónde conviene más ubicar la estación intermodal, un debate en el que llevamos años y lo que te rondaré, porque primero hay que hablar con el padre de la criatura, el Ministerio de Fomento, con el ínclito señor Ábalos que, a las pruebas me remito, no parece que Jaén le quite el sueño a la vista de la humillación a la que nos somete a diario con el ferrocarril. Además el hombre está bien quemado a costa del #Delcigate. Ya se pueden imaginar las expectativas que ahora genera la intermodal, aunque no por ello deje de reconocer que el alcalde está en su derecho y aplaudo su iniciativa, de reunirse con los interlocutores sociales para tener un criterio en el caso de que se nos aparezca la Virgen. Me temo que la espera será prolongada.
Por cierto que dos instituciones relacionadas con la Diputación se han pronunciado hoy sobre temas del momento. El CES que provincial que demanda al Gobierno y a la Junta que doten íntegramente a la ITI conforme se habían comprometido, con lo cual no es directamente el organismo provincial, pero ya vemos que hay alguien que mete prisa y sale al rescate. En tanto que otro órgano, el Consejo Provincial de Turismo, acuerda dirigirse al Gobierno urgiendo las mejoras ferroviarias ya que, como hemos comentado reiteradamente, el sector se ve perjudicado por la situación actual insostenible. Veremos qué respuesta se tiene a las demandas.
Lo mismo que ocurre con el tren sigue muy presente el tranvía, cuyo funcionamiento la Junta al parecer pretendía relacionar con la intermodal, pero todo en Vaciacostales, a cinco kilómetros de Jaén. La consejera de Fomento, Marifrán Carazo, ante el vendaval que habían provocado sus declaraciones, ha rectificado, ahora el mensaje es de nuevo el “compromiso firme” y presentar alternativas sin imposiciones. De todos modos hay que abrir los ojos de los políticos, el alcalde entre ellos, entiendo que con buena fe, que todavía esperan que el sistema tranviario de Jaén funcione en este mismo año. Pero no, en el mejor de los casos, tampoco habrá tranvía este año. No hay que ser un genio. Hay que actuar en su puesta a punto, hay que adjudicarlo, tienen que pasar plazos legales…No hay tiempo. Despertemos.
El campo sigue en lucha. Hoy el campo de batalla ha estado en Granada con una movilización sonada. En Jaén en este momento preciso la atención está centrada en otro presente y en otro futuro, el del campo y principalmente en nuestra riqueza olivarera, lo que espera a los 66 millones de olivos y al oro líquido que producen. Las organizaciones agrarias quieren endurecer las protestas, ampliarlas, y ya se ha convocado una marcha a Madrid en el mes de marzo, que también pretende ser histórica. La política tiene que jugar un papel vital de intermediación. Por su parte, el presidente de la Diputación, Francisco Reyes, ha regresado de Bruselas, donde ha ido para tomar contacto con instituciones de la Unión Europea e informarles de las preocupaciones de la principal provincia productora de aceite de oliva del mundo.
Una buena decisión del presidente Reyes, porque no se trata tanto de interesarse por lo inmediato, que también, sino adelantarse a los acontecimientos que pronto van a llegar, sobre todo en lo que afecta al tratamiento del olivar tradicional en la próxima PAC, en la que tampoco se puede improvisar, no nos podemos dormir en los laureles, cuando parece que el mensaje hacia Europa es que la “subvención” del olivar, como aquí se le conoce a la ayuda de la PAC, sea para quienes de verdad la necesitan y se acabe el café para todos, filosofía, hay que tomar buena nota, que ya va siendo un clamor. Cuantas más voces se oigan será mucho mejor para Jaén, todo para que en su día no nos encontremos con una frustración irreversible en la PAC, que sería otro drama para la supervivencia de esta sufrida provincia.
Las organizaciones agrarias, mientras tanto, preparan las concentraciones previstas para el día 24 en la totalidad de los municipios de la provincia. La respuesta está siendo muy calurosa. Una vez más vamos a ciegas, parece que los mensajes no tienen destinatario, contra nadie sino a favor de, y por eso es más fácil sumar, aunque en el fondo parece que nos estamos engañando a nosotros mismos. Supongo que se acuerdan de uno de los números de Gila, muy popular: “¿Es el enemigo? Que se ponga”… Todo de buen rollo. Pero en fin, dicho esto, la unidad es la mejor fortaleza. Además detecto que entre las incorporaciones a la causa se encuentra la Universidad de Jaén. Ya dije que en la anterior movilización no podía entender que una institución tan relevante se mantuviera fuera de esta preocupación social cuando se pone tanto empeño en destacar la relación Universidad-sociedad. La UJA está ahora donde tenía que estar.
Un aplauso para el Complejo Hospitalario de Jaén y sobre todo para Cáritas Diocesana. Han suscrito un acuerdo por el cual voluntarios de la institución humanitaria de la Iglesia van a poder acompañar a enfermos sin familia ingresados en alguno de sus centros. La soledad es un drama de nuestro tiempo, lo vemos con demasiada frecuencia en residencias y hospitales. El voluntariado, que es un activo muy grande en Jaén y que habita en no pocas instituciones sociales, desarrolla una labor encomiable y merecen la mayor consideración y reconocimiento.
Por último, tenemos el Carnaval que está llegando ya a su cénit pero que ha proporcionado sesiones muy divertidas, se está en un proceso encaminado a rescatar esta fiesta. En esta ciudad de tantas carencias es posible, porque ya lo fue en el pasado, celebrar los mejores carnavales, con las más agudas críticas políticas y sociales. Nada que objetar a que el carnaval inunde las calles con su explosión de belleza, porque produce un sereno desahogo, porque nos hace sencillamente más imaginativos, más simpáticos, más despiertos y más frívolos, más iguales, más agudos, más amigos de la sátira, más dados al desacato, porque es una guerra abierta sobre todo contra el aburrimiento. Ya lo dice una bonita canción de Celia Cruz, qué es la vida sino un carnaval.
(Un resumen de este comentario ha sido emitido en mi habitual columna de los miércoles en Onda Cero Jaén)